COMFORTABLY TRUMP
En el primero de sus tres conciertos en México, Roger Waters le recordó al Presidente que hay miles de personas desaparecidas en México y se burló del candidato republicano a dirigir Estados Unidos.
Chino Lemus 2016 (c)
Por Arturo J. Flores
Fotografías de Chino Lemus / OCESA
Falta mucho para que el reclamo de una estrella de rock obligue a renunciar a un Presidente. No basta con que un gentleman británico le recuerde la cantidad de desaparecidos y muertos que ha dejado su sexenio. Hace mucho que el gobernante aludido eligió parecerse a Pink, el fascista que protagoniza la película dirigida por Alan Parker en 1982. Sordo. Ciego. Indiferente. Muy en su papel en “The Wall”.
Chino Lemus 2016 (c)
“Señor Presidente”, dice Roger Waters desde el escenario después de más de dos horas de canciones. Y le sorprende la rechifla. En México, el abucheo se ha convertido un reflejo pavloviano cuando se pronuncia la palabra “Presidente” en público. El primero de tres conciertos que ofrecerá el exbajista de Pink Floyd no es la excepción.
“Toda vida humana es sagrada y no sólo la de sus amigos”, lee el músico de un papel luego de colocarse sus anteojos. Hay quienes se han muerto en la raya defendiendo esa verdad. Sólo que no cuentan con una pantalla descomunal como la que trajo el británico a nuestro país. Un muro enorme de Facebook, como lo definió el escritor Iván Farías, en el que durante casi tres horas se escriben reclamos, burlas, acusaciones y llamados de atención.
Chino Lemus 2016 (c)
Varias ellos dirigidos al “innombrado”, porque en la mejor tradición de Lord Voldemort nunca se pronuncia su nombre y apellido, pero a quien es dirigido el “Renuncia ya” proyectado en el escenario justo cuando Roger Waters interpreta “Mother” y pronuncia el verso “Madre, ¿debería confiar en el gobierno?”.
La respuesta a esa pregunta la trae escrita en una chuleta el cerdo anticapitalista que durante “Pigs (three different ones)”. “Fue el Estado” es la consigna que quedará registrada en las fotografías. La incógnita por si la frase estará presente durante la actuación de Waters en el Zócalo, flota en el ambiente. Todo parece indicar que sí. Se ha gritado muchas veces. Pero no está de sobra que también una estrella de rock la escriba en el cielo. A él lo escuchan más orejas.
A esta colección de inconformidades no podía faltar el cliente favorito de los memes mejor compartidos. Mientras el jabalí inflable nos obliga a mantener la mirada en unas nubes que horas antes nos dejaron caer litros y litros de agua, en la pantalla detrás de Waters y sus músicos, se proyecta la imagen de Donald Trump con senos (él, que ha hecho gala de su misoginia), de Donald Trump vomitando porquería (él, que se ha jactado de su inteligencia), de Donald Trump con un pene diminuto (él, que ha presumido de su hombría) y de Donald Trump convertido en un cerdo (él, que se mofó del peso de una exMiss Universo). Trump es el chiste que se cuenta solo.
La ovación ante cada uno de sus gifs magnificados es similar a la celebración de un gol en un Mundial.
Y la minipelícula remata con la traducción al español de las frases más chocantes de un político, empresario y referente de la cultura pop a quien se le da ser antipático. Sin embargo, la gente realmente explota de gusto cuando se lee un “Trump, eres un pendejo” del tamaño de un edificio como los que él construye.
Chino Lemus 2016 (c)
Hace falta más que eso para que el multimillonario no sea Presidente de la nación más poderosa de la tierra, pero tampoco está de más mentarle la madre. Nunca lo estará.
El de Roger Waters no es un concierto de rock, sino un show. Porque difícilmente podría mantener los ánimos tan altos durante casi tres horas de no ser por esa majestuosa producción que nos exige no distraernos. La mayoría de las canciones de Pink Floyd abrevan del blues y son lentas. Por este concierto es como el disco de greatest hits que el grupo nunca grabó. Porque hoy están todas juntas. “Speak to me”, “Breath”, “Set the controls for the heart of the sun”, “Money”, “Us and them” y “Have a cigar”, entre otras. Hasta completar 26.
Es poco probable que hoy alguien hable del solo de guitarra de “Run like Hell”. Tal vez lo haga de la pirámide de rayos luminosos, idéntica a la portada del disco “The dark side of the moon” que se recreó en el escenario mientras sonaba “Eclipse”. Es muy posible que alguien le enviado por Whatsapp un clip de “Wish you were here” a su novio, antes que dedicarle un pensamiento a Syd Barret, para quien se escribió originalmente la canción. Pero poco importa. Cuando menos mucha gente hablará de un país tan enfadado con su gobierno que no pierde oportunidad de abuchearlo delante de los extranjeros.
Ni siquiera hay que repetir que haca falta más que el enojo de una leyenda viva de la música para que un mal Presidente renuncie. O para que un gringo racista lo sea.
Por una noche, la primera de tres, a los 58,000 entusiastas reunidos en el Foro Sol la protesta de Waters nos brindó un desahogo. Por menos de dos horas despotricamos a lo Comfortably Trump.
