Río 2: Deliciosos cliches
Por:
Jafet Gallardo
05 Jun 2018
Sólo hay una cosa que no me gustó nadita de Río de Janeiro… bueno, de Brasil: su cerveza. No puedo […]
Sólo hay una cosa que no me gustó nadita de Río de Janeiro… bueno, de Brasil: su cerveza. No puedo decir que todas las cervezas brasileñas sean malas, pero al menos las que me tocó tomar a mí me dejaron con un mal sabor de boca –literal–. Pero el ambiente compensó mi mala experiencia: fui a un lugar carioca para bailar. ¿Lo mejor? Van a bailar, no a tomar como desquiciados o a ligar. Al principio, me costó trabajo entender la dinámica…
Ahí estaba yo, sentada en una mesa cuando un carioca se me acercó para invitarme a bailar. Por supuesto, como buena mujer mexicana pensé que ya había ligado. Nada más erróneo. El carioca me sacó a bailar y, cuando terminó la canción, me regresó a mi silla, no sin antes darme las gracias. Esa dinámica se repitió varias veces… ahí fue cuando entendí que efectivamente ahí se iba a bailar y nada más. Si puedes, cuando estés en Río, ve a uno de estos lugares, el que sea, siempre y cuando no sea para turistas.
Otra de mis paradas obligadas fue, por supuesto, la playa de Ipanema y la de Copacabana. Lo que más me impactó de estos lugares fueron los impresionantes cuerpos de las personas, jaja. Lo siento, tengo que hacer hincapié en esto porque es realmente es-pec-ta-cu-lar. Tanto hombres como mujeres tienden a ejercitarse en las playas; por eso, hay barras y otros aditamentos de gimnasio ahí, en plena arena. Singular y, sin duda, un deleite.
Antes de irme me dijeron que debía ir al Corcovado. La verdad, me daba flojera. De hecho, debo admitir que estaba un tanto escéptica con el nombramiento de este monumento como una de las maravillas del mundo moderno. ¿Qué pasó? Los cariocas me callaron la boca. El Corcovado es impresionante, hermoso, magnánimo… Sin duda, vale la pena visitarlo. Este Cristo Redentor mide 38 metros de alto y se encuentra a 709 metros sobre el nivel del mar. Lo que más me impactó fueron los detalles de la construcción. De verdad, es como si el Cristo estuviera vivo… Impresionante.
Así que, si van a Río, apéguense a los clichés pues no sólo es más seguro, sino que, en este caso, son increíblemente satisfactorios.
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