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Lectores digitales: la vanguardia del libro

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
#LibrosAlDesnudo Lectores digitales: la vanguardia del libro. Por@jaimegarba Este video te puede interesar   Antes que nada, debo dejar claro […]
Lectores digitales: la vanguardia del libro

#LibrosAlDesnudo

Lectores digitales: la vanguardia del libro.

Por@jaimegarba

Este video te puede interesar

 

Antes que nada, debo dejar claro algo: amo los libros, los amo a grados extraordinarios. Me gusta tocarlos, olerlos, coleccionarlos, admirarlos, presumirlos, tomarles fotos, limpiarlos, cambiarlos de lugar, cargarlos de un lado a otro y, por supuesto, leerlos. No concibo mi vida sin ellos, sin sus historias, no imagino cómo sería el mundo sin leer palabras pensadas por alguien con la intención de comunicar y hacer sentir algo a través del tiempo y el espacio; por mucho, creo es el invento más extraordinario del hombre. La palabra es memoria, y sin ésta no seríamos nada, la carencia de libros hoy en definitiva representaría ser otra clase humanidad.

Para a quienes les apasionan tanto los libros como a mí, se nos suele acuñar el término bibliómano, que según la RAE y sintetizado, es alguien obsesionado con los libros. Si se fijan yo no use al inicio de mi texto la palabra “obsesión”, porque ese sustantivo me parece puede representar un problema. Por ejemplo, alguien puede estar enamorado de una chica al grado de obsesionarse con ella y en lugar de hacerla sentir amada la haga sentir violentada. Alguien puede amar el helado pero su obsesión podría llevarlo al sobrepeso. No obstante sí usé el término “grados extraordinarios”, que quizá para muchos podría ser lo mismo que una obsesión, pero no, porque la graduación de la pasión por algo es en el mayor de los casos, un aumento del placer generado, algo sano y controlado.

Lo que trato de decir es que mucha gente obsesionada con los libros delimita un círculo caprichoso donde no permite otros formatos o maneras de leer, mismos que son magníficos y que han venido a potenciar las experiencias de lectura. No, los obsesos defienden a capa y espada, con argumentos falaces, que el libro electrónico, por ejemplo, no debería existir, pues sus arcaicas mentes creen que compiten desmedidamente contra el libro físico.

Acuso que alguna vez pensé así, cuando vi los primeros libros digitales y los dispositivos electrónicos supuse aquello era un acto de brujería. Yo fui de la generación que saltó de la máquina de escribir a la computadora, y dentro de ésta vi cómo evolucionó vertiginosamente hasta lo que hoy todos conocemos y algo que es sumamente normal para las nuevas generaciones. Pero mi amor por los libros fue más grande que el capricho, así que poco a poco me fui acercando a dispositivos electrónicos de lectura y descubrí que verdaderamente hay que estar loco para no darse la oportunidad de conocerlos.

Primero comencé con un pequeño reproductor de mp3, video y un incipiente lector electrónico de pantalla negra con letra blanca y tipografía robótica, era de metal y se calentaba apenas a los cinco minutos; cuando apretaba con el pulgar para dar la vuelta a la página, tenía que esperar tres segundos y un parpadeo extraño de pantalla que lastimaba mis ojos. Aún así pensé que leer en ese formato me brindaba algo positivo a mi experiencia de lectura. Después pasé por el IPod Touch, el I Pad y el I Phone, quienes con su IBooks me ofrecían una agilidad de lectura, buenos libros y una experiencia más profesional, con la ventaja de llevar una biblioteca alejandrina digital a cualquier lugar con tan sólo un toque de pantalla; el problema: con su pantalla aún me dolían los ojos. Fue cuando conocí el Kindle que todo cambió, el famoso papel electrónico, aquel del que tanto se habló para bien y para mal. Lo probé y quedé prendado de ese aparato ligero que se puede sujetar con una mano y en el cual puedes meter cientos de libros. Efectivamente leer en el Kindle no cansa la vista, te permite cambiar de tipografía, tamaño y modos de lectura a criterio del lector, además de permitirte, como los otros lectores, esas cerezas del pastel que son subrayar, hacer anotaciones, compartir contenidos y buscar definiciones de palabras o conceptos. Los primeros Kindle´s tenían como limitante que carecían de luz integrada, por lo cual no podías leer en lugares obscuros o llegada la noche, pero han salido nuevos modelos que han resuelto y mejorado estos detalles.

Amo los libros físicos, no los he dejado de amar ni un poco, pero créanlo cuando digo que prefiero leer a Jonathan Franzen y sus mil páginas en electrónico y no en un libro que pesa casi un kilo y que a mitad de éste es toda una faena apenas poder abrirlo. Amo los libros pero cuando abro ediciones como las de Diana quedo ciego unos segundos por la blancura de su papel. Amo los libros pero a veces me decepciona abrir una edición que promete y encontrarme con une horrible tipografía y una minúscula letra. Amo aspirar, acariciar, admirar y demás cosas que hacemos los lectores con nuestros objetos de culto, pero también amo mis dispositivos electrónicos, pues en ellos he encontrado la manera de llegar a otros niveles de lectura, a conectarme con otros lectores y a ver más allá de las fronteras del papel.

Cada que puedo hablo de los lectores electrónicos, como si me pagaran comisión, y no en pocas ocasiones he logrado que algunos amigos compren uno quedando más que satisfechos. Otros, me han mirado con cara de loco y traidor, jurando que ellos jamás dejarán de defender aunque la vida les cueste el valor de los libros físicos. Allá ellos. Lo que sí me parece un error es negarse de antemano a su existencia o catalogarlos de algo negativo. Vale más adquirir sensatez e intentar saber de qué van. Total, si no les gusta siempre estarán nuestros amados libros, por los siglos de los siglos.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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