Playboy Nómada: en busca del tesoro musical
El Treasure Island Music Festival puede ser el pretexto perfecto para darte una vuelta por la ciudad californiana al este de la Bahía de San Francisco, en la que disfrutarás de experiencias gastronómicas nada arrogantes, pero exquisitas.
El cantante de Cigarettes After Sex le susurró a una multitud que quería cogerse lento a su amor platónico. Pero el avistamiento de la banda de moda no fue suficiente para lograr que parte de los 23 mil 500 asistentes –contabiliza- dos durante el fin de semana entero por la producción del Treasure Island Music Festival– se reunieran bajo el escenario. Una parte de ellos prefirió acomodarse a un costado del espacio donde las marcas realizaban sus activaciones. Faltaban unos minutos para las 7 de la noche. El sol caía lentamente como si alguien lo hubiera alcanzado con un rifle de tiro y se tratara de un globo que se desinflara lentamente. Hasta que se perdió detrás de los rascacielos de San Francisco justo en el momento en que Greg acariciaba las cuerdas de su guitarra como si le rascara la espalda a una mujer. Entonces el cielo que parecía el charco enorme de un asesinato, se transforma en un enorme agujero negro. Los millennials grabaron cada detalle del ocaso en sus teléfonos. Pero también se emocionaron. Gritaron y aplaudieron al espectáculo que la naturaleza les obsequió. Ni siquiera el rock fue más convincente que un atardecer para la generación a la que injustamente se acusa de haber perdido la capacidad de asombro.
Here comes the sun
Treasure Island Music Fest es una celebración musical de dos días en los que el Middle Harbor Shoreline Park se transforma en un paraíso adolescente. Sin adultos a la vista, los chicos se divierten. Los pocos que pasamos de los 30 nos camuflamos con el desfile de torsos bien trabajados y piernas largas a las que el tiempo no se atreve a romper. Dos escenarios. Bautizados sin complicaciones como The City y The Town son los que este fin de semana les sirven de púlpito a los músicos para oficiar. El sonido impecable canaliza las descargas que los cuerpos juveniles traducen en baile. Luego de un par de días de hostilidades a la orilla del mar, lo que queda en la memoria son estampas que comprueban cómo la música, pese a los años, continúa siendo un ritual primitivo. Al desquiciado JPEGMAFIA le toca abrir un escenario el sábado por la mañana. Termina tirándose al público. Revolcándose entre el fango mientras decenas de celulares lo graban gritando “I’m a real nega!”.
A la neoyorquina Sharon Van Etten le toca tejer una telaraña de tristeza sobre nuestros oídos. La australiana Courtney Barnett nos persuade a punta de guitarrazos de que el rock está vivo. Pese a su juventud, el cantante de Shame, Eddie Green, mantiene en su ADN el código genético de los viejos cantantes de punk como Johnny Rotten. Tame Impala como gran cerrador del segundo día nos introduce en un viaje galáctico. Entre la voz de Kevin Parker, que bien podría pasar por la de un extraterrestre intentando comunicarse con los terrícolas, y las figuras geométricas en colores neón que se proyectan en las pantallas, para cuando cobramos conciencia seguramente nos encontramos a millones de años luz. Pero ni siquiera el rock, el hip hop, el EDM y la cerveza artesanal o las pizzas, son capaces de ganarle en euforia a un hermoso atardecer a la orilla del mar.
Ensalada o salchicha, he ahí el dilema
En Oakland, hasta el corazón late más lento. Acostumbrado al huracán que representa la Ciudad de México, tomarse las cosas con calma para conocer la ciudad al este de la Bahía de San Francisco, puede representar una experiencia complicada. Un auténtico reseteo mental. Existe un inventario de experiencias a las que vale la pena acercarse, sobre todo en las horas previas a meterse varios decibeles por los oídos.
A tan sólo unas cuadras del Oakland Marriott City Center, que justo en mi estadía alojaba una entretenida convención de fumadores de mariguana, se encuentra Swan’s Market. En el área de comida existen opciones que van desde la frescura de una ensalada en The Cook and Her Farmer, atendido por sus propietarios, la cocinera Romney Steele y su esposo, el gran- jero Steven Day; hasta la bomba de calorías (pero exquisita) de una salchicha alemana en Rosamunde Sausage Grill, parrillada en la que se puede disfrutar de una variedad de 16 salchichas orgánicas maridadas con igual número de cervezas de diferentes estilos. Un auténtico pedazo de cielo para quienes aún no nos dejamos seducir por la opción vegana de la vida.
La misma tranquilidad con la que uno puede masticar sus alimentos y sorber su bebida en el Swan’s Market, después se puede dar un paseo por la zona de lagos de Oakland. Alrededor del lago Merritt y el Grand Lake Neighborhood, se extienden zonas de residenciales muy exclusivas (se espera que no sea barato desayunar todos los días con vista a una hermosa concentración de agua) de arquitectura que luce perfecta en una fotografía para Instagram. No hay emociones fuertes, pero tampoco hacen falta.
En realidad, las opciones para el viajero que desea combinar una visita a los hot spots de San Francisco (la prisión de Alcatraz, el Golden Gate, la librería Citylights o el Vesubio Bar) con las de diversión en Oakland, son variadas. Por ejemplo, dar un paseo por la Temescal Alley, una serie de viejas caballerizas adaptadas como negocios para artesanos. En ellas se puede comprar joyería, herbolaría, ropa hecha a mano o libros.
Algo así como un paraíso hípster en el que los ánimos se pueden ir calentando para explotar definitivamente en el Treasure Island Music Fest, que en 2019 celebrará su duodécima edición y promete, otra vez, tener un elenco que represente las tendencias más escuchadas en Spotify. Ojalá, espero, siga siendo un maravilloso sunset el número más esperado por la avanzada millennial.
El dato
PARA LLEGAR: United Airlines United.com (Porque hay vuelos directos)
PARA DORMIR: Marriott City Center espanol.marriott.com (Perfectamente bien ubicado)
PARA MOVERTE: lyft.com (Mucho más barato que Uber)
PARA COMER: Drake’s Dealership (Cervecería artesanal con servicio de parrillada que reúne a sus comensales en un patio provisto de confortables sillas) drinkdrakes.com
