¿China dicta la agenda de Hollywood?
Los ochenta en Hollywood eran una época más “sencilla”: Trump simplemente era una caricatura de un millonario, los comunistas chinos y soviéticos podían ser los villanos perfectos, y Top Gun podía con libertad ser una película de propaganda al servicio del ejército estadounidense.
Treinta años después, el mundo ha cambiado radicalmente: Trump se convirtió en presidente y la nueva entrega de Top Gun debe modificar la chamarra de Maverick para evitar una controversia en China.
Producido en china
El cambio se debió a que en la película de 1986 Maverick presumía una chamarra con las banderas de Japón y Taiwán, el primero un rival político y el segundo un país que lucha por su independencia frente a China.
En principio podría parecer un caso aislado, Top Gun: Maverick es resultado de una colaboración entre Paramount Pictures y Tencent Pictures, una productora china que ha estado detrás de grandes proyectos hollywoodenses de la talla de Wonder Woman, Venom y próximamente Terminator: Dark Fate. Por lo que la acción podría obedecer a los realizadores para no meterse en problemas con las personas que financiaron el proyecto.
A pesar del cambio claro, otras voces aseguran que se trata de una coincidencia, el Japan Times reportó que Ward Carroll, un antiguo piloto de la armada estadounidense, aseguró que los parches de las chamarras son bromas internas entre los soldados y que no se debe buscar un significado donde no lo hay.
El poder del Yen
Podría ser que existe una injerencia en las películas que empresas chinas financian directamente. No obstante, el problema incrementa cuando se toma en cuenta la importancia de este mercado asiático.
China ha estado emprendiendo una constante apertura hacia la cultura Occidental, aspecto que se ha reflejado en los últimos años en el cine. En 2007 Transformers fue la película que generó más ganancias en China al generar 37 millones de dólares, una cifra mínima si se compara a los 336 mil millones de dólares que generó Spider-Man 3 en Estados Unidos en el mismo año.
Más de diez años después los números cambian radicalmente, en 2018 Black Panther se ganó la taquilla en Estados Unidos con 700 mil millones de dólares; mientras que en su contraparte asiática fue Operation Red Sea, una película local, con 575 mil millones de dólares. Los números demuestran que las ganancias todavía son menores en China, todo indica que eventualmente este nuevo público se convertirá en el mayor del mundo; sólo hay que recordar que en una gran cantidad de películas, como Venom, Ready Player One y Pacific Rim Uprising, se recaudaron muchos más Yenes que Dólares.
Es este incremento en las ganancias ha llevado a cientos de estudios a modificar sus narrativas con tal de complacer al público chino. Sean O’Connor y Nicholas Armstrong escriben que la edición final de X-Men: Days of Future Past mostró una gran cantidad de escenas en Hong Kong e incluso una aparición de una boy band china, en Gravity el programa espacial chino tiene una participación y Skyfall presentó diversas escenas en Shanghái.
Los cambios no sólo buscan hacer a China más presente. En 2012, se estrenó un remake de Red Dawn donde los chinos tomarían el lugar de los soviéticos en una invasión militar a Estados Unidos. La película estaba hecha, pero al poco tiempo se decidió cambiar a los villanos principales por norcoreanos, el objetivo era evadir a los censores chinos y entrar a este gran mercado, pero ni ese cambio los salvó de la censura.
Dinero vs moral
Hollywood actúa conforme a sus intereses cuando altera su producto para que entre en uno de los mercados más grandes del mundo, postura válida y que toda empresa realiza para ampliar su presencia en otros países (la salsa de jalapeño en los McDonald’s mexicanos no es coincidencia); pero genera conflictos frente a la cuestionable forma en que el gobierno chino actúa.
Recientemente, Liu Yifei, junto con una serie de artistas chinos, publicó una imagen en su Instagram en contra de las protestas en Hong Kong asegurando que estaba del lado de la policía. Diez años atrás no hubiera resultado controversial la postura de una actriz china, pero ahora cobra una relevancia mayor cuando se toma en cuenta que Liu es la protagonista de la versión de acción real de Mulan.
A los pocos minutos de publicar la imagen, el hashtag #BoycottMulan encabezó los primeros lugares, no era posible que la protagonista de una película de Disney pudiera aprobar la brutalidad policiaca frente a una marcha por la democracia.
En los últimos años Hollywood ha intentado borrar su pasado racista con una campaña de inclusión que en la mayor parte de las ocasiones ha sido exitoso en taquilla (véase Coco, Black Panther y Bohemian Rhapsody), pero en esta ocasión se presenta ante un problema; buena parte de ese dinero es aprobado por una nación que ama la censura y castiga la diversidad, ¿ignorará esta injerencia sobre su agenda?
