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#LaPielImpresa: “Soy un chavorruco”, el esperado regreso de Facundo a nuestras páginas

Por: Jafet Gallardo 15 Ene 2015
Hoy, después de un breve intermedio, la vida me vuelve a unir a las suaves páginas de Playboy para impregnarlas […]
#LaPielImpresa: “Soy un chavorruco”, el esperado regreso de Facundo a nuestras páginas

Hoy, después de un breve intermedio, la vida me vuelve a unir a las suaves páginas de Playboy para impregnarlas nuevamente con mi tinta, y en esta ocasión no es la de liquid paper. Fueron varios meses lejos del conejo, de los pollos y de todos ustedes, quienes seguro abrían con ilusión su revista preferida para tratar de encontrar mi artículo, y lo único con lo que se topaban era con mujeres sin ropa… Pobres de ustedes. Pero tranquilos, ya estoy de regreso.

Por Facundo (@facufacundo)

Les cuento que en el tiempo que no compartí mi sabiduría en Playboy muchas cosas pasaron en mi vida; definitivamente una de las más importantes fue el estreno de mi programa de televisión Turnocturno, mi regreso a las pantallas después de 5 años de ausencia con un concepto conducido por mí y en esta ocasión hasta producido por éste, quien les escribe.
Muchas responsabilidades de adulto para un chamaco de mi edad, pensé. Pero luego me di cuenta de que ya tengo 36 años y que esto es justo lo que me toca: ser adulto.
Antes, un adulto, para mí, era un güey con corbata, pantalones con pinzas y zapatos mocasines supergachos. Pero como nunca me he vestido así (Y creo que nunca lo haré), entonces no me sentía muy adulto que digamos.
Aun así, en mi regreso a la televisión empecé a notar que muchos me llamaban “chavorruco”, un término que se explica solo y que se ha convertido en un “insulto-halago” recurrente con el que he tenido que convivir en años recientes. Como a cualquiera le pasaría al estar en esta situación, primero reí, luego me preocupé y finalmente me pregunté: ¿será que sí soy un “chavorruco”?

Para responderme esta trascendente pregunta decidí hacer una lista, que aquí les transcribo desde la servilleta con mole en donde originalmente la escribí.

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Tengo una esposa y tres hijos: soy un ruco.
Puedo correr 10 km sin jadear o sudar frío: soy un chavo.
Si me dejo de rapar la cabeza, lo que obtengo es una coronilla de pelo tipo “Loco Valdés”: soy un ruco.
Puedo mantener erecciones de firmeza grado 4 (de ésas en las que sientes hasta los latidos de tu corazón en el arma amatoria), sin ayuda de ningún fármaco: soy un chavo.
Tengo una hipoteca, seguro de vida y de gastos médicos: soy un ruco.
Me sé el nombre de la más reciente canción de Taylor Swift: soy un chavo (uno que trabaja en Los 40 principales en donde programo esa canción diario, pero un chavo al fin).
Todos mis desmadres de adolescencia están en mi cabeza y no en Facebook porque no existía: soy un ruco.
Uso tenis, gorras, y calzones de Los Simpson: soy un chavo.
Lloro con películas cursis, como Toy Story 3 o esa donde una chavita surfista pierde un brazo cuando se lo arranca un tiburón, pero aun así vuelve triunfante a sus amadas olas: soy un ruco.
Tengo pésima ortografía: soy un chavo.
Me prenden más las pedas en mi casa con mis cuates y en una de ésas hasta karaoke que ir a un antro: soy un megarruco.
Utilizo el superlativo “mega”: soy un chavo… Ah no… Me acaba de explicar mi hija preadolescente que soy un ruco.
Todavía le entro a todos los retos físicos que pongo en mi programa: soy un chavo.
Acabo todos los jueves gritando “Looonooool” por entrarle a esos retos: soy un ruco.
La única mujer a la que me doy es una con la que llevo casado más de 10 años: ¡Qué ruquez!
Me gusta juntarme con mis amigos a tocar rolas y echar chelas en mi garaje: soy un chavo.
Me sé el nombre de por lo menos tres políticos: soy un ruco.
Tengo amigos hasta 14 años menores que yo y echamos desmadre de tú a tú: soy un chavo.
Hace 18 años tenía 18 años: soy un rucooooooo.
Sé lo que significa Y.O.L.O.: soy un chavo.
Si me empedo en sábado lo sufro hasta el lunes siguiente: soy un ruco y no hay marcha atrás.
No se me antoja ser serio, tomarme en serio, ni juzgar a quienes sólo quieren gozar: soy un chavo y siempre lo seré.

Después de esta lista me doy cuenta de que efectivamente soy un “chavorruco” y el adjetivo me sienta bien y cómodo. En él va mi experiencia y mis ganas de seguir experimentando, mi responsabilidad y la inconsciencia necesaria para sacudirte el miedo, mi calva cabeza y mi longboard que me transporta por las calles, mis hijos y mis compadres, igual de “chavorrucos” que yo e igual de listos para la siguiente aventura, aunque la cerremos con antiácidos.
Así que si me ven por la calle grítenme “chavorruco” y seguro me van a ver sonreír.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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