EL BÚHO NO HA MUERTO: ¿QUÉ VIENE DESPUÉS DE MORIR?
TODA LA ENERGÍA del Universo está conectada por la matemática. Desde lo más pequeño a nivel subatómico, hasta las enormes galaxias. Todo está regido en un concierto a ritmo sutil, propuesto por el equilibro de la materia… y ésta entre sí.
Desde la física de Newton —digamos, las leyes locales del planeta— hasta la Relatividad de Einstein y su complemento recientemente comprobado de Ondas Gravitacionales, hacen del Universo un sitio milagroso en el que no caben las improvisaciones.
Todo, absolutamente todo, existe en función de una explicación química y una descripción física de la materia. En esta relación, entendemos la realidad en cuatro dimensiones: largo, ancho, profundidad y
tiempo… hoy que estamos vivos, nada escapa a lo tangible y su evidente percepción.
Para complicar al doble esta pequeña explicación de lo que somos y nos rodea, baste decir que toda expresión de materia existente puede —en teoría— tener su negativo. O dicho de otro modo. Toda materia tiene su antimateria.
Así: un electrón de carga negativa tiene un equivalente positivo. Un neutrón (menos/más) puede ser inverso (más/menos), y así sucesivamente.
La materia y su energía nunca desaparecen. Toda se degrada, pero lo importante es que cambia. Ese es el ritmo y regla del Universo. Como un enorme rompecabezas en el que todo tiene una explicación.
En este macro mundo en el cual deambulamos, estamos por entender la Teoría del Todo, objetivo buscado por Einstein en el primer tercio del siglo pasado. La ciencia se ha centrado en la posibilidad práctica de que veamos todas las correlaciones materiales y cuánticas de lo tangible.
Pero, ¿qué pasa con lo que no lo es? Sigue pesando sobre la conciencia humana de las posibilidades, el entorno multidimensional de lo que escapa lo tangible. Dicho de otra manera, hay más dimensiones aparte de las que percibimos, lo que forzosamente nos lleva a plantearnos una duda consecuente:
¿Qué pasa cuando morimos?
Es evidente que cambiamos el estado de lo que fuimos como materia, y forzosamente evolucionamos a otras dimensiones que en vida sólo son teóricas o etéreas. Hay otras corrientes de pensamiento que postulan que después de la muerte desaparecemos de manera irremediable… ¡simplemente dejamos de ser! Personalmente, asumo la consecuencia lógica de la transformación de la energía, antes de pensar que con la muerte todo termina.
Si bien, esta zona del discernimiento pudiera entrar en el terreno religioso, pretenden mis cavilaciones tomar de la mano tu imaginación y transportarte a la lógica de que lo que eres, has pensado, aprendido y experimentado no desaparece.
Con esto propongo que después de la muerte viene otro estado de la existencia, que si bien percibimos como la extinción de lo que fuiste… no es así.
La cultura humana ha arrastrado el concepto de la inmortalidad a través de la historia. Ante el temor a morir, siempre subyace la esperanza del “más allá”. Pensar que no morimos luego de morir es la razón más pesada del compendio de todo el pensamiento del mundo material.
Te dejo, querido lector, con una serie de ideas. Tómalas en ese orden, razónalas si tú quieres de manera desordenada… si algo de todo esto sirve para volar con tus abstracciones.
Haz lo que quieras con ello. Sólo te pido que no ignores lo que aquí planteo, ya que mientras llegamos hasta la verdad plena de lo aquí descrito, tú y yo somos parte de una esencia divina lejana de comprender, pero imposible de aceptar que un día comenzamos siendo… y otro cualquiera, cesamos, como si nada hubiera pasado después de este destello que es la vida.
¿Somos eternos?
Sinceramente sostengo que sí.
Por lo mismo, propongo: Concilia tu consciencia. Busca hacer el bien. Sirve para algo en esta vida. Que haber existido nos deje tranquilos. Por si acaso, luego de morir, seguiremos pretendiendo.
Por Pedo Ferriz de Con @pedroferriz
