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Los libros que nos formaron este 2015

Por: Jafet Gallardo 20 Ene 2020
Por Jaime Garba @jaimegarba Termina el 2015 y a la mayoría nos cubre una combinación de nostalgia y euforia. Con […]
Los libros que nos formaron este 2015

Por Jaime Garba

@jaimegarba

Termina el 2015 y a la mayoría nos cubre una combinación de nostalgia y euforia. Con las celebraciones navideñas y de año nuevo, pensamos en todo lo dejado atrás y en cómo en un abrir y cerrar de ojos se nos fueron trescientos sesenta y cinco días, gran parte de éstos sin tener la conciencia de en qué los invertimos; pero también pensamos en el futuro inmediato, en anhelos y deseos depositados para que todo marche lo mejor posible. Ningún grinch puede echar abajo dicho acto, y será el sereno, pero a todos nos llega en mayor o menor medida esta clase de ideas, las cuales creo valen la pena aprovechar. Qué más da si odiamos la navidad, o si creemos que el próximo año será igual a los anteriores, es este momento la oportunidad de expurgar nuestras conciencias y ver dónde estamos parados, cómo hemos cambiado y el rumbo recorrido.

Esa visión proviene desde cualquier área de la vida, pero como lectores tenemos el plus de percibir cómo los libros leídos durante este ciclo han influido en nuestra formación, porque créanlo, lo han hecho. Tengo la fiel convicción de que una vez leído un libro ya no se es el mismo, esto, acotando, no desde una utópica visión de la lectura como formadora de mejores individuos, no, porque aunque muchas de las historias pudieron ser buenas, nunca falta el encuentro con malos libros, no se trata entonces del consumo como formación, sino de cómo los contenidos van incluyéndose en nuestra memoria, selectivamente, tatuándose para siempre o archivados para salir ante alguna circunstancia de nuestras vidas.

A unos días de cerrar el año me es inevitable, como seguramente lo será para muchos lectores, pensar en qué se ha leído, y sonrío al recordar algunos autores con los que me encontré, a los que reencontré, a los que descubrí (o me descubrieron), y hasta a los que olvidé. Pienso que este año leí mucha más novela negra, en voces de Iván Farías (Entropía y La ciudad y sus muertos), Francisco Haghenbeck (Trago Amargo) y Rafael Bernal (Antología Policíaca); mención especial merece John Connoly, de quien amé su novela “Todo lo que muere”, y recomendé a diestra y siniestra con no muy buenos resultados. También el 2015 me trajo la lectura fresca de “Méjico”, la nueva obra de Antonio Ortuño, donde gracias a una consigna de entrevistarlo pude tener el privilegio de volver a escuchar a una voz tan poderosa de nuestra actual literatura mexicana y con la inspiración correspondiente por poder hablar con el autor sobre la edificación de un trabajo tan importante y ambicioso. Sin orden cronológico oscilé entre grandiosas obras de Capote (Desayuno en Tiffany´s), Salman Rushdie (Joseph Anton), Daniel Sada (Una de dos), Kurt Vonnegut (Matadero 5), Houllebecq (Sumisión), entre otros más que mi memoria no alcanza a rescatar. Me obsesioné con Rius y Amelie Nothomb, y leí cuantos títulos pude, disfrutando cada uno de ellos y con el deseo de continuar; además hice mi lectura anual de “Grandes Esperanzas” de Dickens, y continué sufriendo ante la imposibilidad de comprender “Abahn, Sabana, David”, de Marguerite Duras.

En el trayecto me topé no sólo con palabras sino con los generadores de éstas, fue así como descubrí Buensalvaje México, este magnífico proyecto que orquesta a grandes voces literarias para brindar al lector contenidos dotados no sólo de sapiencia y creatividad, sino de pasión. Fueron muchos los editores, autores y lectores con quienes tuve el gusto de charlar este año, cada uno de ellos tuvo su influencia en mí, en mis ideas y pensamientos, sin su diálogo conmigo permanecería como una estatua inamovible en el lecho oscuro del silencio.

Este año muchos libros me salvaron de la locura, especialmente algunas obras de Alberto Manguel, Jonathan Franzen y David Foster Wallace; libros que me despertaron el deseo de seguir adelante, que me inspiraron y llenaron algunos vacíos que creía permanecerían huecos por más tiempo.

Se me escapan muchos libros, vastas anécdotas, pero lo escribo con parsimonia porque de eso se trata, que nuestra memoria sea lo más infinita posible, de al no poder echar todo en un saco tengamos esa sensación de que efectivamente las lecturas de este y los años anteriores nos han formado y nos dan identidad. Me llena de emoción saber que frente a cada lector hay una larga fila de libros, me inquieta de buena manera pensar cómo llegaré al final del próximo año, en qué me habré convertido, sobre quién estaremos hablando.

 

¡Feliz año nuevo estimados lectores y las mejores lecturas para el 2016!

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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