Bring Me The Horizon: cerveza, sudor y sangre
Por Javier Villanueva
Fotografías de Lulú Urdapilleta / Cortesía de Ocesa
Pasaron tres años y un accidente que el frontman, Oliver Sykes, sufrió el mes pasado, para que pudiéramos ver a Bring Me The Horizon. Sus cuerdas vocales se rompieron, por lo la banda que se vio obligada a cancelar algunos de los shows programados en su First love world tour y entre estos, se encontraba el de México.
La espera más larga
Uno de los peores martirios que cualquier fan puede experimentar, es esperar para que llegue la fecha anunciada en su boleto, desde el momento en que lo adquirió hasta que llega el día del concierto. Incluso, una vez que ha llegado el momento, los minutos se hacen horas y el sacrificio que los seguidores hacen por ver a su banda favorita en primera fila es enorme.
El concierto de Bring Me The Horizon no fue la excepción. Hubo fans que durmieron en las afueras del Pepsi Center desde un día antes. Para colmo, el acceso estaba anunciado a las 19:00 hrs, pero cuando el reloj marcó las 19:30 hrs, aún no había señal de que la fila comenzara a avanzar.
El reloj ya marcaban las 20:00 hrs. La banda mexicana Allison se encontraba en el escenario calentando motores y muchos aún nos encontrábamos afuera, por lo que sólo pudimos apreciar dos canciones de aquella agrupación que nos hizo recordar nuestra vida en 2006.
Nobody cares if I’m dead or alive
A las 21:05 hrs., Bring Me The Horizon se hizo presente en el gran escenario para dar inicio a un frenético show. Wonderful Life sería la encargada de la apertura, un tema bastante equilibrado de su más reciente álbum amo. Muchos nos preguntábamos si Oliver sería capaz de alcanzar las altas notas que lo caracterizan. Canciones como Avalanche y The house of wolves nos demostraron que sí. En ésta última el frontman inglés invitó al público a hacer el famoso círculo de la muerte. Pero no fue uno, sino dos círculos los que rompieron el hielo.
El pasar de los años
Una de las características del Hardcore es el registro alto que llegan a tener los vocalistas, acompañado de guturales que desgastan las cuerdas vocales. Tal es el caso de Oliver Sykes; pese a ser joven, los años no han pasado en vano y esto viene mostrándose desde su anterior álbum, That’s the spirit, en el que su voz se volvió más armónica. El álbum amo siguió en esa línea e incluso combinó ritmos mucho más electrónicos y variantes que hace diez años no veíamos venir. Pese a que el sonido de la banda británica cambió, ha sido bien aceptado y el setlist no sólo nos demostró que los músicos pueden dar un amplio repaso a su repertorio, sino que también mantener las cosas equilibradas y no caer en la monotonía.
Save me from myself
Sin duda alguna uno de los mejores momentos del concierto fue con Drown, una de las favoritas del público. Una letra contundente que hizo llorar a más de uno y no era para menos. La canción ya lo tiene todo y lo remataron con una versión acústica que llegó como un golpe directo a los sentimientos.
El épico desenlace
Después de una hora y cuarto, acompañado de una gran producción, unos visuales alucinantes y una ecualización bastante digna, Bring Me the Horizon pondría fin al concierto con Throne. El slam de nuevo se hizo presente y en esta ocasión, el frontman solicitaría la ayuda del público para hacer algo mucho más divertido, algo que Corey Taylor ha venido haciendo con Slipknot desde hace ya muchos años: invitarnos a sentarnos en el piso y en el momento que Oliver diera la señal, deberíamos saltar, desencadenando una tremenda energía para dar clausura al concierto.
El show finalizó a las 22:20 hrs., y poco a poco, la gente desalojó el recinto, dejando el psuelo piso lleno de cerveza, sudor y hasta sangre. El mejor de lo que va del año.
