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#2×1: Eso es todo chatos

Por: Jafet Gallardo 29 May 2018
Una producción que será observada muy de cerca por tomar como sustancia uno de los grandes iconos de la cultura […]
#2×1: Eso es todo chatos

Una producción que será observada muy de cerca por tomar como sustancia uno de los grandes iconos de la cultura mexicana, Mario Moreno Cantinflas.

Por Iván Farias (@Ivanfariasc)

Juan Orol y su fantasma

Se nota en Sebastián del Amo una genuina fascinación por el cine mexicano de la llamada Edad de Oro. Se nota un respeto por los actores que han marcado el cine nacional y un disfrute del cine por el cine. El hecho de elegir como el personaje de su primer largometraje al conspicuo Juan Orol (El fantástico mundo de Juan Orol) fue un acierto que muchos celebramos. Orol (como muchos otros locos dentro del cine patrio) han sido mandados al pozo de los olvidos centrándonos en los grandes nombres de la época.

Orol daba taquillazos y se atrevía a contar historias de gangsters cuando el melodrama ranchero era el santo patrono. La idea de captar a un Juan Orol empecinado en filmar sus tramas rocambolescas con todas las fallas técnicas y de presupuesto suponía una película que sería la delicia de todos los cinéfilos. Sin embargo, Sebastían del Amo no logra sacar provecho de un personaje lleno de contrastes y con una vida peculiar. Tal vez influido por el Ed Wood de Tim Burton, del Amo intenta volver su Ed Wood a Orol pero acaba ofreciéndonos una película aburrida con personajes acartonados.

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Ahí está el detalle

Después de esta incursión esperaba las peores cosas de Cantinflas. Los rumores de su filmación, la elección del elenco, la inclusión de Óscar Jaenada como el protagonista y la idea de comercializarla como una película “mexican curios” (estrenada primero en Estados Unidos, candidatearla al Oscar), no me traían nada. Mi sorpresa es que funciona muy bien como una película de verano. La fascinación de Sebastián del Amo por la época de oro, con un presupuesto más holgado, con un par de actores solventes, con otros no tanto pero de relumbrón (Bárbara Mori, Ana Layevska, Adal Ramones) y un guión simplón pero coherente nos ofrece una cinta que narra el lado luminoso de un personaje que a base de repeticiones en la televisión y mentiras (la leyenda urbana de Chaplin aceptando que Mario Moreno era más grande que él), se ha convertido en una institución.

Cantinflas es una serie de frescos donde se narra el ascenso del cómico mexicano hasta ganar el globo de oro en Estados Unidos. La interpretación de Óscar Jaenada como Cantinflas es tan correcta y vívida que uno siente todo el tiempo que escucha la voz del mimo tal y como la recodamos de las películas. Mención aparte merece Luis Gerardo Méndez como su cuñado, Estanislao Shilinsky, quien sirve de contrapeso perfecto para el lucimiento del español. La cinta logra con un presupuesto risible para una cinta de época en Estados Unidos, (apenas 3 millones de dólares), recrear algunos momentos importantes en la vida de Cantinflas.

Sin embargo la película se queda a medias. El personaje del peladito llega tal cual es y nunca cambia en toda la película. Es como si Cantinflas siempre hubiera sido Cantinflas. En otras biopics (Milk, Man on the Moon, Malcolm X, Toro Salvaje, Larry Flynt), el personaje atraviesa por una serie de circunstancias que van forjando su carácter hasta llegar al momento en que es conocido por el público, para posteriormente observar su declive.

Las apariciones especiales de actores telenovelescos encarnando a las glorias del cine nos dejan a todos con cara de espanto: ¿Otto Sirgo como Andrés Soler? ¿Ximena Gonzalez-Rubio como María Félix? ¿¡Ana Layevska como Miroslava Stern!? Tal vez, solo tal vez… pero Adal Ramones como Mantequilla y Julio Bracho como Jorge Negrete nos hacen dar un brinco al estilo Condorito: ¡Plop! Eso sí, Joaquín Pardavé brilla por su ausencia.

El lado oscuro

Tal vez para tener el consentimiento del hijo adoptivo de Mario Moreno, Mario Moreno Ivanova, han decidido evitar cualquier crítica al personaje. En ningún momento se muestra el cambio del peladito sinvergüenza de “Ahí está el detalle”, que robaba, engañaba y se burlaba de las instituciones, al policía conservador del “Patrullero 777” que echaba en cara a la ciudadanía los problemas del país, o al sacerdote que limpiaba la imagen de la Iglesia en “El Padrecito”. Nunca se muestra como traicionó a su propio personaje pasándose del lado contrario de los del arrabal. Ahí está el detalle.

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Jafet Gallardo Digital Editor Periodista de formación. Creador de contenidos, analista, especialista en viajes, entretenimiento y estilo de vida.
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