Restaurante Colmillo: carne, vino y un diablo sin hogar

Con tres locaciones, una carta que gira alrededor de la carne y una propuesta de mixología digna de un hechicero, Colmillo es un host spot que se perfila como el favorito para este mes de brujas, vampiros y licántropos.
Una boca abierta me amenaza desde mi plato vacío. Parece la de un vampiro. En combinación del restaurante que se ubica en el número 124 de Aristóteles, exhibe un afilado juego de colmillos. Con ese mismo apetito quiero hincarle yo los dientes a los platillos que nos servirán.
Los tragos de Merlín
Lo primero es un trago. Elijo una de las especialidades de la casa. El que se sirve en un vaso en forma de búho. Toda su oferta de mixología tiene un aura de alquimia, como si vez de bar tender, fuera Merlín en persona el que despachara detrás de la barra y pretendiera convertir el plomo en oro. Los nombres de su coctelería no son comunes y parecieran hechizos e invocaciones: el Diablito Homeless es un ejemplo.
Play that funky music
Colmillo es un restaurante del que se desprende una personalidad erótica. Lo pensé antes de subir por su elevador. Lo rodea un misterio seductor, un sutil aire prohibido que estimula los sentidos. Por las bocinas —que consigue estar lo suficientemente alto para disfrutar de la música, pero no tanto como para que no se pueda conversar civilizadamente— salen melodías funky y algunos selectos cortes de hip hop de la vieja escuela.
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No es un sitio para el decoro o el recato. El menú está inspirado en las especialidades urbanas neoyorkinas y californianas, tenido a la carne como elemento principal. Pero cada detalles tiene por objeto despertar al Leviatán que nos habita entre el ombligo y la espalda. Para un periodista de Playboy parece una acción premeditada que los dibujos en la vajilla sean tan sugerentes como el cuerpo de una mujer desnuda o la antes mencionada cavidad vampírica.
Meat me there
Entre las especialidades, que en la página de Colmillo se anuncian sin justificada arrogancia como sus 7 maravillas (y es imposible mentirle al paladar, lo son), figuran los tacos. Finamente cortados, con la pericia del protagonista de un slasher hollywoodense de los 80, provienen de sus tres trompos: res, cerdo y pollo.
Sexualidad: La mejor comida para meter tu nepe
Pero sin lugar a dudas, a quien escribe los que casi le hacen perder la cordura fueron los de tuétano. La proteína prácticamente se disuelve entre los dientes, como le habría de suceder al conde Drácula cuando se paseaba por la tibia yugular de Mina.
Ninguna historia interesante comienza con alguien comiéndose una ensalada. Así dijo Charles Bukowski y Colmillo parece tomárselo a pecho. Por eso hasta a la col asada se le añade jugo de carne.
Vinos salvajes
Su res proviene de Ganado Black Angus importada de Nebraska y certificada por el United States Department of Agriculture. Pero ningún frío documento reemplaza lo que se siente cuando muerdes.
Mucho mejor si lo maridas con una copa de su amplia variedad de salvajes, vinos biodinámicos, orgánicos y naturales.
Los Intocables: vino en barricas de Bourbon
De su locación en CDMX (hay Colmillo en Monterrey y Guadalajara), hay que destacar su decoración elegante, oscura, con suficiente iluminación y una selección de obras de arte de Aldo Chaparro, Pedro Friedberg, Napoleón Habeica e Yvonne Venegas.
Postre de diseño
Así, como obra de arte, anuncia su postre emblema. Lleva por nombre Pastel de Novios y se trata de una monumental torre de tres pisos y tres leches, con sabores a con plátano, cajeta y nuez, una cascada de betún blanco y coronado con una pareja en todo lo alto.
El lugar también cuenta con Testa, su propio speak easy con decoración semejante al interior de un submarino que potencia la experiencia prohibida. Un trago, una canción adecuada y como diría Patti Smith, la noche le pertenecerá a los amantes.
Fuimos a un speakeasy a fumarnos “El Último Cigarro”
Colmillo representa un imperdible para cualquier época del año, pero en octubre, bajo la luna llena y con toda la actitud de participar en un aquelarre gastronómico y convertirse en licántropos del buen comer, definitivamente hay que visitar este restaurante.
