¿Qué hacer si viajo a Costa Rica? 3 sugerencias

El paraíso sí existe y lo encuentras en el bosque nuboso de Orosi y San Gerardo de Dota, dos joyas costarricenses que valen la pena conocer. En busca de unas vacaciones en medio de la naturaleza, encontramos una de las comunidades más antiguas de Costa Rica: Orosi. Aquí yacen grandes extensiones de cultivos de café, parques naturales y aguas termales.
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Sin pensarlo, cabalgamos entre el volcán Irazú y Turrialba; y amanecimos entre quetzales en su hábitat natural. Esto, a menos de dos horas en coche desde San José. Si te gustan los destinos nuevos, escápate a Orosí y San Gerardo de Dota con esta guía que creamos para ti.

Una estampa de Turrialba
1 Cabalga entre volcanes
Imagina esto: un sendero pintado de verde donde tu única preocupación sea observar la fotografía viva del volcán Irazú y Turrialba mientras un caballo de nombre “bondadosa” guía tus riendas sabiendo el camino.
Esta magia sucede en la hacienda Queverí, en el Valle de Ujarrás, muy cerca del Parque Nacional Tapantí: donde emerge el agua como torrente que baja del cielo, un territorio donde recorren más de 150 ríos; por lo que el sonido del agua, en compañía de las 255 especies de aves, será tu soundtrack en medio del bosque.
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2 Báñate con aguas minerales termales
Después de caminatas inmersas en la naturaleza y una oferta turística que incluye tours de café o de plantíos de piña, encontramos la Hacienda Orosí: un paraíso en la Tierra. Sumérgete en siete albercas con agua mineral termal, las cuales oscilan entre los 34 °C y los 39 °C; con vistas del Valle Orosí, el Cerro Barba de Viejo y los imponentes volcanes. Dile adiós al estrés en una tarde.

Ujarras, en Costa Rica.
3 Fotografía al ave sagrada más bella de América
A golpe de las 5:00 am, cuando la neblina de los tupidos bosques se levanta, en Trogón Lodge, se pueden observar quetzales alimentándose de aguacates silvestres mientras hacen maniobras de cortejo o hechizan a turistas europeos con sus coloridas alas de hasta 1.20 metros de largo.
Con cámara en mano, apuntando hacia el árbol más cercano, quedarás hechizado con el ave sagrada de América o- para los aztecas- la reencarnación de Quetzalcóatl. Es en San Gerardo de Dota donde podrás identificar al quetzal macho (el más colorido), a la hembra (de plumas grises) o…¡hasta quetzales bebés!
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