#EXAGEROCOMOWARRIOR: DEL ESFÉRICO AL OVOIDE
POR CARLOS GUERRERO WARRIOR @carloslguerrero
“La NFL está próxima a cumplir cien años de vida y puede presumir que tiene a casi todos sus equipos dentro del top rank de las franquicias deportivas más exitosas del planeta. Los Dallas Cowboys, por primera vez en su historia, son el equipo número uno de la lista de poderosos…”
PODEROSO CHOQUE de trenes humanos envueltos con crujientes hombreras. Euforia escondida bajo un casco. Circuitos de adrenalina que se activan para frenar tornados y derrumbar paredes de carne y hueso. Si el mar tiene su propio sonido cuando las olas rompen, el futbol americano también tiene patentado su retumbo cuando el ovoide transita entre las yardas.
La NFL atrapa, acelera, dribla, intercepta y seduce en el juego. También trasciende en la economía. Sólida institución que vive momentos de gloria. Es hoy, la liga deportiva profesional más lucrativa en el mundo entero. Las franquicias valen 17% más en relación con la temporada anterior. Números que parecen insuperables para otro deporte.
¿Detractores? Siempre. Hace muchos años alguien me dijo “… Eso qué va a ser deporte, sólo son gordos que primero se secretean y luego se amontonan unos sobre otros. Eso no tiene chiste…”.
La NFL está próxima a cumplir cien años de vida y puede presu- mir que tiene a casi todos sus equipos dentro del top rank de las franquicias deportivas más exitosas del planeta. Los Dallas Cowboys, por primera vez en su historia, son el equipo número uno de la lista de poderosos, superando a equipos de otras disciplinas como el Real Madrid, el Barcelona y los Yankees de Nueva York.
Quiero contarte más. Imagina mientras me lees, que estás a punto de adentrarte a este fantástico mundo de las tacleadas. Eres el más prestigiado qb de la liga, recibes las últimas indicaciones del head coach. Ajustas tu barbiquejo al casco y estás listo para saltar al campo en medio de fuegos artificiales que te dan la bienvenida.
El escenario es el siguiente: tu ofensiva está en zona de gol y necesitas anotar seis puntos obligatoriamente para ganar el Super Bowl. Tienes 47 segundos en el reloj y dos tiempos fuera. Es la primera oportunidad. Intentas sorprender por tierra, tu corredor de poder llegará a las diagonales. Enfrenta un juego complejo, con un sinnúmero de reglas, con siete jueces para llevar el orden durante casi tres horas y a pesar de ello, es el futbol americano, de los deportes con más altos puntos de rating. No importa si es pretemporada o apenas la semana tres. Avanzas dos yardas. Pides tiempo fuera.
Segunda oportunidad. Insistes con otra corrida, ahora por la banda tratando de aprovechar el poder de tu línea ofensiva. Ya eres parte de este único juego donde necesitas por lo menos quin- ce aditamentos vitales entre casco, hombreras, coderas, riñoneras, tablas y nitros. Costoso y complejo deporte para su práctica en un país como el nuestro. ¡Pum! Fuerte golpe. Detenido, sin avance. Cero yardas y los segundos se agotan. Así que consumes el último tiempo fuera.
Tercera oportunidad, y ante la necesidad de ganar yardas, vas por aire. Se te viene la carga defensiva rival de un deporte que vive de enraizados estigmas y severos debates por el alto consumo de sustancias prohibidas. Y lo que más pega hoy: secuelas físicas en Jugadores retirados a quienes les fueron exigidos altos esfuerzos generando daños irreversibles en su mente y su cuerpo. Pase incompleto a pesar de que pusiste el ovoide en los números de tu receptor. Pides interferencia. No hay tal.
Cuarta y última oportunidad. La zona de touchdown parece estar en Júpiter. Con menos de diez segundos y sin tiempos fuera, invocas a Brady y Manning para que te den luz en la siguiente jugada. Intentas pase, la defensiva está atenta como la misma afición mexicana que debe conformarse con un juego oficial cada año, cada lustro o cada década. Pase completo pero detenido en la yarda dos.
¿Qué tenemos? ¿Castigo defensivo? ¡Así es! Surge otra opor- tunidad para anotar. Te alistas, recibes indicaciones, compartes la última jugada con el resto de tu equipo y con todo en contra, decides ir con una corrida personal. Total, de eso trata este juego que semana a semana genera una historia jamás contada a pesar de tantas adversidades.
Haces el conteo. El centro te da el ovoide y corres sujetando el balón. Lo abrazas de la misma forma en que te aferras a la esperanza por anotar y convertirte en el héroe. En las gradas se levanta lentamente el público que sigue tus detonantes pasos capaces de abrir la muralla defensiva. Estás a una yarda y… Anotas.
Uno de esos miles de fanáticos que han visto tu touchdown celebrará de la misma forma en alguna butaca del Estadio Azteca cuando la NFL nos vuelva a regalar una noche de ensueño en pleno noviembre.
Lástima que mi abuela ya no está. Me hubiera encantado llevarla para que cambiara su percepción de que sólo son hombres que se amontonan.
