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Silvia Olmedo. Debería de haber mas películas porno en las que las mujeres pusieran el condón con la boca

Por: Jafet Gallardo 20 Ene 2020
Esto tiene todo lo que una cita a ciegas, sólo que yo a ella sí la conozco. Silvia Olmedo es […]
Silvia Olmedo. Debería de haber mas películas porno en las que las mujeres pusieran el condón con la boca

Esto tiene todo lo que una cita a ciegas, sólo que yo a ella sí la conozco. Silvia Olmedo es la rubia atractiva que alza la vista de su computadora para saludarme. Me siento a su lado en una mesa arrinconada de un ajetreado Hotel en la colonia Condesa. Vamos a hablar de sexo, un tema que le apasiona y del que habla en sus programas en Telehit, SexoConsentido (L, 15:30 hrs.) y Cuentamelove (J, 15:30 hrs). Resulta imposible no preguntarle, inmerso en la fantasía de la cita, si está en contra del sexo casual. “No, siempre y cuando sea una experiencia: se disfrute y quedemos bien con la otra persona. Lo que no me gusta es cuando ni su nombre te dice”.

PLAYBOY: ¿Cuál fue la primera pregunta acerca de sexo que vino a tu cabeza?

OLMEDO: ¿Por qué está prohibido?

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PLAYBOY: ¿Así te volviste sexóloga?

OLMEDO: Soy Doctora en psicóloga, pero me intereso por la sexología en la medida que me intereso por la conducta criminal: ¿Por qué hay más asesinos hombres que mujeres? ¿Por qué la mayoría de los psicópatas son hombres? Asocié eso al misterio de la con­ducta sexual. La mayoría de los psicópatas tienen un asunto relacionado con lo sexual. Pero la estudié no como lo hacen otros sexó­logos, como una gimnasia, sino investigando el porqué: ¿por qué a un hombre le excita ver a una mujer sometida? Soy una curiosa del sexo; a mí sexo como gimnasia, como punto G, me da hueva…

PLAYBOY: ¿Lo fuiste siempre, una curiosa del sexo?

OLMEDO: Siempre fui curiosa. Ahora mismo me estoy preguntando por ese hombre de allá (se refiere a la mesa de enfrente). ¿A qué se de­dica? ¿Por qué lleva esas barbas, esos anillos? En la sexualidad me parecía más maravillosa porque la estamos reprimiendo todo el rato. Y todo lo que sea prohibido me atrae.

PLAYBOY: Como la criminalística. Oye, pero la condesa Erzebeth Bathory pasó a la historia por asesinar a cientos de doncellas para beberse su sangre y permanecer eternamente joven, eso también tiene una carga sexual y de dominación…

OLMEDO: Sí, pero la mayoría son hombres. Hay algo en ustedes relacionado con la testoste­rona, con el vínculo entre sexo y poder muy ligado. Para una mujer el sexo es entrega, pa­ra muchos hombres es sometimiento. La gran mayoría de los hombres que tienen problemas sexuales viene de la cabeza.

PLAYBOY: ¿De la cabeza de arriba?

OLMEDO: Sí, por eso es tan importante que un sexólogo sea psicólogo o médico.

PLAYBOY: ¿Qué tanto ejerce un sexólogo en los libros y qué tanto en la cama?

OLMEDO: Una persona que habla de sexo es como un buen chef. Al final, los chefs quie­ren algo sencillo en casa porque están acos­tumbrados a cosas muy complejas en otras partes. Los sexólogos no queremos que nos hagan el Circo del Sol en la cama. Además, el cuerpo de un hombre es interesante, pero lo que me parece excitante es la persona. Es ver­dad que cuando eres sexólogo te vuelves muy abierta, pero la gente tiene un nivel de expec­tativa que ¡qué hueva!

PLAYBOY: Esperan demasiado de ti, creo, y más, si como dices, a los hombres nos gusta someter. ¡No vas a someter a una chica que estudia científicamente el sexo!

OLMEDO: A los hombres también les gusta ser sometidos, sólo que no en sus casas. A las pros­titutas les piden mucho eso.

PLAYBOY: A mí me sucede que, como trabajo escribiendo, las chicas no me quieren escribir ni una línea porque piensan que las juzgaré muy duro. ¿A esa expectativa te refieres?

OLMEDO: Sí, mucho, pero ya me acostumbré. Sé mucho sobre sexo, pero más sobre sexua­lidad. Un hombre que tiene un problema con el tamaño del pene no tiene un problema con el pene, sino con que tiene un complejo como persona. Si el sexólogo te da un remedio pa­ra que lo alargues, no arreglará nada porque lo que tienes es un complejo. El sexo es muy sencillo de solucionar: si te quito los falsos tabús y te enseño unas sencillas técnicas, es muy sencillo. Pero se vuelve imposible si eres una persona acomplejada y piensas que no puedes satisfacer a una mujer. Nada de lo que te diga ayudará si antes no trato como psicóloga a la persona.

PLAYBOY: Tabús. En este momento

hay hombres que voltearon sorprendidos después de que una mujer ha dicho varias veces la palabra “pene” en voz alta en medio de un restaurante.

OLMEDO: Pero no les da miedo decir “alguien fue asesinado o le cortaron los dedos por ser secuestrado”. Qué pena, ¿no?

PLAYBOY: Viajas muchísimo, ¿se puede adivinar mucho de un pueblo según como ejerza su sexualidad?

OLMEDO: No se les puede juzgar, porque so­mos producto de un bagaje. México es muy ri­co y dentro de esa riqueza cultural, están los distintos perfiles sexuales. No hay un tipo de hombre mexicano, sino muchos.

PLAYBOY: ¿Cuál es nuestra obsesión?

OLMEDO: El trasero. Todo lo que implique el ejercicio del poder, de decir: “a ésa la tendría”.

PLAYBOY: ¿Te molesta que te lo vean?

OLMEDO: No, ni me lo tapo ni tampoco lo voy enseñando.

PLAYBOY: Si alguna vez lo haces, ojalá sea en Playboy.

OLMEDO: Es mucho más excitante no en­señar que enseñar. Crea más morbo. Pero es que los hombres son tremendamente visuales. Si eres una mujer, lo que quieres hacer es jugar con su cabeza. Si estás des­nuda no hay juego, ni lo enloqueces. Si le pones una faldita enfrente, se las ingenia para levantártela.

PLAYBOY: Dicen algunas mujeres que el problema es que la sangre no alcanza para irrigarnos ambas cabezas.

OLMEDO: También he conocido hombres muy difíciles y me encanta. Es un reto, me vuelve loca. Y las mujeres también tienen un momento de no retorno: si nos gusta al­guien y dices “sí me entrego”, te importa un pimiento lo demás.

PLAYBOY: ¿Cómo te llevas con la moral?

OLMEDO: Cuando veo que alguien tiene prejui­cios sobre la sexualidad, no le digo que sus pre­juicios sean malos, pero intento convencerlos. Se lo volteo. Para mí es un reto cambiarlos.

PLAYBOY: Decías que eres una curiosa del sexo. ¿En este terreno la curiosidad no mata al gato?

OLMEDO: Sí, sobre todo cuando hacía crimina­lística. Estudié criminología en Holanda, pero no lo ejercí porque descubrí que no me gusta­ban los psicópatas. La mente de un psicópata es como una cebolla, tiene muchas capas. En­tonces decidí que prefería las cosas sencillas que no me dejaran abatida.

PLAYBOY: ¿Llorabas?

OLMEDO: Sí, porque piensas que la persona que está en la cárcel es inocente, pero no te das cuenta que se trata de un tipo muy inteligente que te convenció. ¡El psicópata tiene una capa­cidad enorme de seducción!

PLAYBOY: Entonces, algo tienes de psicópata.

OLMEDO: ¡Todos lo tenemos! El problema es que el psicópata se distancia de su parte emo­cional con tal de meterse en ti.

PLAYBOY: ¿Cuál fue el caso más interesante que conociste?

OLMEDO: No les pones nombre, porque no quie­res crear copycats. Si les pones nombre, se vuel­ven famosos y salen los imitadores. Hubo un hombre que se clavó mucho conmigo, yo era muy jovencita; curiosísimo, pero peligrosísimo. A mí las personas inteligentes, que tienen recodos, me atraen enormemente, me vuelven loca, pero no quiere decir que sea bueno para mí. No siem­pre lo que nos atrae es bueno para nosotros.

PLAYBOY: ¿Fue tu Hannibal Lecter, se enamoró de ti?

OLMEDO: Él sí, siempre se enamoran. Yo no, yo me enamoro de otras cosas.

PLAYBOY: ¿Cuál es la pregunta que más te hacen como sexóloga?

OLMEDO: Las mujeres preguntan cómo so­brevivir a una ruptura amorosa; los hombres cómo hacer más grande el pene y los jóve­nes siempre algo de eyaculación precoz. Pero me escriben más contándome sus problemas emocionales: “estoy destrozado, me ha deja­do esta mujer”. Ha habido preguntas difíciles de responder porque implican tomar decisio­nes como denunciar a un ser querido que ha abusado de alguien.

PLAYBOY: ¿Cómo puedes escuchar tantas cosas oscuras y no llevártelas a dormir?

OLMEDO: A veces me las llevo, pero procuro dis­tanciarme. Y digo: hasta aquí puedo ayudarte.

PLAYBOY: ¿Se siente bien ayudar a tanta gente?

OLMEDO: Muy bonito, pero te sientes mal de no poder ayudar a más. Además me idealizan y me ven como una tía muy fuerte.

PLAYBOY: ¿Y se siente mejor ayudar a la gente y ganar buen dinero por eso?

OLMEDO: Sí, pero no gano tanto dinero. Nun­ca me has visto patrocinando nada. Las mar­cas quieren que le diga a la gente: “tómate esto”, pero no sirvo para forzar a la gente a nada. El dinero que gano se reinvierte en mi página, para producir videos y hacer las fo­tos de mis libros. ¿Me ves algo de marca en­cima? Gasto dinero en un buen ordenador, pero no tengo un hedonismo tan grande. No tengo ni coche, no lo necesito.

PLAYBOY: Tienes un doctorado en psicología, ¿te frustra que para la gente en la calle seas “la sexóloga de la tele”?

OLMEDO: ¡Me mata, me mata! Pero los jóvenes me llaman psicóloga y los mayores, sexóloga. Es como cortarme las alitas; puedo volar a 20 mil pies de altura ¿por qué sólo me dejas volar a mil? A la tele le estoy agradecida, renegar de ella sería como no valorar la ayuda de un ami­go, aunque al final tu padre siempre estará más orgulloso de que escribas un libro.

PLAYBOY: Te ves muy cómoda en pantalla, ¿eres exhibicionista?

OLMEDO: Soy divulgadora. Me gusta que la gente se entere de lo que sé. Es verdad que la investigación paga, pero es mejor la sensación de dar una conferencia ante los chavos.

PLAYBOY: Freud sostenía que el sexo determinaba gran parte de la conducta humana.

OLMEDO: Tuvo ideas acertadas acerca de la sexualidad, pero utilizarlo para explicar toda la conducta sexual puede confundir más que ayudar. Pero no hay que negar la parte instin­tiva, porque cuando la niegas la estimulas más.

PLAYBOY: Y el Marqués de Sade decía que todo cuando es bueno es excesivo.

OLMEDO: Todo, por muy bueno, cuando pasa al exceso se vuelve malo. Si todo el tiempo tienes cerca de ti a la persona amada te hartas de ella.

PLAYBOY: ¿Te identificas más con Juliette o con Justine?

OLMEDO: ¿Sabes con quién? Con Anais Nin, te recomiendo Delta de Venus. Muchas muje­res quieren replicar el modelo de hombre por liberadas sexualmente. No señor. Esa nece­sidad de control es agotadora. Es lo que me gusta de Nin. Dice: soy vulnerable, pero soy valiente porque me entrego a ti. Una mujer no se da, se entrega y con gusto. En los vi­deos porno, por favor, ¡no hagan de lo que sale en los videos porno! No es cierto, a no­sotros no nos gusta. Si quieres ser un mal amante, ve muchos videos porno. No apren­des cómo darnos placer. La seducción es mu­cho más perversa que la conquista.

PLAYBOY: Hay mujeres que sí quieren hacer lo que pasa en el porno.

OLMEDO: Sí, pero lo que no quieren hacer es la forma de estimular. A lo mejor algunas imágenes las estimulan, pero muy pocas. Esos maratones de penetración no los dis­frutamos. Lo que disfrutamos no aparece en los videos, porque el porno tiene lo que les gusta a ustedes, está hecho para excitar a los hombres.

Silvia Olmedo. Debería de haber mas películas porno en las que las mujeres pusieran el condón con la boca 0

PLAYBOY: ¿Y por qué a algunas chicas les gusta?

OLMEDO: Depende qué porno. Porque lo ven contigo, por eso. Lo que nos gusta es la idea de entrega. Me entrego a dos, por ejemplo.

PLAYBOY: ¿Digamos que a la mujer le excita el guión y al hombre el rodaje?

OLMEDO: Digamos que ustedes tienen un botón de “on/off” y nosotras tenemos mu­chos botones con lucecitas. Una de esas lu­cecitas es la parte visual, pero no lo es todo. Con ustedes sí, los hombres ven una revis­ta y ¡zaz¡ ¡ya están listos! Nosotras necesi­tamos mucho más puntos de conexión pa­ra encendernos. Muchos hombres deberían desaprender lo que han visto tantos años en el porno.

PLAYBOY: ¿Entonces el porno debería llevar la leyenda: “chicos: no lo intenten en casa”?

OLMEDO: El porno se consume en exceso. Si sólo te excitan los estímulos sexuales, ca­da vez necesitarás estímulos más fuertes, y después no encontrarás una mujer real que te excite tanto como esas imágenes.

PLAYBOY: Sé que estás contra la prostitución.

OLMEDO: Más que en contra, creo que un hombre que va con prostitutas es peor amante que uno que no. Cuando vas para descargarte, no piensas en que tienes una mujer enfrente, piensas en tu placer. Te vuelves un vago, porque el placer lo tienes garantizado. Si en vez de eso cada vez que estás con una mujer la tienes que descubrir, te vuelves mejor amante. Es falso que estén diseñados para tener sexo todo el tiempo. El nombre se puede controlar y el autocontrol es un ejercicio maravilloso. Intenten esto: dí­ganle que no a una mujer que esté lista. Ve­rán que se sentirán muy bien y ella se que­dará enganchada.

PLAYBOY: ¿El punto G es el Yeti: todos hablan de él pero nadie lo ha visto?

OLMEDO: No es que existe o no exista, lo que pasa es que el placer se parece al dolor. Hay veces que te duele tanto una muela que no sabes si te duele la muela o la cabeza. Hay mu­jeres que creen no tener punto G, que a lo me­jor lo tienen en otro lado. En sexo no se puede decir “no tengo”, sino “lo experimento de otra manera”. La sexualidad es tan personal que nadie debe decirnos cómo experimentarlo. Si una mujer se sabe autoestimular bien, todos sus amantes serán buenos amantes, porque se conoce a sí misma.

PLAYBOY: ¿Nos obsesionan los orgasmos?

OLMEDO: ¡Sí, y los números! ¿Cuánto mides? ¿Cuánto duras? Eso genera inseguridades y por eso vienen las empresas a vendernos pro­ductos para recuperar la seguridad. Nos mani­pulan con los números, nos convencen de que somos poca cosa, que somos malos en la ca­ma y lo peor es que nos lo estamos creyendo. A ver, si tu chica no tiene tres orgasmos no es porque tú seas mal amante, es porque a lo me­jor a ella le gusta sólo uno. Si con un plato de comida me siento bien, me obligas a servirme tres veces y lo voy a odiar.

PLAYBOY: Es extraño, normalmente la persona que sale a cuadro quiere que compremos los tres platos de comida.

OLMEDO: ¡Por eso no me he hecho rica! (Ríe) Pero me gusta irme a dormir tranquila. La te­levisión es una forma de entrar a la gente por donde se deja. Necesitamos hacer más hom­bres seguros de sí, les estamos diciendo todo el tiempo lo que les falta. Es terrible, qué difí­cil ser hombre.

PLAYBOY: Eres la primera mujer que escucho decir esto.

OLMEDO: Cuando era niña sí quería ser hombre, eso de no poder correr o pelear no me gusta­ba. Ahora no, porque es complejo, se enfrentan a paradigmas complicados. Tampoco hay que ser mujer Margaret Thatcher, porque eso es ser hombre. Ahora, tu éxito como hombre no depen­de de a cuántas mujeres embarazas, eso es muy fácil, sino conseguir que tu hijo sobreviva. Es la teoría del hombre romántico. Por eso un buen padre es sexualmente atractivo para una mujer.

PLAYBOY: Hablemos de onanismo. ¿La masturbación es una relación por sí misma o un entrenamiento para lo que viene después?

OLMEDO: Es una relación con tu cuerpo que debe durar toda la vida. Pero más que ver por­no, imagínatelo, no seas un flojo mental.

PLAYBOY: ¿Cuándo lo erótico se vuelve depravación?

OLMEDO: Cuando te quita una libertad, cuan­do se vuelve compulsivo y no puedes dejar de pensar en ello. Cuando te aísla. Comer una vez o tres veces no es adicción, pero diez veces, ¡eso es una adicción!

PLAYBOY: ¿Qué opinas del celibato?

OLMEDO: Es una opción, ¡pero yo no la tomaría! (Ríe) Como tampoco acostarme por acostarme, es algo insípido. Se vuelve un número y eso sirve para manipular. Una relación sexual es como un buen platillo: yo no quiero fast food, quiero comerme una paella.

PLAYBOY: ¿Por qué somos tan infieles?

OLMEDO: Porque estamos vivos, tenemos gus­to, ¿por qué tienes tanta hambre y no puedes comer todo? ¡Porque no estás preparado para ello! El deseo está ahí, es genético. Una mu­jer, después de tener un hijo, se siente menos atraída por su pareja porque está hecha ge­néticamente para tener hijos de distintos ma­chos, así será menos probable que todos mue­ran. Una mujer, mientras es fértil, es atractiva sexualmente sin importar la edad que tenga. Por eso el fenómeno Cougar biológicamente está muy explicado. ¿Por qué tardamos más en llegar al orgasmo? Porque si tardo más en llegar, más machos alfa con semen sano co­pularán conmigo y así se asegura la procrea­ción. Por eso ustedes están programados para la eyaculación precoz, porque podía llegar un león y atacarte mientras estabas en eso.

PLAYBOY: ¿Y es verdad que nosotros pensamos más en sexo?

OLMEDO: Pero que estés programado para eso no significa que lo debas de conseguir. Si es­tamos programados para buscar comida, no quiere decir que debemos comer todo el día. Si tienes a todas las mujeres desnudas enfrente, ¡no quiere decir que te las tires a todas!

PLAYBOY: ¿Por qué las ETS no nos han hecho cambiar nuestra despreocupación sexual?

OLMEDO: Porque no se ha erotizado el con­dón. Si hubiera más porno en el que la mujer le pusiera el condón con la boca al hombre, sería otra historia. Hice una vez un estudio entre las prostitutas del Barrio Rojo de Holanda y ha­cen unas cosas con el condón ¡que a ellos les da gusto ponérselo!

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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