¿Te subes o te quedas?

A últimas fechas están retransmitiendo por  televisión de paga  uno de los programas más chingones que la televisión mexicana haya tenido: Siempre en Domingo… ¡Choro!… Me refiero a Incógnito, esa hora semanal de bromas callejeras, sketches incomodadores de conciencias recatadas o hipócritas e investigaciones hechas sin mucha formalidad, pero con los huevos suficientes para ser trascendentes.

Y digo que era uno de los programas más chingones no sólo por mi destacada conducción, por el equipo de profesionales detrás de las cámaras o por las viejas bien sabrosas que salían. Lo digo porque ese programa se trató de experimentar, de medirle el agua a los camotes, de ver qué pasaba y de divertirnos un chingo en el camino.

En Incógnito y su antecesor, Toma Libre, se vieron cosas que la neta siento que va a estar muy complicado que se vuelvan a ver: Un 69 entre dos gringas durante el Spring break, un ratero profesional enseñando los trucos de cómo “cacomixtlearse” una nave, un concurso de viejas feas en el que el público les gritaba «¡horrendas!» mientras desfilaban por la pasarela

Contrario a lo que se podría pensar al escuchar estos ejemplos, no pretendo hacer apología de lo políticamente incorrecto con ellos, sino dimensionar  lo que significó conquistar esos espacios en una empresa tan tradicional como Televisa y por un equipo completamente integrado por jóvenes. Chavalones, pues.

Nuestro productor Miguel Ángel Fox no llegaba a los 36 y de ahí para abajo puros veinteañeros valagardos divirtiéndose con una difusión que se contaba por millones de espectadores en alcance.

Sí experimentábamos y tirábamos un chingo de ideas y sólo así fue que pude aprender mucho de todo, desde lo más técnico, como operar equipo o trucos de realización, hasta lo más humano y simple como que la mejor manera de persuadir a un equipo de hacer algo bien es poniendo el ejemplo.

No estaba tan fácil tener que sacarte algo cagado todas las semanas. Porque ustedes (güeyes del público) son bien pinches exigentitos… Y con razón, al fin y al cabo nos están regalando lo más valioso que tienen: su tiempo.

Hoy la televisión es otra y sus posibilidades parecen reducirse, pero creo que todo es cíclico. Siempre habrá jóvenes buscando sus espacios con su lenguaje, con su grado de gandallez, con la magia del atrevimiento. Y si ahorita no es en la tele, lo encuentran en Internet.

La evolución de los medios y del contenido nos está llevando por un camino que nos aleja de aquellas noches de 2005 cuando Incógnito salía a las 11 y era la opción natural y de las únicas para ver ese tipo de contenidos. México (aunque no ha pasado tanto tiempo) es otro, producto de la dinámica imparable que nos empuja hacia adelante y nos hace evolucionar a putazos o nos condena al rezago.

Antes, la falta de evolución estaba bien, por eso a Siempre en Domingo le decían “Siempre lo mismo”, pero la gente lo veía. Hoy si no innovas de un mes a otro, ya empiezas a aburrir. ¿Es desgastante? Cabrón. ¿Es un reto? También, y uno que a mí me gusta aceptar. Es obvio que un chingo de veces me falla y acabo dando una idea que ya hice o intenté, el pedo es verle el lado fresco.

No hay manera de ganarle al cambio, pero me alegra ser de aquellos a quienes les emociona y les resulta natural avanzar y adaptarme a él. No estoy en tele pero me inventé mi propia tele en el internet donde puedo decir y hacer lo que quiera y explorar mis propios cambios. Son tiempos emocionantes, son tiempos liberadores, son tiempos de estar a la altura de esa libertad y seguirle rascando a la bolsa del ingenio para que salgan más piedras preciosas, más momentos memorables de los cuales se pueda escribir en el futuro.

Escribo esto en el baño mientras zurro con el iPad en las piernas. En cuanto ponga punto final a este artículo, voy a ver un video que me mandaron por twitter y le pienso comentar por el mismo medio a quien me lo mando qué me pareció. Todo desde el escusado, sin detener mi zurre. Esa posibilidad es nuestra nueva realidad y a ella nos tenemos que adaptar o quedarnos atrás.