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El squirt no es una bebida

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
  Las mujeres también eyaculan. Sí, así como lo lees. Y a nosotros nos gusta jugar con la fuente de […]
El squirt no es una bebida

 

Las mujeres también eyaculan. Sí, así como lo lees. Y a nosotros nos gusta jugar con la fuente de su placer como si se tratara de un elíxir que brotara de las profundidades de la tierra.
 
No hay una alerta de inundación en el colchón. No hay nada que pueda avisar a una parejita en éxtasis que ella generará, sorpresivamente, un tsunami entre las sábanas, “mojándolo todo”, como canta Luis Eduardo Aute. Al menos la primera vez. Esa ocasión en que, de buenas a primeras, la mujer suelta un chorro caliente procedente de su vagina, que lo mismo puede escurrir entre sus piernas que bañar el rostro de su compañero.
 
La llaman eyaculación femenina o squirt, y podríamos decir que es un orgasmo que va acompañado por la emisión de un liquido que no, mis queridos lectores, no es orina, aunque dos asistentes a mis reuniones en el baño de mujeres me confesaron que habían creído que lo era el día en que lo vivieron. Afirman que, después del impacto de tener un clímax sumamente intenso, se asombraron al ver un río bajo sus piernas. Después se sintieron avergonzadas. Luego de este punto, fue básica la reacción masculina para determinar si querían o no hacerlo de nuevo.
 
Judith me contó que para su novio, lo mejor era la sensación de que esa cascada era capaz de expulsar el pene de su interior. Entonces, cuando llegaba, él empujaba, creando así un “estira y afloja” que le encantaba a los dos. “A veces es un poco incómodo, porque todo se humedece, hay que cambiar la ropa de cama para poder dormir o prevenir con plásticos. Pero cuando nos olvidamos de todo eso, lo disfrutamos al máximo”, reveló.
 
Sin embargo, la mayoría de las mujeres a quienes les pregunté sobre el tema me respondieron que no habían experimentado nunca la eyaculación femenina. Sabían de qué se trata, incluso algunas la habían buscado, pero el squirt (como se le conoce en inglés) no había aparecido en sus vidas.
En 2001 se reconoció médicamente el término “próstata femenina” para llamar a las glándulas de Skene, situadas en la pared anterior de la vagina, alrededor del orificio externo de la uretra, pegaditas al Punto G. Están rodeadas de tejido, que incluye la parte del clítoris que llega hasta el interior de la vagina, el cual aumenta su irrigación sanguínea durante la excitación sexual. 
 
En el caso de algunas mujeres (aún no se define si todas tienen la capacidad de expulsar el fluido ni en qué cantidad), las glándulas de Skene producen ese líquido alcalino compuesto de creatinina, la enzima fosfotasa ácida prostática FAP, la proteína PSA, glucosa y fructosa que se expulsa durante el orgasmo o incluso sin necesidad de él, pues en ciertas chicas es expelido poco a poco cuando las glándulas se llenan y no hay actividad erótica que lo saque de golpe.
 
Entre mis entrevistadas, una respuesta fue unánime: para poder llamarla “eyaculación” tenía que ser un chorro abundante que saliera disparado como agua en tubo de drenaje que se rompe, tal cual se ve en las películas pornográficas. Pero si bien eso es lo que llaman squirt, se puede experimentar la eyaculación femenina a distintos niveles.
 
Algunos hombres afirman que durante la estimulación manual de esa zona —introduciendo sus dedos en el interior, como si fueran a acariciar el Punto G pero buscando, un poco más atrás, una zona que se siente lisa— han llegado a sentir como si un líquido “rellenara” el espacio que están palpando. No sale ni escurre en su mano, pero sí lo perciben cuando ellas llegan al orgasmo (el cual brinda sensaciones diferentes al que tiene su origen en el clítoris). Lo importante es que, haya o no una emisión de líquido al exterior, lo que se siente cuando se llega a este tipo de clímax no sólo es intenso, delicioso, explosivo, sino que también puede darnos una idea clara de por qué se le llama a ese momento “la muerte chiquita”.
 
¿Cómo se puede alcanzar? Con la penetración es casi imposible que suceda, aunque a veces se encuentran las dos partes de un molde que embona a la perfección y se da el caso. Lo mejor es realizarlo con los dedos. Hay que estimular el clítoris para que el Punto G sea más fácil de localizar gracias al aumento en el flujo sanguíneo por la excitación. El dedo medio se introduce primero, con la palma de la mano viendo hacia el ombligo. Hay una zona rugosa, acanalada, como una nuez. Al presionarla se siente el hueso que está más adelante y, unos milímetros más atrás, hay una zona lisa, como un músculo. Al oprimir, masajear, tocar, apretar, sacudir esta zona, es posible que den ganas de orinar. Si ellas son capaces de superar esta etapa sin quitarse, entonces tendrán mucho qué ganar.
 
Para que salga el fluido, dicen algunas expertas en estas lides, es necesario combinar la estimulación manual con ejercicios de Kegel (contrayendo los músculos pubococcígeos). Cuando se sienta la inminencia del orgasmo, es necesario sacar rápidamente los dedos, mientras ella comienza a pujar. Dicen que la práctica hace al maestro, y ésta no sería la excepción. Así que, ¡a darle, que se hace tarde!

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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