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Del Dedo al Vibrador en dos escenas

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Lo que en el pasado se resolvía con un dedo, en el presente representa una millonaria industria del placer. Entérate […]
Del Dedo al Vibrador en dos escenas

Lo que en el pasado se resolvía con un dedo, en el presente representa una millonaria industria del placer. Entérate un poco más acerca de la cura para la “Histeria Femenina”.

Por: Sergio Sepúlveda

Escena 1

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Médico: “Señorita, ¿qué síntomas tiene?”.

Paciente: “Desmayos, ansiedad, insomnio, estoy nerviosa y me peleo con todos”.

Médico: “¿Presenta lubricación vaginal sin motivo aparente o tiene fantasías sexuales?”.

Paciente sonrojada: “Sí, doctor”.

Médico: “Señorita, usted padece Histeria Femenina”.

Paciente alarmada: “¿Y tiene cura?”.

Médico: “Sí, quítese la ropa, acuéstese y abra las piernas”.

Paciente desnuda: “¿Me va a doler?”.

Médico: “Usted gritará, pero no de dolor”.

El médico pone un dedo en el clítoris de la dama, lo masajea por unos minutos y logra en ella una explosión de placer. La mujer después de sentir la petite mort, como dicen los franceses, o la muerte chiquita, restablece su conciencia y pregunta: “¿Qué me pasó, doctor?”.

Médico: “Señorita, para aliviar su Histeria Femenina apliqué un masaje pélvico, froté su intimidad hasta que usted alcanzó un Paroxismo Histérico. Para que no presente de nuevo los síntomas que me señaló, recomiendo que se case para que las relaciones sexuales calmen su mal, o bien puede aplicar este masaje pélvico en privado y si no consigue buenos resultados, siempre será bienvenida en mi consultorio”.

La escena anterior era común en el siglo diecinueve. Las mujeres nerviositas eran diagnosticadas con Histeria Femenina, lo que hoy llamamos mal cogida; el Masaje Pélvico era el tratamiento, lo que hoy es el dedeo; y el signo de alivio era cuando la mujer experimentaba un Paroxismo Histérico, lo que hoy es el Orgasmo.

Pero no sólo las mujeres se ponían en manos de los doctores; también en los spas ofrecían “La Ducha”. Ahí, las mujeres sentadas con las piernas abiertas recibían el disparo de un chorro de agua hasta alcanzar el clímax.

¿Adivinan qué pasó después?

Tanto las duchas como los toqueteos médicos generaban mucho dinero. Entonces, con la poderosa combinación sexo-dinero en mente, Joseph Mortimer Granville se convirtió en el papá del vibrador de baterías al inventarlo en la década de 1880. Así, la sanación llegó a las manos de las mujeres de la época, quienes ya no tenían que ir con el doctor a curar su histeria, ni tampoco tenían que montar a caballo o balancearse con vigor en una mecedora buscando remedio.

El vibrador de hasta siete mil pulsaciones por minuto se convirtió en un indispensable, tanto, que fue el quinto artículo para el hogar en ser eléctrico, años antes que la plancha. Ahora sí que ya con el vibrador, ¡ni ganas de planchar!.

Escena 2 (Me la confió una amiga que se mueve entre el pudor y los deleites carnales.)

Junta en el trabajo. Ella está incómoda. Bajo su ropa interior, la calentura y la ansiedad le multiplican las ganas. Toma una decisión como nunca lo había hecho. Sale de la reunión y entra al baño. Asegura la puerta y se masturba. Tras un orgasmo exprés, regresa con sus colegas acompañada de una sonrisa traviesa.

Y es que si los primeros vibradores eran aparatosas máquinas que funcionaban con pedal, turbina de agua, aire o motor a gas; los de hoy son fáciles de llevar a cualquier lugar y son hasta premiados por su diseño como los que fabrica @jimmyjane, marca usada, según @VH1 por @jessicaalba, Kate Moss y Teri Hatcher.

El vibrador es ejemplo de que el sexo vende. En México hay 2,500 sex shops donde el vibrador es uno de los tres objetos más vendidos, compitiendo con lubricantes y condones texturizados. Según @Forbes, en E. U. el mercado de este juguete es de mil millones de dólares al año, más del doble de las ganancias que provienen de la venta de condones.

Esto fortalece la encuesta de la Universidad de Indiana que encontró que 52% de las mujeres disfruta del aparato con baterías. De ellas, ocho de cada diez lo usan para estimular el clítoris, igual que los médicos del siglo diecinueve. ¿Y el otro 48% por qué no usa vibrador? Porque les echa en cara su soledad o porque los vibradores intimidan a sus parejas, son algunas razones.

¿Cuál es tu posición? ¿Regalarías un vibrador a tu pareja o sentirías competencia? Por si las dudas revisa su carta a los reyes magos.

Conclusión: El vibrador tuvo un padre, pero un orgasmo no tiene madre, no importa si se logra con un aparato con pilas incluidas que duran y duran. Es Difícil de Creer.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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