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NUEVA ZELANDA: WELCOME TO HAPPYLAND

Por: Jafet Gallardo 06 Jun 2018
Lo ubican entre los lugares donde la vida es más bella, armónica y disfrutable. Conoce las razones que hacen a […]
NUEVA ZELANDA: WELCOME TO HAPPYLAND

Lo ubican entre los lugares donde la vida es más bella, armónica y disfrutable. Conoce las razones que hacen a Nueva Zelanda uno de los países más felices del orbe.

Fotografías de Shutterstock y el autor

Kiwi es la palabra que se usa para designar a cualquier persona, objeto o lugar que proviene o se ubica en Nueva Zelanda. No sólo es un término para el velludo fruto de verde interior o para la casi extinta ave que simboliza al país. Este lugar de curioso gentilicio es considerado de los más felices del mundo.

¿En qué radica esa felicidad? No es tan difícil adivinarlo, aunque también ellos tienen algunas razones poco conocidas para sentirse así. Conformada principalmente por dos grandes porciones de tierra llamadas: Isla Norte e Isla Sur, y una mucho más pequeña, Stewart —en la parte más austral—, el país aloja una serie de elementos que naciones de mayor tamaño quisieran.

Un gran orgullo de los neozelandeses es que su territorio todavía se considera uno de los menos afectados por la mano del hombre en todo el planeta (contaminación, sobrepoblación, construcciones, industria, etc.), esto se debe a que el gobierno alienta/obliga que las empresas tengan un bajo impacto ambiental, y que se certifiquen bajo normas ecológicas y de huella de carbón cero.

Esto se refleja, incluso para el visitante, en que se respira más aire puro. En muchos sitios se puede beber el agua que baja de las montañas sin temor, y los productos alimenticios tienen un riesgo casi nulo de estar contaminados. Obviamente, esta situación también ayuda a que los paisajes, la flora, la fauna y los recursos naturales se mantengan sin cambios drásticos. En caso de que se afecte alguno de ellos, la ley se aplica para quien sea responsable.

Mucha de esta filosofía fue tomada de los maorís, etnia que radica en el país, conformada por gente que llegó de otras islas del Pacífico Sur. Ellos respetan mucho al medioambiente y han sido integrados a la sociedad sin que pierdan sus raíces o tradiciones.

Del gozo al ojo

¿Cómo no van a ser felices los kiwis si de norte a sur cuentan con cristalinas playas, prístinos bosques y selvas, verdes llanuras, ríos y lagos inmaculados, montañas nevadas y cultivos de casi cualquier fruto?

En cada estación todas estas bellezas cambian, por lo que el momento perfecto de visitarlas es cualquier época del año.

El océano que rodea las islas y su latitud permite que sus veranos no sean tan calientes y los inviernos sean moderados. Las distancias no son cortas, pero por vía terrestre y aérea se puede llegar a cualquier punto, donde siempre hay algo diferente para admirar.

Aunque Nueva Zelanda cada vez es un imán más fuerte para los turistas, difícilmente propios y extraños se topan con un gentío o largas colas para visitar las atracciones naturales. Las especies vegetales y animales son únicas, y difieren de otros países cercanos.

Gracias al mar que divide Aotearoa (nombre en maorí) y Australia, los animales ponzoñosos y peligrosos que hay en el gran continente no cruzan. Por el contrario, el avistamiento de aves y delfines, la crianza de moluscos y la protección de la frágil kiwi no voladora, levantan en los locales una sonrisa.

La vida es más sabrosa

Casi cualquier habitante te lo va a decir: moverse dentro de los centros urbanos es fácil, principalmente porque en todo el país hay apenas cerca de 4.6 millones de personas.

“En Auckland, que es la ciudad más grande, tener tráfico puede afectarte 10 o 15 minutos en un trayecto, por mucho. La realidad es que puedes llegar rápido de tu trabajo a casa o algún punto. Tenemos también el beneficio de que prácticamente las vacaciones están a la vuelta de la esquina: sitios de interés, playas, parques, montañas, museos, lugares para actividades deportivas… lo que quieras hacer queda a minutos de distancia”, destaca el oriundo Justin Hart.

A pesar de no estar exentos de pobreza, la gente tiene buenos ingresos, así como buenos institutos educativos. Hay muchas oportunidades para establecerse en cualquier punto del país según el presupuesto con el que se cuente; además, es un lugar abierto a recibir inmigrantes.

La felicidad de las personas es perceptible, incluso están en el “Top 10” de los países más amigables. A diferencia de su herencia europea, se puede encontrar calidez y pocos obstáculos para entablar una buena amistad o relación de negocios.

“Tenemos mucha libertad, sobre todo, hay un enorme respeto a los demás y a nuestro país. Eso que dicen de que somos felices es cierto, porque nos mantenemos aparte de las noticias del mundo, vivimos tranquilos y es extraño que sucedan situaciones malas”, indica Amber Silvester. Parece que no existe la policía, pero en realidad no tiene por qué hacerse presente: los incidentes son pocos y la gente anda tranquila por la calle sin molestar a los demás.

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Sangre aventurera

En general, la población gusta de los deportes y actividades en el exterior; con ese escenario de impresionantes paisajes y las mejores condiciones para realizarlas, no hay excusa para no disfrutar de ello.

Quizás el futbol no es el fuerte de Nueva Zelanda, pero el rugby es prácticamente todo. Su selección nacional, los All Blacks, tiene fanáticos de todas las edades. En años recientes su desempeño ha sido tan bueno que la alegría y apoyo incondicional hacia ellos es notorio.

El auge del deporte va de la mano con el crecimiento de la industria cinematográfica, tanto interna como de productoras internacionales que buscan la belleza natural como telón de sus obras.

Aunque el cordero, la fruta de kiwi y los mejillones son los elementos más representativos de la gastronomía, en todos lados la oferta se ha ampliado. Los mismos nacionales no pueden quejarse, porque tienen a la mano una variedad de cocinas del mundo.

Y aunque es cierto que por cada habitante hay dos ovejas, tampoco hay que preocuparse por la falta de carne, confirma Silvester: “La verdad es que la mayoría de las ovejas se crían en la parte más austral de la Isla Sur, y allá es más notorio ver manchas blancas en el paisaje”.

¿Y para maridar? Cuentan con una de las producciones de vino más reconocidas en el mundo. Justin Hart agrega que, si no te gusta el Sauvignon Blanc, tienes el Pinot Gris, o en los tintos el Pinot Noir y la mezcla de Cabernet Sauvignon y Merlot.

Los neozelandeses tienen naturaleza, paisajes, actividades, buenos productos y vidas tranquilas. Eso es parte del secreto de ser una nación llena de felicidad.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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