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LIBROS AL DESNUDO: ¿Y SI MUEREN LOS LIBROS?

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Por Jaime Garba @jaimegarba Me voy a permitir una analogía muy burda pero pertinente para explicar la relación entre el libro […]
LIBROS AL DESNUDO: ¿Y SI MUEREN LOS LIBROS?

Por Jaime Garba @jaimegarba

Me voy a permitir una analogía muy burda pero pertinente para explicar la relación entre el libro físico y el digital: Cuando en la película Robocop, de 1987, el policía Alex J. Murphy es atacado brutalmente casi hasta la muerte por un montón de delincuentes, ve “salvada” su existencia al formar parte del programa de la corporación OCP, convirtiéndolo en un súper policía parte humano, parte máquina; en teoría sigue siendo Alex, pero en distinto formato: tecnológico; que lo potencia en habilidades, y permite al espectador reflexionar sobre si en realidad sigue siendo él mismo o al ser intervenido se convierte en otro. Mi analogía aterriza con el libro digital, una discusión que se ha venido enfriando en últimos años a raíz de que las ventas en este formato se estabilizaron y dejaron, aunque nunca lo hicieron en grandes proporciones, de levantar vuelo. En cierto momento los editores y lectores ante el nacimiento de los libros electrónicos y los dispositivos de lectura, palidecieron imaginando que el libro tal y como lo conocemos dejaría de existir.

El otro día pensaba en cómo los ebooks son como una especie de Robocops, allí están las ideas, las palabras, las portadas, dentro de un formato que lo hace un súper libro a través de modificaciones de tamaño, subrayados digitales, diccionarios y traductores integrados, acceso casi ilimitado de libros, de adquisición inmediata de obra; el debate aquí como en la película igual se abre: ¿sigue siendo aquello que leemos los libros que tanto amamos en otrora época? Hay quienes siguen aseverando que pronto morirán, y este augurio no proviene de la locura, sino de la visión del contexto, basta ver hoy en día que todo trámite por realizar y gran parte de nuestra vida se da en una plataforma digital. Entonces, ¿quién nos garantiza que la permanencia de nuestros adorados libros? De ese temor es que muchos lectores han emprendido una batalla sin cuartel contra los libros digitales, una que ha dejado más derrotas que triunfos para ambos lados: una segmentación entre lectores.

Yo fui un combatiente de estas ideas. No concebía no tocar un libro, tenerlos ocultos en un dispositivo sin la posibilidad de mostrarlos en portentosos libreros a la vista de todos; tampoco me acostumbraba al olor del aparato en detrimento al de las hojas, aquel aroma a memoria, a tiempo. Mas no tardé en caer en cuenta de que le estaba llorando a un cuerpo que aún no moría. Fue hasta hace unos años que recibí como obsequio un Kindle que me sequé las lágrimas y me despojé poco a poco de un amor que más parece en algunos casos codependencia. Vivo en una ciudad donde casi no hay librerías y las que hay dan prioridad a los best sellers o a libros de superación personal; cada quien sus ondas, pero con este dispositivo me di cuenta que podría acceder a cualquier título en un click, ahorrándome las esperas hasta las ferias del libro o visitas a otras ciudades, además, y no es poco, que el costo en la algunos casos son mucho menores. La practicidad es otro punto, quien diga que no ha padecido el brillo de las páginas de ediciones Diana o de otros libros que suelen usar este tipo de papel que es odioso está mintiendo, pero con los e-readers, gracias a las bondades del papel electrónico la vista se ve menos lacerada y sí más consentida. En fin, los beneficios pueden ser muchos, pero no crean que me pasé al bando contrario, sigo amando el libro en papel y ahora más que nunca creo fielmente en su inmortalidad. Hoy en día bajo decenas de libros para mi Kindle y disfruto de traerlo siempre conmigo, así como también suelo llevar siempre en la mochila un libro físico, por el deseo y el cariño que siente el enamorado al tocar el brazo de su chica. Se trata de creer en el contenido, de desmitificar el objeto y enfocarnos en lo que se cuenta. No sabemos si en diez, veinte o cincuenta años, habrá nuevos formatos para leer, la modernidad no dejará de sorprendernos. Entonces, más que guerreros en batalla deberíamos ser espectadores de un tiempo bondadoso para los libros, cualquiera que sea la manera en que se lean, no olvidemos que vivimos una época de mucha producción editorial, de fácil acceso, de complementariedad y conexión entre lectores y autores. Que el miedo se vaya y leamos donde nos dé la gana, disfrutemos hacerlo con la confianza de que cuando la humanidad se extinga, seguirán existiendo los libros.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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