CAMGIRL: Una obra erótica de teatro para ver por Zoom
Bertolt Brecht habló de romper la cuarta pared en el teatro, pero no alcanzó a predecir que un día se levantaría una quinta: la de los gadgets.
“Está cañón hablarle a un público que no puedo ver”, dice la actriz al Alejandra Vera al término de la función de prensa de CAMGIRL, la primera ficstream o ficción en streaming, como se le publicitó. Con toto y que ella sube fotografías y Stories a su Instagram, no es lo mismo que representar un papel fuera de su propia piel.
Se trata de un monólogo teatral en línea, una ficción de la pluma del guionista Luis Sierra inspirada en sus experiencias con auténticas webcam girls, las modernas chicas de peep show que en vez de una cabina de cristal, se exhiben a través de una pantalla.
A raíz de la expansión mundial del Coronavirus, decir “como salido de un capítulo de Blackmirror” se ha vuelto una muletilla. Pero uno puede evitar sentirse dentro de un capítulo de la serie cuando en vez de que un boletero nos corte un ticket por la mitad, se nos haga llegar una contraseña para entrar a una sala de Zoom.
Más desconcertante es que a falta de dulcería o área de bar, haya que servirse uno mismo la bebida para disfrutar de la función. Pero el que una voz femenina anuncia las tres llamadas, lo devuelve a uno al ambiente teatral.
Por mucho que los ruidos de la casa no se detengan, por los próximos 40 minutos habrá que rendirle un tributo cryberpunk a Calderón de la Barca.
CAMGIRL es el desahogo de CozyCozyQueen, una webcam girl que fue víctima de todo tipo de infortunios laborales, desde lo que la renuncia en blanco que un call center la obligó a firmar, hasta la obligación de servir alitas de pollo enfundada en un escotado jumpsuit en una sucursal de Hooters, hasta un dúa decidió vender su propio contenido erótico de una plataforma de chicas.
Sin ánimos moralistas, sino meramente descriptivos, la protagonista dice: “el día que me enfermé y me dio tos, en el call center me dijeron que no tosiera en el teléfono, mientras que mis clientes de la web cam me preguntaban si me sentía bien”.
El escenario es la recámara de Ale. Todo el tiempo le habla a la cámara de su celular. De hecho, coinciden ella, el director y la productora ejecutiva Luly Garza, todo el montaje se realizó así, a distancia.
“Hace muchos años que no veo en persona a Luis y él nunca ha estado físicamente en mi recámara”, explica la protagonista en el diálogo abierto que hay al final de las funciones, que se celebran de jueves a domingo a las 8 de la noche.
La cámara como fetiche: detrás del erotismo de Belinda Garen
Los dos dildos de la utilería, además de otros props, llegaron a casa de Ale por medio de un repartidor de Amazon. Los espectadores, de hecho, nos volvemos extras también porque somos los voyeristas a los que les habla la coqueta CozyCozyQueen.
CAMGIRL tal vez se trata de la primera función de teatro en la que en vez de apagarlo, me piden que encienda mi celular.
