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MUÑECAS INFLABLES, ESCLAVAS DE FANTASÍA

Por: Jafet Gallardo 06 Jun 2018
UN RECORRIDO HISTÓRICO POR LA TRANSFORMACIÓN DE LAS COMPAÑERAS SEXUALES MUDAS MÁS SOCORRIDAS DESDE EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, PORQUE […]
MUÑECAS INFLABLES, ESCLAVAS DE FANTASÍA

UN RECORRIDO HISTÓRICO POR LA TRANSFORMACIÓN DE LAS COMPAÑERAS SEXUALES MUDAS MÁS SOCORRIDAS DESDE EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS, PORQUE LAS HAN HECHO DE TODOS LOS TAMAÑOS, LOS MATERIALES Y LAS TEXTURAS QUE LA IMAGINACIÓN DEMANDE.

EL ORIGEN de las muñecas inflables tiene un tinte legendario. Tenemos que viajar al pasado y hacer escalas en varios siglos. El primer viaje llega a escenarios mitológicos donde Pigmalión, con sed de encontrar a la mujer perfecta, en tiempos donde el Tinder hubiera sonado tan ridículo como asegurar que se tiene la prueba de un ser extraterreste, decidió esculpir la pareja de sus sueños. Entre sus intentos logró formar con sus manos a Galatea, tan bella que Pigmalión, rey de Chipre, cayó rendido a sus pies. No sólo admiraba su belleza de piedra, la amaba, la deseaba; según se relata en el libro Las metamorfosis de Ovidio, en algún momento Pigmalión empezó a tocar a la mujer artificial y en su imaginación la estatua empezó a ponerse tibia en la superficie, sintió que se ablandaba ante su tacto y permitió que los dedos de su creador la recorrieran suavemente, hundiéndose ligeramente, como si Pigmalión tocara piel y carne. Al despertar de su sueño, él vio a Afrodita, diosa del amor y la belleza, que decidió cumplir la fantasía a Pigmalión y convirtió a la estatua de Galatea en una mujer de carne, hueso, piel y entrañas, dispuesta a llenarlo en todos los sentidos. Este relato sugiere que desde tiempos muy antiguos, el hombre ha buscado mujeres sustitutas para sobrellevar la soledad o para satisfacer la fantasía de tener a una mujer a su disposición, sin decir palabra y sin discutir. Una esclava silenciosa.

Ahora viajemos al siglo XV o al XVII, no hay precisión en la crónica, cuando la pasión iba embarcada con marineros franceses y españoles. Tantos días de viajar en altamar ponía muy nerviosos a los hombres de agua salada que buscaban desfogarse en el dulce aroma femenino. Entonces, gobernadores de puertos y capitanes tomaron telas para dar forma a muñecas feas o malformadas pero con lo básico para ser penetradas; un paraíso en la marea alta, tan primitivo, tan antihigiénico, tan catártico. Esclavas de trapo.

Siguiente parada, la mente de Hitler. Tan lúcida para encontrar en cada detalle una amenaza para sus des- piadados planes. Cuentan que a Hitler le informaron del peligro que representaba para su ejército las enfermedades venéreas, sobretodo la sífilis, cuando sometían una ciudad; en esos tiempos, el terror enfundado en uniformes con suásticas no sólo profanaba las costumbres de un país enemigo, también penetraba salvajemente a las mujeres que ponían bajo las botas nazis, mujeres sanas que enfermaban de un hombre a otro, y también prostitutas enfermas que contagiaban a un hombre y a otro. Con esta información, Hitler ordenó que se diseñaran y fabricaran mujeres de compañía que fueran empacadas en las mochilas de sus soldados. Si en tiempos de guerra, cualquier hoyo es trinchera, Adolfo Hitler quería que sus hombres no se distrajeran buscando sexo y menos que se enfermaran. Por supuesto la muñeca debía ser rubia, de ojos claros, de más de 1.76 de estatura y con senos grandes. Una esclava teutona de juguete.

Llegamos a los permisivos años sesenta. Un año antes de que el hombre llegara a la Luna, en 1968, año de revoluciones sociales, de gritos libertarios y masacres, de ambientes con aromas hippies, las muñecas inflables de silicón empezaron a ser muy populares debido a que se permitió en Estados Unidos la venta por mensajería de juguetes sexuales, entonces estas muñecas aparecieron en la publicidad de estos productos en las revistas para caballeros. Esclavas de plástico en tiempos de amor y paz.

Este viaje termina en el presente. Una paradoja: Mientras muchas mujeres aprovechan los avances en el manejo del bisturí y logran modificar cada parte del cuerpo humano hasta parecer de plástico, la industria de los juguetes sexuales cada vez es más eficiente en fabricar muñecas tan reales como una mujer de carne y hueso; en la actualidad hasta por 50 mil dólares una persona puede personalizar una muñeca con apariencia real desde su voluptuosidad hasta el tipo de pezón. Entre más detallada ordenes tu muñeca sexual es más cara, pero si deseas incluso a una muñeca con cuerpo de mujer y genitales de hombre, nadie te dice que no se puede. Esclavas por catálogo.

Pero la muñeca sexual que más polémica ha generado es el modelo que presentó una fundación en Finlandia, una muñeca con características infantiles como medio para frenar la pedofilia y acabar con los abusos sexuales a menores. Estas muñecas se producen en Hong Kong, pero en países como Noruega está prohibida su importación y su comercialización; el debate se centra de la siguiente forma: ¿Una muñeca sexual con rasgos infantiles promueve y consiente la pedofilia o le das a un enfermo un camino para saciar sus bajos instintos sin dañar a niños reales? Esclavas de la parafilia.

Difícil de creer.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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