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LIBROS AL DESNUDO: ¿CÓMO RECONOCER UN MAL LIBRO?

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Primero, ¿qué es un libro malo? No se equivoquen, no es aquel que no le gusta a quien lo lee por cualesquiera razones, eso jamás será un motivo para tachar a un libro como deficiente, no, lo es aquel que tiene errores de edición, gramaticales y literarias suficientes para que debiera pertenecer al carácter de borrador.
LIBROS AL DESNUDO: ¿CÓMO RECONOCER UN MAL LIBRO?

Por Jaime Garba @jaimegarba

Un par de años atrás, la crítica a un libro malo me costó una entrañable amistad y buena parte de mi autoestima, se me tachó de rencoroso y de no tener las credenciales necesarias para hacer tales comentarios a un autor de prestigio local con más de dos decenas de libros publicados por una editorial que él mismo creó y maneja. Pero siento valió la pena, porque si algo no soporto es que exista gente que escriba desde la pulsión y el facilismo, máxime que hoy en día publicar es igual o más sencillo que conseguir un arma en los Estados Unidos. Perdonarán la comparación, pero la hago porque me parece igual de peligroso un hombre con una pluma y diez mil pesos dispuestos a invertir en auto publicarse que un psicópata con una .22.

El segundo puede abrir fuego a diestra y siniestra un día cualquiera y causar lamentables bajas, toda una tragedia, pero el segundo, para quienes el pensamiento, la razón y la imaginación es una forma de vida, dejará tatuadas palabras sin el cuidado que requiere una obra literaria, dañando la Literatura, demeritándola y en el peor de los casos envenenando mentes, sabrá Virgilio por cuántas décadas.

No obstante, a sugerencia de uno de mis maestros, alguna vez opté por la máxima “si no tienes nada bueno que decir de un libro, mejor no digas nada” y así pasé de largo muchas malas lecturas, tragándome el coraje de encontrarme con historias burdas, arquitecturas narrativas débiles y párrafos gramaticalmente tediosos. Pero este fin de semana llegó a mis manos un libro cuyo autor y nombre no mencionaré por respeto al mismo (aunque parezca lo contrario), editado por la Secretaría de Cultura de Jalisco; que me hizo revivir rencores hacia estos blasfemos “escritores” y por lo cual decidí aprovechar para transmitirles a ustedes, queridos lectores, lo que creo son elementos argumentativos válidos para que identifiquen un mal libro.

Primero, ¿qué es un libro malo? No se equivoquen, no es aquel que no le gusta a quien lo lee por cualesquiera razones, eso jamás será un motivo para tachar a un libro como deficiente, no, lo es aquel que tiene errores de edición, gramaticales y literarias suficientes para que debiera pertenecer al carácter de borrador, con lo que se le da la posibilidad de que si en un futuro se trabajan aquellos elementos, llegue a ver la luz.

Lo primero para identificar es la edición, este en cuestión puede engañar a primera vista, pues tiene el sello que lo avala de la Secretaría de Cultura de Jalisco, pero si somos detallistas podemos encontrar detalles que nos harían ver sus carencias, primero el texto de la primera y cuarta de forros: el libro estaba firmado con un seudónimo asiático que engaña sin pudor pues pareciera que estamos adquiriendo a un pariente cercano de Mishima cuando en realidad el hombre se podría llamar Juan Pérez, hay de seudónimos a seudónimos y no sería el primero en usar uno, pero inclusive en la biografía, escrita con enigmas indescifrables y la fotografía donde aparece cubierto con velos en el rostro y el cuerpo, hace sentir al lector de no saber con quién se dialoga en la obra; no sé a ustedes pero yo no me siento cómodo leyendo algo que no sé a quién le pertenece en realidad. Otra cosa que nos permite calificar a un libro es el diseño, aquí al joven autor, pintor apasionado, se le ocurrió poner sus dibujos así nada más, tanto en la portada como en los interiores, pero no hubo editor o personal de diseño gráfico que le sugiriera con honestidad que el nivel de su talento tal vez aún no era el ideal para potenciar las ventas de su libro.

Respecto al contenido, si fuese bueno, lo demás podría quedar en segundo plano, no son pocos los casos en los que las ediciones pueden ser deficientes pero la calidad de la obra la redime, mas si lo que está entre las páginas carece de sentido, está mal escrito, tiene errores ortográficos, entre tantas cosas más, entonces no hay nada que defender. En la obra que cito el autor procuró un estilo encriptado, surrealista, complejo, que no pudo sostener después de cada diez líneas de sus cuentos, haciendo que cayera en contradicciones y errores básicos. Sus personajes son bofos, inverosímiles y con características psicológicas poco desarrolladas. Sus historias no cuentan nada, son como sueños vomitados sin cuidado que en cierto momento causan molestia. Al terminar de leerlo uno se hinca y da gracias porque terminó el martirio. Ya ni Jodorowsky tortura tanto al lector.

Podrá parecer pedantería, pero me parece necesario, sobre todo por derecho, que el lector conozca esta patología, dado que en tiempos donde comprar un libro no es acto sencillo, peor sería invertir o hacerse de algunos que definitivamente no valgan la pena. Y si uno como autor ha cometido semejante pecado (acuso que yo he publicado cosas chafísimas), la reflexión es obligatoria, por el bien del lector y de sí mismos.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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