Soltar el control

La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales más temidas que hace que quien la padece se sienta “poco hombre”.
Pero, vamos por partes: ¿qué entendemos por eyaculación precoz?
Desde aquí, pisamos suelo resbaloso, tenemos que poner varias cosas en contexto, por ejemplo, cuánto dura la relación sexual promedio ¿lo saben? pues ni más ni menos que tres minutotes (de repente el panorama no es tan malo ¿verdad?).
Una disfunción como la eyaculación precoz no puede ser diagnosticada basándonos únicamente en la cantidad de tiempo que te toma eyacular, sino más bien, en el control que tienes sobre el placer que recibes y das; es más una cuestión de calidad que de cantidad.
La eyaculación precoz es un problema porque los hombres que la padecen no pueden evitar eyacular en cierto punto, sin importar el tiempo que pase (sólo en casos extremos el hombre eyacula segundos después de la penetración o incluso antes de que esta ocurra). Es esta sensación de descontrol la que progresivamente genera problemas personales y con la pareja.
En la mayoría de los casos la evacuación precoz es provocada por causas psicológicas, aunque de acuerdo al Instituto Urología y Medicina Sexual en Zaragoza, también puede haber causas orgánicas como la prostatitis crónica, algunas enfermedades neurológicas y problemas en la tiroides, entre otras. Por eso es importante que acudas a un médico en caso de estar preocupado.
Hay muchas opciones para desarrollar control sobre la excitación, ejercicios y técnicas que van estimulando la conciencia corporal (como estimular y parar cuando el hombre cree que está a punto de eyacular). Asimismo hay un fármaco recientemente lanzado por la empresa estadounidense Johnson & Johnson, llamado dapoxetina. Ésta es un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, dicho en cristiano, un antidepresivo, que ha mostrado un altísimo éxito en retardar la eyaculación.
Como la mayoría de las veces, conviene tomar cada caso por separado, si crees tener problemas de eyaculación precoz, antes de hundirte en toneladas de información que te dará Google (y que muy probablemente te pondrán paranoico), trata de pensar qué es lo que estás sintiendo, cuál es tu relación con tu pareja, qué has vivido últimamente o qué estabas pasando cuando empezaste a sentirte de este modo. Habla con tu chica (tal vez quieras que una doctora sexy te ayude con los ejercicios) o con quien te sientas cómodo. Y sobre todo, recuerda, las estadísticas están de tu lado: el 95% de los casos se revierten con éxito.