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LILITH DAGON: A TRAVÉS DE MI WEBCAM AMERICANA

Por: Jafet Gallardo 23 Oct 2017
“Hay tíos que tienen fetiches muy raros. Se ponen pañales y se comportan como bebés. Otros fingen ser niños exploradores. […]
LILITH DAGON: A TRAVÉS DE MI WEBCAM AMERICANA

“Hay tíos que tienen fetiches muy raros. Se ponen pañales y se comportan como bebés. Otros fingen ser niños exploradores. Hay un mar de gente diferente allá fuera”.

La que habla parece la más normal del mundo. Casi nada de maquillaje en el rostro. Un modesto peinado. Viste un abrigo gris que disimula su delgadez. Botas negras debajo de la rodilla. Hasta el final, cuando se desnude, me enteraré de lo tatuada que está. Cruzada de brazos me cuenta que trabaja como webcamer. Se conecta a dos tipos de plataforma electrónica. Una en la que cobra a cada usuario que se conecta para mirarla hacer un show erótico. Otra donde el cliente paga por disfrutar de un tiempo a solas con ella. Para ponerse un pañal, vestirse de boy scout o inclusive, jugar una reta de Xbox.

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Fotografía: Román Gómez @playadura

 

-Algunos me pagan por esta 15, 20 ó 30 minutos. Con algunos me llevo dos horas platicando, con una copa de vino en la mano. Tengo muchos frikis entre mis clientes. A veces sólo me pagan por jugar un videojuego en formato competitivo, aunque soy malísima. Otros quieren que yo los vea más que ellos a mí y no quieren precisamente enseñarme sus bellos rostros (risas)…

No todos son tan inocentes. Una vez le pidieron que se metiera una tanga en la vagina o que orinara en un vaso y ambas peticiones las cumplió, pero…

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Fotografía: Román Gómez @playadura

-Lo más fuerte ha sido que defecara y me embarrara los excrementos. Eso sí no. Ahí sí llegué a mi límite.

La apertura sexual que vive la Ciudad de México y que poco a poco se ha extendido a otras ciudades de provincia, ha creado nuevas fuentes de trabajo de orden erótico. Porque cuando piensa en vivir del sexo, inmediatamente viene a su cabeza la prostitución. Sin embargo, la industria también abarca modelos alternativas (aquellas que están tatuadas y tienen perforaciones), que se alquilan para sesiones fotográficas y de dibujo, sextwiteras y webcam girls, como Lilith, que funcionan como una especie de evolución moderna de las cabinas de Peepshow europeas, en las que una chica se desnudaba y bailaba dentro de una pecera para hombres que las observaban desde una mirilla.

En este caso, la cabina es el monitor de una computadora, Tablet o teléfono celular, desde la cual los fans de la chica pueden depositar una “moneda virtual” con cargo a su tarjeta de crédito, para observar. Porque en este negocio por ver sí se paga. Y de hecho, es lo único que está permitido.

No falta quien confunde la magnesia con la gimnasia, me cuenta la chica que tengo delante. Quienes piensan que también pueden tener acceso a su cuerpo.

-Yo prefiero bromear, porque así le negativa se siente menos ruda. Les digo, ¿con que quieres más? ¡Entonces me vas a pagar 20mil pesos! Obvio nadie me los va a dar. Unos se ríen y ahí queda y otros se ponen muy agresivos. Me dicen “puta” y se desconectan. Pues ni modo, así es. Por lo que pagan sólo pueden tener acceso a mis videos, a la webcam, a mi grupo de Whatsapp. Eso es todo.

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Fotografía: Román Gómez @playadura

Nunca me pongo minifalda

Lilith Dagon es tamaulipeca de nacimiento. Psicóloga de profesión. Recién se graduó como maquilladora y constantemente está tomando cursos, de actuación, de pantomima o lo que sea que pueda ayudarle en su trabajo. Todo por Internet. Inclusive está pensando en comprarse un vibrador que se conecta a la WiFi.

-Obvio no es lo mismo que tocar a alguien, peor la distancia ya no es pretexto para sentir rico.

Igual que muchas de las personas a las que vende sus servicios como webcamer, ya no le atrae demasiado salir a la calle o el trabajo la absorbe como para considerar ir al bar por una cerveza. Existe mucha inseguridad allá afuera. Y ella, como mujer, se siente más expuesta.

-Nunca me pongo minifalda para salir –expone intranquila –porque sé que lo primero que la gente piensa cuando ve a una chava en minifalda es “qué puta” y créeme que no está padre.

Hace rato, cuando llegó a las oficinas de Playboy México, comenzamos hablando de libertad sexual en nuestro país. Muy ad hoc. Porque así como a nosotros nos pasa que hay quienes se espantan con la sola mención a la revista, a Lilith le parece que vive en varios Méxicos distintos.

Hay que recordar que hace ocho años en Guanajuato, se castigaba con 36 horas de arresto a quienes se besaran en la calle. Hoy, en 2017, tuvimos una de las marchas por la Diversidad Sexual mucho más concurridas de las que se tenga memoria. 175mil personas salieron a las calles a pronunciarse porque cada cual decidamos con quién compartir la almohada.

No obstante, el resto del año no todo es color arcoíris.

-Me da gusto que los jóvenes están dispuestos a la exploración de sus cuerpos, que no es lo mismo que la experimentación, pero al mismo tiempo vivimos entre prohibiciones. No puedes tocarte tú mismo porque está mal, según la religión, y si vas con alguien más a que te toque, ¡está peor!

Ella, como webcamer y bisexual confesa, está doblemente estigmatizada. Por su trabajo y por sus preferencias sexuales.

-Para algunas personas, soy una “confundida”. Porque me gustan los hombres y las mujeres.

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Fotografía: Román Gómez @playadura

Hazme un show

Hace más de dos años que ella, pese a su indiscutiblemente belleza, se encuentra soltera. No es sencillo que una persona entienda su trabajo. Lo primero que piensan sus pretendientes cuando les platica que pasa gran parte del día masturbándose delante de una cámara, es que o Lilith es ninfómana o de plano ya no le quedará deseo sexual para su pareja luego de haber disfrutado de tantos ciberorgasmos como sus seguidores.

-¡Pero claro que todavía me quedan ganas de tocar otro cuerpo! Hay una parte del cachondeo que es trabajo. Cada usuario con el que hago contacto es único y diferente. Requiere de toda mi atención, mi energía y mi cachondeo. Pero no por estarme masturbando en la chamba, dejaré de tener ganas de estar contigo.

Y también está el que confunde el trabajo con el placer.

-De entrada no le puedo decir a alguien que soy webcamer porque de portarse como un caballero, pasa a ser un patán. Luego luego salen con el “hazme un show” o “mándame una foto, pero sin bra”. Así que respondo, “¿me vas a pagar los 50 dólares, porque eso cuesta. Asumen que soy ninfómana y me acuesto con todos. O que antepongo el cachondeo a mis sentimientos o a mi intelecto. ¡Y no! Sexualizar una imagen o sexualizarte tú no es fácil, es un trabajo, pero un trabajo como cualquier otro. A mi familia le costó, pero ya entendió que soy una persona normal, con aspiraciones.

Una de esas aspiraciones consiste en volverse directora de un cine erótico al estilo de Erika Lust, la inventora del cine porno feminista. Proponer guiones de películas en las que, como Lilith dice, “el público se caliente, pero también piense”.

Recuerdo que me contó que no usaba minifalda en la calle.

-¿Tiene sentido hacer cine porno feminista en un país de feminicidios?

-Mira, el punto es impactar; que la gente piense y reflexione. Hace dos días hice un video fetish de estrangulamiento. Todo en un ambiente seguro. Lo que anhelo con mis películas es que el sistema de crianza de los hombres en este país sea distinto, porque lo que buscan en el porno, es lo que expresan en sus relaciones de pareja. Nadie conoce mejor nuestras desviaciones que nuestra pareja. ¿Este cine puede representar un cambio? Pienso que sí. Por lo menos nos empodera como mujeres para cuidarnos.

El pretexto del solitario

Antes de quitarse la ropa, para que le comencemos la sesión fotográfica, le pregunto a Lilith que, tomando en cuenta que la mayor parte del tiempo es observada, ¿qué es lo que más disfruta hacer cuando tiene la garantía de que nadie la ve?

-Pasear a mi perrita.

Al principio de la charla me decía que la mayoría de sus clientes son hombres casados, adictos al trabajo o que tienen un problema para acercarse a las mujeres. Y que las webcamers les brindan una válvula de escape para esa soledad.

Le cuento entonces que el rapero y poeta originario de Zaragoza, Xhelazz, tienen un verso que dice: “sacar al perro es el pretexto del hombre solitario para dar un paseo”.

En ropa interior, Lilith Dagon sonríe y dice:

-Así es mi vida ahora, pero tampoco tengo tiempo de pensar en que quiero que alguien me quiera. Hay muchas personas allá afuera que me desean. Y tampoco he dejado de sentirme humana. No me siento un objeto sexual.

 

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Por Arturo Flores

LILITH DAGON

Twitter @LilithDagon

Instagram @lilithdagon

FB/LilithDagon666

manyvids.com/Profile/489935/Lilith-Dagon

Convivencia

Sábado 28 de octubre

20:00 HRS.

Espíritu Santo

(Rosales 1, col. Tabacalera)

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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