Una reseña: “Estación Fantasma” y el eco de nuestros miedos

El cine de terror coreano vuelve a estremecernos con Estación Fantasma, una película que no sólo ofrece sustos y misterios, sino que también invita a reflexionar sobre la ética, la venganza y los fantasmas personales que todos cargamos. Estrenada recientemente en México, esta cinta dirigida por Jeong Yong-ki encuentra un particular eco en nuestro país, donde las historias de fantasmas en el metro son parte de la narrativa popular.
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El terror cotidiano y la conexión cultural
México comparte una fascinación con Corea del Sur por los relatos sobrenaturales en espacios urbanos. En la Ciudad de México, el metro no sólo es un medio de transporte, sino también el escenario de innumerables leyendas, trenes fantasmas, estaciones malditas y pasajeros espectrales forman parte de nuestra identidad colectiva. Estación Fantasma traslada esta inquietante atmósfera al subsuelo de Seúl, específicamente a la estación Oksu, donde se desatan eventos inexplicables tras un accidente de tren.
La película nos recuerda a clásicos como El Aro con su narrativa de maldiciones que trascienden lo físico, pero también introduce un subtexto inquietante: el maltrato infantil y el tráfico de órganos como los detonantes de una venganza que pone en jaque a sus protagonistas.
Periodismo y la búsqueda de la verdad
En el centro de la historia está Na-yuong, una periodista que busca redimir su reputación tras un error ético en su carrera. La profesión periodística, con su constante presión por encontrar una exclusiva, es retratada como un campo que puede empujar a sus practicantes a cruzar límites morales en aras de la verdad. Estación Fantasma muestra las consecuencias de estos deslices, invitando al espectador a cuestionar un dónde radica el equilibrio entre ética y ambición.
Una venganza incomoda
El desenlace de la película ofrece una sensación ambivalente. Si bien proporciona una resolución satisfactoria para los eventos que se desarrollan, también deja una sombra de culpa: la alegría por la justicia lograda mediante la venganza se mezcla con el pesar por la brutalidad de los actos que llevaron a ese momento. Este dilema moral es uno de los puntos más destacados de Estación Fantasma, que logra trascender el género de terror para explorar la complejidad de las emociones humanas.
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Un espejo de nuestras propias leyendas
La llegada de Estación Fantasma a las salas mexicanas no podría ser más oportuna. En un país donde las historias de aparecidos en el metro nos confrontan con nuestras propias ansiedades urbanas y sociales, la película de Jeon Yong-ki nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el miedo y la redención. Quizá, como Na-young, todos somos periodistas buscando la verdad entre las sombras de nuestras estaciones fantasmas.