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#LeerALaPlayboy: La revolución del libro… electrónico

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Cuando nos quieren mostrar la vanguardia del libro electrónico, lo más común es hacer el berrinche del año y dar […]
#LeerALaPlayboy: La revolución del libro… electrónico

Cuando nos quieren mostrar la vanguardia del libro electrónico, lo más común es hacer el berrinche del año y dar un rotundo NO a todo lo que no huela a papel.

Por Jaime Garba

Hoy en día leer es una actividad que tiene un sin fin de posibilidades, desde la común de ir a una librería para adquirir cualquier título, hasta hacer un viaje de aventura a las librerías del viejo para cazar joyas bibliográficas. También se puede por ejemplo asistir a esas tan de moda presentaciones multimedia donde los poetas o narradores se acompañan de bailarines e imágenes “pachecas” que nutren la actividad y dejan a los espectadores con cara de “what”; o que me dicen de las ferias del libro que se vuelven verdaderas fiestas entre editores, escritores y público lector, donde podemos atascarnos de material para leer durante muchos meses. Pero al fin de cuentas todos los caminos llevan a la Roma libresca, a la soledad del lector y el libro, que frente a frente se miran retándose, a entrar el uno en el otro. Es por esta relación extraña, casi patológica, forjada fuertemente a través de los siglos, que de pronto, cuando nos quieren mostrar la vanguardia del libro electrónico, lo más común es hacer el berrinche del año y dar un rotundo NO a todo lo que no huela a papel, sin importar que los avances tecnológicos abonen a un mayor desarrollo y funcionalidad del lector, en un mundo, como diría el escritor Ítalo Calvino, vertiginoso. Pero nada es para siempre, así que mientras una parte se niega a soltar el objeto físico, unos cuantos, abiertos de mente -locos, dirían algunos- están acercándose a la luz al final del túnel con la pregunta en la cabeza: ¿qué habrá del otro lado? La respuesta ha sido reveladora: La revolución digital del libro ha llegado para quedarse.

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Hace algunos años, cuando coordinaba el área de literatura de un centro cultural, nos convocaron a una conferencia sobre el “libro electrónico”, en un hotel de la ciudad, la cual sería ofrecida por el jefe del departamento de la secretaría de cultura del estado. Asistían además promotores de lectura y otros coordinadores provenientes de ciudades cercanas, todos con el signo de interrogación en la frente: ¿el libro elec…qué? Allí estábamos unos treinta individuos, como sacados de un cuento de Ray Bradbury, pensando escuchar cosas inimaginables, de un futuro y país muy lejano, pero lo que sucedió al final fue de risa, por lo menos para mí. En un momento, el ponente sacó una memoria USB, que conectó en la PC, para de inmediato mostrarnos en el proyector un documento en Word, el cual abrió y mostró con sumo orgullo, tras unos segundos lo guardó en la memoria de la computadora, sacó la USB y la mostró a la audiencia como quien sostiene un diamante. -Esto que acaban de ver, es el libro electrónico-, dijo tras un aplauso total, mecánico. No, no estábamos en 1984, aquello fue hace apenas unos años, y representa la ignorancia a la cual se puede llegar si seguimos pensando en el libro digital como la mera migración de formato del contenido de un libro. Guácala, así ni a quién se le antoje leer, ¿no?

¿Qué diablos no se puede hacer con un libro digital, y más aún, con un dispositivo digital? La verdadera revolución lectora se encuentra en conocer la infinidad de utilidades de estos dispositivos y sacarles el mejor provecho. Por ejemplo, sabían que la marca Kobo, está próxima a sacar su Kobo Aura H20, un e-reader que puedes llevarte a la bañera, puesto que es a prueba de agua, un pretexto menos para que los lectómanos que le hacen el fuchi a este tipo de formato, puedan atacar a los amantes de la tecnología. O qué les parece el Phonebook, un híbrido que consiste en insertar tu teléfono en un hueco especial del libro físico, que al unirse funcionan como uno solo, interactuando entre las palabras impresas y las aplicaciones del smarth phone.

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Cada día la tecnología aplicada al libro nos sorprende, y dichos como los del escritor Mario Vargas Llosa, acérrimo rival de los e-books, de que la literatura escrita para pantallas es mucho más superficial y de puro entretenimiento conformista; cada vez tienen menos fuerza. Cierto, los lectores electrónicos no huelen a papel ni tampoco tienen esas bellas portadas que muchas ediciones preparan, tampoco lo puedes presumir en tu librero ni muchas otras cosas, pero la verdad es que quien hoy en día niegue las virtudes de estos aparatos, está negándose bastante cosas buenas.

Las editoriales y los editores en su momento también dudaron sobre este mundo digital, siglos y siglos de libro impreso hacía imaginar que migrar significaría matar lentamente al dador de tantos placeres, así que no fueron pocos los que optaron por no tocar ese tema. Pero la sapiencia venció, y ahora se considera fuera de vanguardia, la editorial que pudiendo no trabaje con libros electrónicos. Alfaguara, el Fondo de Cultura Económica, Planeta, Seix Barral, Almadía, Ficticia, por contar algunas, ya están en el mercado con una fuerte oferta que ha potenciado el llegar a lectores donde jamás se imaginaron, con un total de ventas que comparado con la del libro tal y como lo conocemos, hace ver que no existe una competencia desvirtuada, ni riesgo considerable. Amazon, por su parte, es una de las distribuidoras de libros electrónicos más poderosa del mundo (si no es que la más), un ciber espacio donde casi se puede conseguir cualquier libro existente sobre la faz del planeta. Muchos de quienes niegan leer un libro digital, sucumben a la tentación tras darse cuenta de que es el medio perfecto, y a veces único para conseguir a sus autores favoritos.

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La lectura digital ha ganado seguidores, y cada día que pasa enamora a más y más personas que encuentran atractivo el papel electrónico. Hay una parte interesante en el libro, ¡pum!, la subrayas y la guardas para tener acceso rápido y de forma directa después. Esa frase que has leído te gustó demasiado, ¡pum!, la compartes en sólo segundos en tus redes sociales con tan sólo un click. Quieres hacer anotaciones sobre un apartado, ¡pum!, dale click a “comentario” y rápidamente quedará guardado y archivado. Se ha estrenado el nuevo libro de tu autor favorito, ¡pum!, das click en la tienda y lo adquieres en segundos. Mueres por dar una reseña de la última novela leía, ¡pum! ingresas a Goodreads y desde tu lector escribes y calificas el libro. Amas a Stephen King pero sientes se te caen los brazos de lo pesado que es leer sus casi mil páginas, ¡pum! lo compras digital y con ligereza lo puedes leer sin tortura alguna. Sientes quedarte ciego por el papel brilloso que usan algunas editoriales, ¡pum! en tu aparato gradúas la luz, el color y tamaño de tinta. Créanlo, la tinta digital es muy amable con el ojo. Los lectores electrónicos, cosas que en su momento parecían muy costosos, hoy se pueden adquirir por menos de tres mil pesos, el Kindle de Amazon es el más demandado en el mundo, pero existen vastas alternativas, como el Sony Reader, o el Papyre, fabricado por Grammata, que ofrece varias opciones, igual, a un bajo costo.

Como vemos, el tema de la furiosa batalla entre el libro físico y el digital ha venido desapareciendo en la medida en que nos damos cuenta de las posibilidades de ambos, cuando hacemos conciencia de que ninguno desaparecerá mientras exista el deseo de leer. Así que si ustedes son del grupo de kindle haters o le tienen ñaca ñaca a leer “modernamente”, atrévanse a ser parte de la revolución del libro, y créanlo, lo disfrutarán.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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