Comparte
Compartir
Suscríbete al NEWSLETTER

Falda infiel

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Esa prenda de vestir que hace ver tan lindas a las chicas es ¿o no es? La culpable de los […]
Falda infiel

Esa prenda de vestir que hace ver tan lindas a las chicas es ¿o no es? La culpable de los tropiezos en una relación. Para quien la usa, como para quien la admira, representa una tentación difícil de resistir.

Por Jimena Gómez Alarcón (@jimena_blue)

Hace unos años, cuando yo era aún más joven y hermosa, tuve un novio. Ese novio, aquél que te enseña qué es al amor, todo lo bueno y lo increíblemente horrible.  Estuve con él unos 4 años, cortamos un par de veces y creamos la relación más enferma posible; cabe mencionar que al terminar, el pobre tipo acabó en el  manicomio… No por mí, espero, sino porque era un maldito loco y sádico, al cual yo decidí amar con locura.  Entre todas las cosas terribles que nos hicimos el uno al otro y todas las que nos perdonamos, excusados en ideas estúpidas y simples de romanticismo (el amor duele, eso nos enseña todo el mundo, desde los poetas hasta las básicas películas que pasan en el canal cinco todos los malditos días), está la de engañarnos. Él lo hizo primero, con alguien que yo conocía y casi en mi cara. La única explicación que pudo darme es que en la fiesta, de la cual yo me fui temprano, había una chica con falda.

Imaginen eso por un momento: el chico que amas, el puto amor de tu vida, se acuesta con alguien más por… Una falda. ¿Cómo vivir con este conocimiento? ¿Cómo aceptar que tu relación está en riesgo por una jodida falda? Claro, yo por estúpida me quedé con él, y (también por estúpida) lo engañé con uno de sus mejores amigos.

El tipo en cuestión era un amigo de la prepa que se había ido a vivir a Londres. Siempre hubo un coqueteo, y cuando me mandó un mail avisando que vendría a México, esto semanas después de “la falda”, le dije de inmediato que nos viéramos. Pedí tres días libres en el trabajo, entonces trabajaba llevando café justo en esta falda infiel revista, Playboy, a la tierna edad de 17 años. Le dije a mi novio que estaría muy ocupada en el trabajo y me di una vacación de tres días de sexo y Aphex Twin (el chico de Londres era fan). Nos encerramos por días, lamiéndonos, cogiendo y platicando en un círculo sin pausas que apenas tenía momentos no empañados por el placer.

Una tarde, mientras descansábamos desnudos, mi novio le llamó, se enteró de que estaba en México y quería verlo. Yo ―aún con todo el enojo de la puta de la falda y de la puta falda en sí― me sentí como un enorme pedazo de mierda con forma de Jimena.

Colgó y hubo uno de los silencios más largos e incómodos de mi vida. Él me dio un abrazo, me dijo que mi novio era un imbécil y cogimos de perrito.

Les cuento todo esto porque hace una semana tuve sexo con un hombre comprometido. Me lo cogí  en el baño de la oficina, creo que el martes. Me quedé, como siempre, hasta muy tarde. Ya no había nadie, más que el amable poli.

Este hombre con novia me habló por chat, me preguntó que si estaba trabajando, que si quería verlo y  hacerle un oral.  Yo quería. Él fue el primer chico con novia con el que he estado, y ahora que lo pienso, el único. Nuestro primer encuentro pasó el día que cortó con su novia, fue en el departamento que compartía con ella. Cogimos y al final él lloró.

Después de ese encuentro no volvimos a hacer nada. Esa cogida, rápida y furiosa, fue su llanto. El venirse en mis nalgas, su lamento. Saber esto, saber que tu orgasmo viene del dolor de alguien más, fue algo muy fuerte para mí y durante meses guardé distancia. Al reencontrarme con él, conocí a su nueva novia, una chica linda con la que comparto amistades, mails de trabajo y a la que preferiría no hacer llorar.

Una vez dicho lo anterior, debo admitir que en secreto nos mandábamos mensajes con descripciones explicitas de actos sexuales que involucran mucha saliva y ganas de aguantar. Sin embargo, no habíamos tenido contacto real de nuevo… Eso, hasta el martes pasado, cuando llegó a mi oficina. Lo encerré en el baño y se la comencé a chupar. Yo traía falda. Subió su mano. Yo goteaba. Con una mano, yo de espaldas, me tomó por el pelo y me empujó hacia abajo, con la otra subió mi falda y me penetró.

Minutos después, mientras sudábamos nuestros orgasmos, murmuró: “Qué bueno que traías falda”.

*

Si te gustó esta entrega “Falda infiel”, no te pierdas la columna “Like a virgin” cada mes en nuestra edición impresa.

Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
Descarga GRATIS Calendario Revive el Poder 2024
Calendario
Descarga AQUÍ nuestro especial CALENDARIO REVIVE EL PODER 2024.
Suscríbete al Newsletter
¡SUSCRÍBETE!