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Del año que se fue y los libros que lo formaron

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
En Libros Al Desnudo, el recuento literario del año y las pistas para leer ahora esos grandes libros del año […]
Del año que se fue y los libros que lo formaron

En Libros Al Desnudo, el recuento literario del año y las pistas para leer ahora esos grandes libros del año que se te pasaron.

Por Jaime Garba

El año se fue, y otro nuevo comienza, así es el ciclo de la vida, e inevitable es que al final de cada periodo a nuestra mente lleguen recuerdos en todas sus variedades, pues las experiencias son las que nos forman, y nuestra historia está llena de ellas, es lo que somos, un cosmos de situaciones que segundo a segundo pasan. Si esto es así, los lectores tenemos entre todos un elemento importante, los libros que durante el año leímos, aquellas páginas que una a una formaron parte de nuestros días. Algunas pasaron sin pena ni gloria, pero otras llegaron para quedarse, y evocarlas en transición sin duda nos hace reflexionar. Si como dice el escritor Alberto Manguel, cada persona es una biblioteca, no hay mejor pregunta para lanzar en este momento que ¿cuáles libros la formaron en el 2014?

A continuación comparto los libros que a mí me formaron, junto con un poco del contexto de su llegada. Sin orden en específico comienzo con La Fila India, de Antonio Ortuño, publicada por Océano. Si a muchos les suena el título es porque esta novela se ha hecho espacio entre la crítica y el público por derecho propio. Ortuño era un escritor del cual había leído principalmente sus artículos periodísticos, poseedores de una pluma analítica y satírica como la de Jorge Ibargüengoitia, cosa más que suficiente para sentirme atraído. Se dice que la literatura mexicana contemporánea se ha estado renovando a partir de la segunda mitad del siglo pasado, pero en la práctica difícilmente suele verse hasta que se lee una novela como ésta, donde la precisión del lenguaje queda al servicio de un tema complejo, como es el de la violencia en contra de migrantes centroamericanos y los dilemas morales entre el bien y el mal; que no sólo se cuenta, sino que explica, reflexiona, e invita al análisis de la condición humana. Antonio Ortuño no sólo narra las vicisitudes que tienen que pasar quienes buscan una vida mejor, sino que deja al descubierto la doble moral de un país violento y sádico. Una novela estupenda, sí, pero también necesaria, sobre todo en tiempos donde la literatura del “Norte” y del “Narco” inunda el mercado editorial, es La Fila India un chiflido para voltear a otras partes de nuestra realidad.

la fila india antonio ortuño

Este año podría también denominarse como el año de la literatura mexicana, pero vaya, sería muy atrevido decir que antes de eso no hubo grandes publicaciones, mas uno habla de cómo le fue en la feria, y a mi percepción, nuestros autores tuvieron un año prolífico. Sin ánimo de exagerar el mejor libro que leí este 2014 fue El cerebro de mi hermano, publicado por Seix Barral, de Rafael Pérez Gay, una novela que me conmovió hasta las lágrimas (literal). Pérez Gay escribe sobre su hermano José María, fallecido en el 2013 a causa de una terrible enfermedad, la obra cuenta ese periodo involutivo que lo fue consumiendo lentamente hasta arrebatárselo. El lector es Rafael, quien va siguiendo las noticias sobre el desarrollo de la enfermedad, pero también viaja al pasado para recodar momentos de la infancia y la adolescencia, los que construyeron la memoria y que en el presente guardan el amor fraterno que sabemos es inmenso porque cada palabra está escrita con una sinceridad absoluta. Es El cerebro de mi hermano una elegía compuesta maravillosamente, un homenaje al intelectual y escritor, pero sobre todo al ser humano que Rafael y muchas otras personas quisieron y admiraron. Hacía tiempo que no leía una novela tan íntima, tan viva, que me hiciese recordar que la literatura también late.

el cerebro de mi hermano

Muchos fueron los libros que leí con placer, la belga Amélie Nothomb se me presentó para cautivarme y hacerme leer todas sus novelas en un breve periodo. Saberla una escritora tan disciplinada y comprometida con su obra, la más leída en lengua francesa, así como su atractiva personalidad me llevó a leer una de sus novelas, convirtiéndose en una adicción que paró hasta la última página. Con emoción me lancé a la lectura también de muchos escritores que sigo con fervor, como Kurt Vonnegut y su Matadero cinco, James Ellroy y La colina de los suicidios y Salman Rushdie, con su Joseph Anton, libro que merece una mención más extensa porque me cayó en un año donde a México azota una crisis de violencia tremenda, me fue imposible no relacionar la dura situación que vivió Rushdie por la fatua impuesta por su novela Los versos satánicos y la “ofensa” contra el mundo musulmán, con los hechos que atentan contra la libertad de expresión: la desaparición, el asesinato y la censura de periodistas mexicanos que cubren la guerra interna que aqueja a la mayoría de los estados. El caso de Salman Rushdie fue un parteaguas para defender la palabra como diálogo y para mantener el equilibrio entre la fuerza y la razón. Fue una forma de esperanza porque avante, Rushdie ahora puede volver a caminar tranquilo. Al terminar sus memorias pensé, ¿cuándo podremos caminar nuevamente sin miedo por nuestras calles?

Qué difícil es hacer una selección habiendo tantas cosas buenas, pero este ejercicio me obliga a replantear el valor de cada lectura. Fue un buen año y los libros que rodean mi escritorio lo saben, pero más me emociona pensar que hay 365 días listos para recibir las letras y las historias que habrán de ser leídas.

¡Feliz año nuevo y que los libros los acompañen!

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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