Comparte
Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

#La Piel Impresa: Mis amores adolescentes

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Por Facundo @facufacundo Para llegar a ser un gran repostero, primero hay que quemar algunos pasteles. Antes de convertirse en […]
#La Piel Impresa: Mis amores adolescentes

Por Facundo

@facufacundo

Para llegar a ser un gran repostero, primero hay que quemar algunos pasteles. Antes de convertirse en un piloto que gana todas las carreras, hay que pagar una cuota de huesos rotos y carrocerías destrozadas. De igual manera, antes de ser un esposo ejemplar y un padre de familia respetable hay que probar el otro lado de la fuerza… La fuerza de la “ojetez”.

Lo que están a punto de leer no me hace sentir más chingón, ni me produce un orgullo que apuntale mi condición de hombre, simplemente es una parte de mi vida, como otras, que me ha hecho un maestro de la seducción.

Durante mi carrera en las artes amatorias tuve una serie de novias desde las que eran serias nivel “mis papás te van a amar” hasta las desmadrosas nivel “en la cara no, porque tengo una cena”. De todas aprendí algo a veces recibiendo una lección y otras dándola. Sobre todo me tocó dar lecciones de cosas que no se le deben hacer a una mujer.

Por mis años de secundaria, (aquéllos en que más chingón se siente ser un ojete con las viejas) tenía una novia diurna, quien tenía hora estricta de llegada y por lo tanto no salía a echar desmadre, y otra nocturna, con la que me divertía en las pedas y demás festejos a los que el sol no estuviera invitado.

La sensación que en mí producía el hecho de tener dos novias era vigorizante y en mi mente, me ponía un paso adelante de todos mis compañeros de la secu. Sin embargo, mi emoción por el hecho de tener dos novias al mismo tiempo fue aniquilada por un amigo aún más experimentado que yo con una aseveración con- tundente y poderosa: “tener dos novias es de pendejos”.

(Pum) “La estadística adolescente indica que casi siempre una se entera y, acto seguido, entera a la otra. Tener dos novias es la antesala a estar solo y apestado por jugarle al listo”.

Cualquiera se sacaría de onda ante aquellas frases empapadas de poder y augurios macabros, pero yo estaba tan lleno de hormonas y valentía juvenil que no me quedó de otra más que conseguirme una tercera novia quien, para aumentar la emoción, era hermana de una de mis ya novias y seis años mayor que yo… Edad que representaba la libertad necesaria para llegar a la hora que se le diera la gana y para mí una inyección aún más efectiva de ego adolescente.

Eventualmente una de las dos primeras se enteró de que tenía otra novia y lo que mi amigo predijo se cumplió… Las dos me cortaron. Pero mi decisión de encontrar una tercera rindió frutos y me quedé con ella, cosa que me dio gusto porque era la más divertida. Así que no vi como un fracaso que las otras dos me cortaran, sino más bien como un proceso de casting que inevitablemente acaba con el rechazo de algunas opciones, pero eso sí, con la entera satisfacción de quien lo aplica: en este caso yo.

Tiempo después de aprendida esta lección, ya durante la alocada época de prepa, me enfrenté a otra situación que me hizo subir un escalón más en la escalera de la “ojetez” masculina adolescente y esto fue gracias a una novia que tuve, y que a los ojos de cualquier padre tenía todo lo que un preparatoriano de mi edad podría desear: Era linda, respetable, de buena familia y valores a prueba de tequilas. Debo confesar que la quería y mucho, pero le faltaba el desmadrol necesario para mantenerme interesado. En un ejercicio de sinceridad debí haber terminado con ella y dejársela a algún güey que la mereciera más, pero al contrario, en un ejercicio de calentura decidí empezarme a agarrar a su mejor amiga, a la cuál le gustaba más el desmadre y que le metieran mano en las fiestas.

La verdad es que aquello resultaba el crimen perfecto. Al ser amigas estaba anulando la temida posibilidad de que la amante le fuera con el chisme a la novia y así la felicidad de todos estaba protegida al grado que incluso en la misma fiesta, mientras mi novia sufría los efectos mareatorios de alcohol y descansaba en un sillón, yo salí al jardín a darle su merecido a la amiga. ¿no era yo una riata?

Finalmente, más adelante tuve una novia que para mí representó la típica historia del cortar y regresar… El típico estira y afloje, el mete y el saca. Para esa época yo ya había tenido una historia acá romántica con Esme, pero cuando ella se fue a Europa de intercambio, como la típica “niña bien de toda la vida” que era, pues ni modo que me quedará a llorar solo mi desgracia en lo que ella estaba en brazos de algún italiano o francés o de perdida otro mexa mochilero. Sin embargo, el viaje de Esme no fue eterno y su regreso coincidió justo con un capítulo más de regreso con esa novia intermitente. Debo aceptar que aunque yo anduviera con ella, Esme me seguía levantando pasiones que ninguna otra lograba. Así que fiel a mi etapa de ojete mantuve un par de encuentros del tercer tipo con Esme, mientras aún estaba con aquella novia. Con lo que ninguno de los dos contábamos era con la fuerza indómita de mis nadadores genitales y de la capacidad absorbente de las entrañas recién llega- das de Europa de mi hoy esposa. Y lo que pensamos que iba a ser un desmadrol pasional sin consecuencias se convirtió en una de esas palabras que a muchos les gustarían que estuvieran erradicadas del ideario adolescente: embarazo. Lo curioso es que a mi novia de ese momento le hablaban sus amigas para decirle que en las revistas de chismes decían que la novia de Facundo estaba embarazada. Ella obviamente negaba tal noticia con la certeza de quien acaba de utilizar de manera correcta unos tampones. Con

el tiempo se enteraría de que su novio le había sido infiel. Y yo, nueve meses después de aquella infidelidad, conocí a mi primera hija, quien hoy se está convirtiendo en adolescente y que probablemente se enfrentará con

algún gandalla de la talla de su padre. No lo podré evitar, pero estoy seguro de que ella sabrá cómo arreglárselas… Por algo es hija de su madre.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!