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Osorio, el hombre de las tintas y el nuevo Tri

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
#ExageradoComoWarrior Por Carlos Guerrero Warrior @CarlosGuerrero Apenas lo estamos conociendo. Y más vale que nos vayamos adentrando a esa mente […]
Osorio, el hombre de las tintas y el nuevo Tri

#ExageradoComoWarrior

Por Carlos Guerrero Warrior

@CarlosGuerrero

Apenas lo estamos conociendo. Y más vale que nos vayamos adentrando a esa mente de niño aplicado y a sus formas marciales cual integrante de la escolta, para saber cómo es que Juan Carlos Osorio pretende llevar las riendas de la Selección Mexicana.

El colombiano suma dos partidos dirigidos y ya se le juzga como si llevara cincuenta. Así de radicales somos. A unas horas de haber culminado el duelo eliminatorio ante Honduras, como enloquecidas gotas de aceite en la sartén, saltaron un sinfín de prematuras críticas. Que si gustó su estilo, que si fue poco atractivo, que si con ese nivel se alcanzará el objetivo y que si la Femexfut habrá tomado la decisión correcta con su designación.

Partamos de algo: a Osorio lo fueron a buscar. Él dirigía cómodamente al São Paulo de Brasil, uno de los equipos más competitivos e importantes del continente. No vino a México a ofrecer su trabajo ni a vender espejitos como algunos se han atrevido a decir.

En medio de la desesperación, en medio del nebuloso panorama, en aquellos días donde aún se respiraban aires polvorientos tras el arranque de furia de Miguel Herrera, el atractivo verso de Osorio se convirtió en opción real, en pomada milagrosa para desinflamar los golpes de inestabilidad.

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Luego de “El Piojo” y el efímero interinato del “Tuca” Ferreti, Juan Carlos Osorio asumió el rol de psicólogo que alivia dolores del alma. Sus conceptos, su oratoria y esa pasividad que esconde bajo los lentes que abrillantan su perfil de erudito, se convirtieron pronto en bálsamo perfecto para generar el cambio.

Se pasó de conferencias dicharacheras, tan agradables para ese enorme sector de fanáticos ávidos de respuestas con sabor a broma y albur, a densos guiones retacados de filosofía futbolera no tan simple de digerir. Duros bocados como para quien mastica un corte de carne sin la dentadura completa.

Es fácil caer en las redes de Osorio. Se conduce por un laberinto de palabras. Podría parecer un encantador de serpientes, pero no lo es. El colombiano es así por naturaleza, no por presunción. De hecho, es un tipo introvertido con tintes de arrinconado bibliotecario al que sólo le importa cultivarse sin importar lo que suceda más allá de los pasillos.

Se coloca y quita los anteojos una y otra vez mientras comparte anécdotas y casi siempre observa hacia abajo, como buscando en la punta de sus zapatos algún pasaje o detalle no tan fresco en su memoria. Viste sin lujo alguno. El blazer arrugado no le quita el sueño y mucho menos, portar accesorios de marcas francesas o italianas, tan de moda en el mundo del futbol. Una libreta y dos plumas le bastan, una roja y otra azul para sentirse completo. Entre más económicas mejor, pues termina metiéndolas entre el resorte de sus calcetas durante los entrenamientos.

Osorio relata que por conseguir el sueño de convertirse en un director técnico ganador, sacrificó valiosos años que bien pudo pasar con su familia, en una zona de confort, dirigiendo en su país y sin problemas contractuales. Pero decidió viajar hasta Inglaterra para observar los entrenamientos del Liverpool de la Premier League desde una pequeña ventana de un apartamento cercano a las instalaciones de los “Reds”. Durante meses, rentó con las apenas suficientes libras esterlinas que tenía en la tarjeta una vieja habitación para así poder espiar el trabajo del equipo inglés.

Fue ahí donde aprendió de distintas metodologías, de anatomía y fisonomía, de parados de equipos a partir de la condición atlética de un plantel. Osorio se llenó de conceptos que más tarde le redituarían en títulos en su natal Colombia con el Atlético Nacional.

Éste es el nuevo técnico de México capaz de lanzar información “engañosa” en las conferencias para confundir a rivales y colegas, que no se tienta el corazón para sentar a jugadores consagrados, que puede hacer cinco o más cambios de un partido a otro y que hasta se atreve a jugar sin un delantero nominal durante varios minutos.

CAMBIO GENERACIONAL

Y ahí vienen, empujando como un par de niños ansiosos por salir de una larga fila que los margina de la feria. Uno de ellos, “Tecatito” Corona, ya no es sólo aquella promesa de revulsivo para llevar lejos el esférico y ganar algunos segundos. Hoy es referente y posiblemente, una de las cartas más fuertes dentro del proceso mundialista.

El otro inquieto se llama Jürgen Damm. Verlo celebrar como lo hizo ante Honduras es saber que hay ingredientes en la alacena para una cena de gala. Sólo hay que buscar cuándo y dónde lucirlo en la mesa.

Es la nueva cara de una Selección Mexicana que pretende llegar sin problema a las tierras de Tchaikovsky, con un estudiado director de orquesta, con músicos consagrados en etapa de madurez y uno que otro irreverente que ha tomado los bombos para generar emociones en la zona de percusiones. Rusia, con una fascinante y rica historia musical, los espera en su escenario.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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