Comparte
Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Leer en las cantinas

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
 Por Jaime Garba #LeerALaPlayboy Los grandes filósofos, librepensadores, por supuesto los escritores y hasta los mal queridos intelectuales, concuerdan en […]
Leer en las cantinas

 Por Jaime Garba

#LeerALaPlayboy

Los grandes filósofos, librepensadores, por supuesto los escritores y hasta los mal queridos intelectuales, concuerdan en que la cantina es el lugar por antonomasia donde se cierran tratos y se habla con entera profundidad. Es en estos sitios centenarios donde el pensamiento humano ha ido de boca a oreja, entre el sonido de los vasos o las botellas, las rocolas, los tríos, conjuntos norteños, las sillas y las mesas que se mueven milimétricamente, para abrir paso a parroquianos, que entran o salen, iniciado o culminado el rito del “salud”. Si la cantina es una especie de santuario, sería normal pensar que la lectura tiene su espacio, igual de privilegiado que las canciones de Marco Antonio Solís, José José y Juan Gabriel, que suenan una y otra vez, infinitamente.

vasos cantinas

En mi pequeña ciudad hay una hermosa cantina en el mercado, tan estratégica que todos los caminos llevan a ella, no importa si se viene del banco, el trabajo, el colegio, de comprar el mandado, o hasta del médico; uno sin querer tarde o temprano se ve frente a este místico lugar que tiene el poder de transformar el día en noche en sólo un (aparente) instante. Llegué allí gracias a un amigo que me dio el honor de empujar las puertas vaqueras, que entre tantas visitas me topé con tíos, vecinos, amigos, enemigos, y cuanto personaje estuviera dispuesto a olvidarse de su vida en sociedad para compartir penas, alegrías y… sí, hasta lectura.

De las muchas anécdotas que tengo, una de las más interesantes es la de cómo terminé escribiendo en Playboy. Me había quedado de ver un 31 de diciembre con un cuate escritor para beber un par de hipotéticas chelas, arribé y unos minutos extra a la hora acordada, el camarada llegó con una revista enrollada bajo el brazo, después de los saludos y abrazos protocolarios le pregunté qué traía con tanto pudor, él me mostró tímido la PB en cuya portada estaba la bella, Kate Moss, pero en vez de presumirla, la postró boca abajo, privándome del privilegio de ver a la modelo inglesa. No obstante de ocultar la revista, me contó que conocía al editor, que era un buen amigo y que pensaba en publicar próximamente un cuento, lo que sin duda sería un honor. Entre la plática que mutaba a cada sorbo de cerveza, de pronto terminamos hablando de literatura rusa, de poesía y sabe qué cosas más. En cierto momento tuvo que levantarse al baño y un señor, que se acompañaba de un joven de nuestra edad, se me acercó celebrándome que habláramos de “esas cosas complicadas”, pues aseveraba que usualmente en la cantina sólo se tocaban tópicos “comunes”, estaba por decirle que no nos hiciera caso, que éramos unos locos aspirantes a escritores, cuando mi amigó se reincorporó y escuchó un atisbo de elogio, el cual ni tardo ni perezoso se apropió para presumir nuestros dotes literarios. Quién saben cómo, pero los dos personajes terminaron en nuestra mesa y mientras intercambiábamos plática, mi amigo tomó la revista y la volteó presumiendo que conocía al editor y que ambos éramos escritores de Playboy. No mentiré, le secundé la farsa y en segundos, el mesero se nos acercó sorprendido, esparciendo orgulloso la noticia de sus honorables invitados. Para no hacer el cuento largo ese día nos convertimos en célebres autores mentirosos, dignos de los más grandes elogios de cantina.

cantina 1

Es en tan bella y acogedora cantina donde llevo a los escritores que visitan la ciudad y allí he recibido más y mejores consejos que en decenas de talleres literarios, allí, con libreta en mano, suelo marcharme con decenas de recomendaciones de libros y autores; en la poderosa “Pecas” he recuperado el ánimo para no claudicar en la literatura, después de visitarla cabizbajo, decepcionado por la actualidad cultural.

Qué plácido lugar es ese, que prefiero mil veces ir allí a leer un libro, sin miedo a que una de las chicas que acompañan a los caballeros en su soledad me interrumpa, confiado en que las rolas de Oscar Chávez robarán mis suspiros y no mi inspiración y que sin mucho problema, en un dos por tres, saldré revitalizado para enfrentar de nueva cuenta eso que afuera le llaman vida.

Hoy hablo de mi preciado lugar, pero como mágico que es, se reproduce en todo México. Allá, desde el norte hasta el sur, hay una silla estampada con el logo de una cervecera y una mesa de lámina lista para recibir un libro, para que las palabras fluyan entre el sutil ruido que siempre inspirará. ¿Qué sería de la literatura y de los lectores, sin estos palacios públicos que cumplen con una misión sustancial para la palabra?.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!