2×1: Cannes que no ladran

El cine es política y por medio del cine se hace política. El festival de cinematográfico más prestigiado del mundo, el de Cannes (se pronuncia algo así como “can”), vio la luz cuando un grupo de cineastas franceses le pidieron a su gobierno que sufragara los gastos de un evento de ese tipo luego del palmo de narices con el que regresaron cuando en el vecino festival de Venecia les dieran gato por libre. Mussolini reinaba y mandaba en todo así que las cintas ganadoras eran las que le llenaban el ojo al duce, es decir las italianas.

 

Con la venia del gobierno francés, luego de buscar una ciudad ideal para celebrarlo (qué otra que capital de la Costa azul), se inaugura el 1 de septiembre de 1939 El Festival de Cannes para ser cancelado al siguiente día porque la Segunda Guerra había comenzado. Sin embargo, como dicen la fiesta siguió pese a la ocupación nazi y a que Francia cambió incluso su capital a Vichy. Ya en el 46, con el mundo en calma (o cuando menos una parte de Europa) el festival comenzó su larga historia.

 

 

Si bien la entrega de los premios de la academia norteamericana es el evento cinematográfico más conocido en el mundo, es en Cannes donde se han forjado grandes leyendas, donde la frivolidad más ramplona se da cita con la militancia política, donde el cien más comercial convive con el hecho desde la víscera. Lo mismo ha puesto de moda el bikini, como cuando la hermosa Brigitte Bardot lo lució al bañarse en las costas de la exclusiva playa, que ha sido pospuesto en solidaridad con los movimientos sociales acontecidos en mayo 68; ha premiado a cineastas árabes desconocidos, que a los grandes maestros norteamericanos; ha visto a Lars Von Trier simpatizar con Hitler y a Sacha Baron Cohen en un asqueroso traje de baño.

 

Cannes vio nacer a Quentin Tarantino y también bendijo a cineastas tan discordantes como los mexicanos Amat Escalante y Carlos Reygadas, vio resurgir a Akira Kurosawa y ha tenido en su jurado a Steven Spielberg y en esta emisión a Gael García. Este año es no será menos entre los invitados están Marion Cotillard, Kristen Stewart, Robert Pattinson, Eva Mendes y Viggo Mortensen pero también y como no Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson, Harrison Ford y Antonio Banderas. Hay de todo como en botica.

El lunes pasado murió uno de los artistas plásticos más importantes e influyentes de la actualidad, Hans Ruedi Giger, mejor conocido como H. R. Giger. Alejandro Jodorowsky lo incluyó en su megaproyecto fallido Dune y ahí fue donde Hollywood lo conoció. Ante el fracaso de Dune (que incluía nada más y nada menos que a Orson Wells, Salvador Dali, Moebius, entre otros) Ridley Scott vio su obra y decidió incluirlo en la cinta Alien. El resultado fue que monstruo y creador comenzaron a ser motivo de culto.

 

Biomecanoides bautizó a sus creaciones. Es decir monstruos robóticos hechos de carne. Animales procedentes de pesadillas, de mundos lejanos, de pesadilla. Por eso no fue raro que grupos de metal de inmediato pidieran sus servicios: Atrocity, Carcass, Celtic Frost e incluso la banda de rock progresivo Emerson, Lake & Palmer.

 

Giger volvería a trabajar con Hollywood en la dispareja serie Especies, donde una hermosa mujer con genes extraterrestres viene a la tierra a destruir a la humanidad. Luego volvería con Prometeus, del mismo director inglés Ridley Scott. Con la partida de Giger se queda un hueco y se termina una era.