Gerardo Fernández Noroña, señor de las mantas

LOS AMO A TODOS MENOS A…
“¿Usted bebe, diputado?”, le pregunto aproximadamente diez minutos después de haber comenzado nuestra entrevista. Gerardo Fernández Noroña responde que no. “Muy pocas veces”, se corrige. “No lo hago, no por puritano”, complementa, “es que tengo problemas de ácido úrico y como me gusta mucho la carne, procuro nunca beber alcohol”.
Desde que llegué a su oficina, noté que en uno de los libreros hay una botella de licor. Se lo hago saber. “Sí, pero está cerrada, puedes checarla”, me invita a corroborar. De hecho, atestiguo, aún está envuelta en su plástico.
A estas alturas no vale la pena volver al tema de la primera manta, la que el diputado del Partido del Trabajo mostró el 3 de febrero pasado y que desató el escándalo que le costó a Carmen Aristegui dos semanas fuera del aire. Tampoco la segunda, revelada apenas 5 días después de la primera, en la que se leía el texto “El senador Belisario Domínguez le dijo traidor y asesino a Victoriano Huerta (entonces presidente del país). Como respuesta, éste mandó asesinarlo, previamente le cortó la lengua. Obviamente el senador Domínguez nunca aportó pruebas”. Aunque no gozó de la misma repercusión mediática de su antecesora, la manta sí provocó la ira de tres diputados panistas que se acercaron a la curul de Fernández Noroña para arrebatarle la lona.
El tercer acto de esta historia concluyó con el diputado –perteneciente a las Comisiones de Cultura y Asuntos Indígenas, entre otras – mostrando una última manta, precisamente esta misma mañana, en la que se leyó: “Te amo”.
—Va dedicada al pueblo de México, fue la manta sentimental–afirma.
—¿A todo el pueblo de México?
—Menos al PAN.
ME DICEN EL CAVERNÍCOLA
Fernández Noroña habla de frente. Alza la voz, pero no grita. Realiza ademanes, pero no manotea. Las palabrotas con las que familiarmente nos saludamos cuando llegué a su oficina (“Me dijo el cabrón de Porfirio, porque a él lo acaban de entrevistar, ¿no?: Cabrón, te tienen que invitar a una cena con la Playmate del mes”) ni siquiera asoman en el apasionado discurso, respetuoso siempre de la oratoria, que en este momento él realiza delante de mí, con su escritorio –modesto, atiborrado de papeles y libros, con una computadora común y corriente encendida en el extremo derecho– en medio de nosotros.
Le pregunto si se salió con la suya o mejor dicho, si se está saliendo con la suya gracias a las mantas. Él contesta que era una protesta más, que al Presidente lo ha tachado de muchas cosas, entre ellas asesino y aliado del narco, pero que fue el calificativo de borracho el que más le dolió. Lo dice con todas sus letras. Por eso es tan conocido. Le hago saber que no está de más que la gente lo conozca por sus mantas, que ha de ser complicado sobresalir entre 500 de los suyos.
—Mira (suspira profundamente), suena pedante, pero era muy conocido antes de la protesta. Y luego me hacen esas campañas miserables, pegándome un día y el otro también, que me hacen más conocido.
El michoacano dice que los medios son muy majaderos con él. “Me tachan de cavernícola”, es la frase que sale de su boca, acompañado de un “que soy inculto y no sé hilar más de tres palabras”. Después me dice que suele leer de dos a tres libros a la semana. Uno cuando le va mal. Se siente preparado para sostener cualquier charla sobre filosofía, religión, política, viajes o arte. Si no lo sabe, lo investiga.
—La semana pasada estuve en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), eso no lo dicen los medios. Me querían negar el Auditorio. El cupo era para 350, pero hubo 500 muchachos. Estaba lleno el Auditorio, los pasillos, las escaleras… cuando la gente me conoce, dice “pues sí tiene propuestas”.
Fiel a su vocación política, interrumpe la evocación para enumerar las propuestas que en el ITAM puso a juicio de los estudiantes: empleo bien pagado para la gente, educación para todos, salud para todos, vivienda para todos, alimentación para todos.
—Como dice Andrés Manuel, para gobernar se necesitan dos cosas: ser honesto y querer a la gente. Cumplo los dos requisitos.
Tanto nos quiere, que hoy nos lo hizo saber en una gigantesca manta.

PARA LOS QUE NO HABLAN INGLÉS
La oficina de este hombre rezuma inconformidad. No existen lujos ni excesivas comodidades. A lo mucho, un sillón en el que el fotógrafo y yo esperamos alrededor de 20 minutos (“Perdón, es que parezco camión yo, caray, parándome en todos lados. Es que me saludan…”) a que el diputado llegara y desde donde observamos varias fotografías de Pedro Valtierra enmarcadas, entre ellas un retrato tomado al Subcomandante Marcos desde atrás, con un hilo de humo escapando de su famosa pipa, y el de la indígena chiapaneca que enfrenta a un soldado y que le valió al autor el premio de periodismo Rey de España en 1998.
La que está arriba del diputado, enfrente de mí, es su favorita. Una que se trajo de Europa en la que se ve a una muchachita punk risueña ante el acoso de unos militares.
En ese momento le señalo que la Constitución dice que también los miembros del Partido Acción Nacional son mexicanos, o sea que el “Te amo” tendría que ir dirigido también a ellos.
“Parece que (el presidente) Calderón no –me contesta–, trabaja abiertamente contra el interés nacional. No es asunto de posiciones ideológicas diferentes. Hay 49 millones de personas que ganan dos dólares al día, pero Cordero acaba de decir que con 6 mil pesos al mes vives bien. Al tipo le dan 3 mil pesos diarios para comida. ¿Cómo puedes tener un trato con ese tipo de personas?
La puerta de su despacho y la de la recepción están abiertas. Cualquiera que pase por delante lo puede escuchar, aunque es poco probable que alguien opine en sentido contrario. Estamos en el edificio B de San Lázaro, en el apartado del Partido del Trabajo y muy cerca del Partido de la Revolución Democrática.
Fernández Noroña me cuenta, para que quede claro que ama a la gente, que está revisando el caso de los trabajadores de limpieza de la Cámara, que ganan 2 mil 400 pesos a través de un outsourcing, sin derechos ni prestaciones. “Outsourcing es, les digo a los que no saben inglés: te vamos a chingar.”
—Insisto: si los del PAN son pueblo de México, algo de su afecto les ha de tocar.
—¿Pero cómo vas a querer a García Luna? –se pregunta –en su cara le he dicho asesino. Le mostré propiedades de 42 millones y medio. Y cuando le pregunto de dónde, me responde que ahorra mucho. ¡Que me diga dónde, para ir a ahorrar nosotros!
EL FUERO NO VALE NADA
Licenciado en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana, Gerardo Fernández Noroña inició su carrera política en el sindicato del Instituto Mexicano del Seguro Social. Más adelante, ayudó a crear la Asamblea Mexicana en Defensa de los Deudores de la Banca. Llegó a ser Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del PRD.
Sin embargo, la vocación incendiaria la traía desde antes. Siempre tuvo el carácter fuerte, rebelde, pero fue hasta la preparatoria –como Presidente de la Sociedad de Alumnos– cuando comenzó a desarrollarlo. Más adelante, se convirtió en Dirigente de las Unidades del IMSS en su colonia. De repente devuelve la mirada como si algo lo hubiera arrancado de su memoria y toma un libro de entre su montón de papeles. Es el de esta semana, ya antes dijo que podrán ser dos o tres desde hoy –que es martes– hasta el domingo. Se llama Política del Rebelde: Tratado de resistencia e insumisión, de Michel Onfray. “Por si me hiciera falta”, me dice y se ríe.
Sus protestas en contra de Ernesto Zedillo (que lo llevó a conocer la cárcel), Vicente Fox y ahora, Felipe Calderón, tienen una historia que a continuación me cuenta. Sólo una vez lo sacaron de clase como estudiante, pero sí lo corrieron de varios empleos. Tuvo al menos una docena de ellos en pocos meses. Siempre, afirma el diputado, “por pedir derechos y esas cosas para los compañeros”.
Su gran inspiración fue su abuela, la que innumerables veces intercedió por él en los empleos. La otra fue la UAM, porque de cada cinco materias, cuatro eran de marxismo.
–Me sacaron en la secundaria. Íbamos a ir a una excursión a las Lagunas de Zempoala. Yo quería ir, pero estaba enfermo, pero la mayoría no iban a ir. El maestro se enojó y dijo que nos iban a expulsar a todos. Lo único que dije fue: “Nos expulsan, madres”. Pero entonces salieron cosas como que le había mentado la madre al profesor. Parecían comentaristas de Televisa, puras infamias.
Parece muy fácil que Fernández Noroña encuentre en su memoria episodios en que se ha enfrentado al poder. Una vez, yendo a ver las mariposas Monarca lo detuvo un retén militar y se enfrascó en una discusión con los uniformados en el que uno y otro bando se recitaban artículos de la Constitución. Al final lo dejaron ir, pero el oficial amenazó al hoy diputado diciéndole que le haría llegar el fundamento legal que lo obligaba a ser revisado. Aquello fue en 1993 y Fernández Noroña sigue esperando. En otra ocasión, después de que por una protesta ante Zedillo lo encarcelaran en Cancún desde que llegó, dejó en claro que se trataba de un preso político. Nadie se metió con él.
—Tengo 50 años. No nací diputado ni moriré diputado, espero. Soy un tipo de lucha. Si José Alfredo viviera diría: “el fuero no vale nada”.
—¿Cree en la lucha armada? –le pregunto mientras observo otra vez su fotografía favorita, la de la punk y los militares.
—Si creyera, estaría armando guerrillas y no aquí, en la Cámara.
CUIDADO CON LOS ACENTOS
Antes de platicar conmigo, le da algunas indicaciones a uno de sus asistentes. Lo hace sin pena. Sabe que hay un periodista adelante. Se trata de las medidas de una nueva manta. “Hazla donde siempre”, le dice al hombre que lleva en una hoja apuntado el texto.
Le pido a Gerardo Fernández Noroña que me cuenta qué dirá esta nueva lona.
—Ya me iba a retirar de esto, pero me dieron una idea buenísima.
El texto es una burla a la declaración del Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero. Dice así: “Combo Cordero. Escuela + Casa + Carro = 6 mil pesos”.
—Pero hay que ponerle “escuela privada” interviene el fotógrafo.
Fernández Noroña sonríe. Le indica al asistente que así lo haga.
—Mucho cuidado con la ortografía –añade– ya ves cómo nos criticaron la otra vez.
