Clubz, un romance en french pop y luces de cromáticas

Mi historia con Clubz es una historia de amor que no empezó de inmediato. No voy a mentir: no fue flechazo a primera escucha. Quizá se lo debo a mi resistencia natural a lo nuevo, a eso de dejar que lo actual me atraviese.
Pero con ellos fue diferente. Algo se fue colando poco a poco entre mis playlists hasta que, sin darme cuenta, estaba completamente enganchada a ese french pop estilizado, pulido, casi artesanal, que los caracteriza.
Y si algo me quedó claro después de verlos en vivo, es que Clubz es de esas pocas bandas que vale la pena escuchar desde su inicio hasta hoy. Su evolución no solo es palpable, es emocionante.
Clubz live
Lo que ofrecen sobre el escenario va más allá de un concierto: es una puesta en escena total. Acompañados de músicos en vivo, con sax, sintes, guitarras y bajos, el dueto logra construir un sonido que transita entre lo funky, el synthpop y esos guiños inevitables a referentes como Daft Punk o Justice. Clubz no imita, reinventa.
Los visuales, por su parte, son un viaje. Aunque un desafío para los que quieren la foto perfecta, los videowalls se convierten en una experiencia sensorial que se mezcla con los beats y hace difícil mantener los pies quietos. Todo se vuelve movimiento, color, ritmo.
Su setlist abrió con una serie de tracks de su más reciente álbum, Radio Kono, mismo nombre que llevó la presentación.
Entre las primeras en sonar, y en hacer bailar a todos, destacaron “Cinema Terror”, “Siesta Americana” y la homónima “Radio Kono”, ya coreadas por quienes los vieron en el Vive Latino 2025.
Las sorpresas
El primer invitado de la noche fue Santiago Casillas, de Little Jesus, quien encendió el lugar con esa mezcla única de rock pop en “Fútbol Rock”.
De pronto, el recinto se transformó: pelotas gigantes y luces de mil colores convirtieron el momento en una pista de baile abierta, diversa y celebratoria. Una audiencia de todas las edades, todos los estilos, unidos por el ritmo.
Y aunque los problemas técnicos nunca faltan, María de Disco Bahía se abrió paso como una de las colaboraciones más coreadas con “Cáile”. A pesar de las fallas de audio, la gente se entregó. Cuando su voz se perdía, el público la arropaba con los coros, como si ya fueran parte del show.
Otra sorpresa de la noche fue la presencia de Pipe Ceballos, baterista de Zoé y figura clave de Discos Panoram, quien se sumó al escenario con una energía inesperada que potenció el acto en su segunda mitad.
Entre clásicos como “Épocas”, “Réplica” y “Áfrika”, la noche fue tomando temperatura. Hasta que, en un gesto muy Coco Santos, la camiseta voló y la guitarra rugió, preparando a todos para un final explosivo.
Ese final llegó con “Palmeras”, en su ya icónica versión que incluye el sample del eterno “Bailando” de Paradisio, un hit noventero convertido en himno de esta nueva era del pop latino alternativo.
Y como si no fuera suficiente, cerraron con “Popscuro Mix Súper Visión”, una fusión que no se puede describir con palabras: solo se puede vivir.
En ese clímax de luces, euforia y amor colectivo por la banda, Clubz nos regaló más de 26 canciones en más dos horas sin pausas.
Más que un show, fue una declaración: Clubz no es una banda más, es una en evolución constante, una que vale la pena seguir, escuchar y aplaudir.
Gracias, Clubz.
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