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EN BOCA ABIERTA: EL PRECIO DEL VOTO

Por: Playboy México 05 Jun 2018
¿CUÁNTO LE CUESTA LA DEMOCRACIA A LOS CIUDADANOS MEXICANOS? CONOCE UN PANORAMA ECONÓMICO DE ESTOS GASTOS PARA SACUDIR TU CONCIENCIA […]
EN BOCA ABIERTA: EL PRECIO DEL VOTO

¿CUÁNTO LE CUESTA LA DEMOCRACIA A LOS CIUDADANOS MEXICANOS? CONOCE UN PANORAMA ECONÓMICO DE ESTOS GASTOS PARA SACUDIR TU CONCIENCIA Y TU PARTICIPACIÓN POLÍTICA RUMBO A LA JORNADA ELECTORAL DE 2018.

EN BOCA ABIERTA: EL PRECIO DEL VOTO 0

Por: MARTÍN ESPINOSA @martinespinosa

¿CUÁNTO LE CUESTA la democracia a los ciudadanos mexicanos? Conoce un panorama económico de estos gastos para sacudir tu conciencia y tu participación política rumbo a la jornada electoral de 2018.

Dos factores inciden en el aumento monetario que ha tenido de seis años a la fecha lo que nos cuesta nuestra “incipiente” democracia: el incremento en el número de votantes registrados en el Padrón Electoral y la inflación real que hemos experimentado de 2012 al 2018, lo que en términos netos significa que los candidatos a la Presidencia de la República y sus partidos gastarán la friolera de 2 mil 138.3 millones de pesos sólo en las campañas del año próximo; es decir, 457.8 millones de pesos más que lo que se gastaron hace seis años.

Una investigación periodística realizada recientemente da cuenta de que en seis años el gasto de los partidos en
año electoral presidencial subirá 27%, mientras que el salario de los mexicanos no ha logrado incrementos del mimismo ritmo al que gastan los políticos y sus partidos para buscar mantenerse en el poder. Otra de las incongruencias de nuestra democracia.

Compare usted, estimado lector, las cifras de las campañas anteriores con las proyecciones formuladas en la investigación de referencia: en 2012 éramos en el padrón 84.4 millones de ciudadanos registrados. Ahora la cifra es de poco más de 87 millones de electores.

De tal manera que la jornada electoral de 2018 será la más cara en la historia de México, pues los partidos gastarán más de 2 mil millones de pesos sólo en campañas, cuando en 2012 costaron mil 680.5 millones de pesos, de acuerdo con cálculos hechos con base en datos del Instituto Nacional Electoral (ine).

Sin embargo, al aplicarse la fórmula que indica la ley electoral, las campañas para las elecciones federales serán
27% más caras (casi 458 millones de pesos más) en comparación con 2012, debido principalmente a que el padrón electoral pasó, como se desprende del análisis de la base de datos del ine de 84.4 millones a 87.1 millones de ciudadanos. Es decir, ahora somos casi más de 3 millones de mexicanos mayores de 18 años con credencial de elector.

En otro rubro, si el ine gastara 22 mil pesos por casilla, como ocurrió en 2017, tendría que destinar en 2018 cerca de 3 mil 410 millones de pesos para instalarlas.

Pero también pesa el gasto que harán por primera vez con la nueva reforma electoral, los candidatos independientes que ya comienzan a perfilarse desde ahora rumbo al 2018, dinero que también será auditado y regulado por el Instituto Nacional Electoral, eso sin contar con los gastos que hará el ine por instalar y mantener las cientos de casillas en todo el país para la elección presidencial, y que son del orden de los 22 mil pesos por cada una, lo que da una cantidad de miedo: 3 mil 400 millones de pesos, esto aparte de lo que gasten los partidos políticos.

En qué estaremos pensando los mexicanos para permitir tanto despilfarro de recursos monetarios en tiempos en que el dinero falta? Porque nadie compra el argumento de que tantos millones “nos cuestan” para ser democráticos, cuando hay tantas necesidades que se tienen que cubrir a nivel social. Ahí se nota el desdén ciudadano y la falta de interés de la población en los asuntos que son públicos y que al final del día deberían interesarnos a todos.

La realidad es totalmente inequitativa: a los partidos políticos sí les damos más dinero si crece el número de votantes, mientras que a nosotros nadie nos da más dinero si crece la familia. Un hijo más en casa o en la universidad (si es que llega) nos representa más gastos que hay que “sacar” de donde sea, pero con el mismo salario. A nuestros políticos los “premiamos” si crece el “padrón”, les damos más prerrogativas si es año electoral, ganan más en tiempos de campañas electorales y al final, ni siquiera resultados les pedimos cuando terminan su gestión pública. ¡Qué incongruencia!

Sencillamente la vida de los ciudadanos transcurre a la inversa de quienes nos gobiernan. Por ahí hay que empezar a cambiar las cosas si queremos que el país no se nos siga yendo entre las manos, en medio del crecimiento inusitado que ha tenido el crimen y la violencia. No es lógico hablar del “costo” de la democracia si los conflictos sociales cada día van en aumento, producto —en gran medida— del empobrecimiento social en todos los sentidos. No es un tema de igualdad, como pregonan algunos, se trata simple y sencillamente de congruencia: para ser democráticos en la vida cotidiana y en la vida pública, hay que empezar primero por ser democráticos en los beneficios que trae para la sociedad vivir en un régimen de libertad, donde las decisiones son tomadas por la mayoría y no por unos cuantos. Lo demás es demagogia.

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