Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú

Por: Kenia López 07 Nov 2025
El nombre Manú proviene de manushe, un pan tradicional libanés que aquí se convierte en el protagonista de una carta llena de reinterpretaciones con acentos mexicanos.
La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú

Hablar de Manú es adentrarse a un universo culinario donde la historia, la técnica empírica y el sabor se entrelazan en una propuesta que redefine la cocina del Medio Oriente desde el corazón de la capital mexicana.

Creado por Héctor, Isaac y María, este espacio celebra la tradición libanesa con un toque contemporáneo, ingredientes locales y una filosofía que apuesta por la justicia alimentaria y el consumo responsable.

Un concepto con historia 

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú 0

El nombre Manú proviene de manushe, un pan tradicional libanés que aquí se convierte en el protagonista de una carta llena de reinterpretaciones con acentos mexicanos.

Los ingredientes, provenientes de distintas regiones del país, son adquiridos directamente de productores locales, garantizando frescura, trazabilidad y precios justos.

El resultado es una cocina con identidad propia: sabores que evocan las montañas del Líbano, pero con el carácter vibrante de México.

El espacio, diseñado con una mezcla de lo natural y lo rústico, conserva una delicadeza casi artesanal. Maderas claras, especias, libros de cocina y una barra de café y tés invitan a quedarse más tiempo del planeado.

Más allá del pan: la experiencia Manú

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú 1

Además del manushe, el restaurante ofrece un imperdible mezze libanés, que incluye clásicos como hummus, baba ganoush, muhammara, labneh y aceitunas, todo en su platillo estrella Beirut Bites, acompañado de mini pitas recién horneadas.

La carta se completa con una selección de galletas, postres caseros, vinos naturales y tés artesanales, ideales para quienes buscan una experiencia más relajada o un maridaje perfecto entre dulzor, acidez y especias.

Y a partir del 27 de septiembre, Manú estrena sus esperadas koftas de cordero, un guiño directo a la tradición libanesa más auténtica.

Una experiencia sensorial en cada detalle

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú 2

En Manū, cada elemento, desde el origen de los ingredientes hasta la presentación del plato, cuenta una historia.

Más que un restaurante, es un refugio donde los sentidos se encienden, el tiempo se detiene y el comensal se conecta con una gastronomía que honra la herencia del Medio Oriente mientras se fusiona con la identidad mexicana.

El viaje a Beirut

Este video te puede interesar

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú 3

Es así, como María nos cuenta un poco sobre el origen de Manú y para ello se remonta al viaje que cambió su vida.

“Yo llegué a Beirut con una mochilita, una camisa de lino y los nervios hechos nudo”, recuerda entre risas.

“Según yo iba a una entrevista de trabajo, pero no sabía ni cómo llegar y solo hacía señas”.

Ese primer día aprendió que en el Líbano hasta los gestos se cocinan distinto. Y aprendió también que la curiosidad es el mejor pasaporte.

“Al final llegué caminando. Llegué tarde, pero llegué. Y desde ahí ya supe que la cocina era mi idioma universal”.

El alimento como herencia y salvación

La historia culinaria de María comenzó mucho antes de Beirut.

“Mi bisabuela era de Tlacotalpan, una mujer impresionante. Viuda joven, perdió a un hijo, y un día se preguntó cómo iba a sostener a su familia. ‘Sé cocinar’, se dijo. Y así empezó todo”.

Aquella mujer cocinó para políticos, viajó sola a Nueva York y regresó con la receta de los hot cakes.

“Ella decía que gracias a ella los hot cakes llegaron a Veracruz. Y yo le creo”, ríe María. “Imagínate: mantequilla, miel de maple y toda la valentía del mundo.”

De esa bisabuela, dice, heredó el fuego. Pero fue el cuerpo el que le enseñó la disciplina.

“En 2021 me diagnosticaron una enfermedad rarísima: miositis amiopática anti MDA5. Los doctores me dijeron que probablemente terminaría en silla de ruedas o sin poder respirar. Me recetaron inmunosupresores, esteroides, pastillas para todo. Nadie me habló de comida”.

En lugar de rendirse, María se encerró en su cocina y comenzó a estudiar.

“Dije: yo me dedico a cocinar, yo me puedo curar. Me quité gluten, lácteos, azúcar, alcohol. Pero no desde el sacrificio, sino desde la creatividad: ¿cómo hago que esto sepa rico? Cambié mi dieta y empecé a sentirme bien”.

Ese proceso la llevó a estudiar nutrición funcional y naturopatía en Nueva York. “Me acaban de dar mi diploma el 28 de agosto”, dice orgullosa. “Hoy no tomo ni una sola pastilla. Mi medicina es lo que pongo en el plato.”

Manú, el pan que alimenta la memoria

El manushe, protagonista del restaurante, es más que una receta. Es, literalmente, el pan que la salvó.

“Cuando vivía en Beirut y no tenía dinero, comía manuches todos los días. Costaban tres pesos con sesenta centavos. Era mi desayuno, mi comida y mi cena. Me alimentaron. Por eso digo que mi relación con el manuche es de puro amor”.

Hoy, en Manú, ese pan se amasa a mano, se hornea a baja fermentación y se sirve en tiritas. “Allá te lo dan en una servilleta, sin plato. Te lo doblan y te lo comes caminando. Es el taco de canasta del Líbano”.

Su favorito: el tawook, pollo marinado en jocoque con pimientas.

“El za’atar, me explica, significa tomillo en árabe, pero no es el mismo. Allá el tomillo tiene hojas grandes, se mezcla con pistache, menta y ajonjolí, y lo bañamos en melaza de granada. Esa acidez es el alma del plato”.

En nuestra visita, las estrellas de la noche fueron tres versiones de este pan insignia:

  • Manushe Tawook, con pollo orgánico marinado en jocoque y jitomates.

  • Manushe de cordero, con carne en pasta de tomate.

  • Manushe de queso mozzarella gratinado, una opción simple, pero llena de sabor.

El consejo es claro: ve acompañado, porque cada platillo merece ser compartido (y probado).

Para cerrar con broche de oro, nos dejamos seducir por el manushe de crema de avellana y rosas, un bocado dulce, suave y perfumado. En la lista de pendientes quedaron el de higos y el de pistache con miel de abeja, perfectos para una próxima visita.

El último bocado

La historia del pan que cruzó el mar para darle vida a Manú 4

Antes de despedirnos, María se levanta y acomoda una vela. “El manuche, dice, es un pan humilde, pero es un acto de amor. Es lo que te comes cuando no tienes nada, y lo que compartes cuando lo tienes todo”.

Y mientras en la barra Bruno prepara un cold brew tónico rebautizado por ella como Cold Bruno, queda claro que en Manú nada es casualidad: ni el aceite, ni el fuego, ni el gesto de ofrecer pan.

¿Dónde?

Río Guadalquivir 58, Col. Cuauhtémoc, CDMX

La Única deslumbra con su nuevo menú mar y tierra

Te recomendamos
Foto perfil de Kenia López
Kenia López Keni Lo Editora de entretenimiento; melómana, comelona y viajera. Escribo sobre lifestyle y música. Conduzco el podcast Chelas y Bandas.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2025
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER OCTUBRE 2025.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!
¿QUÉ TEMA TE INTERESA?