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2018: COMBATE A LA DESIGUALDAD

Por: Martín Espinoza 31 May 2018
Campañas políticas van y vienen cada seis años, y ningún candidato ha cumplido la que seguramente será la “madre” de […]
2018: COMBATE A LA DESIGUALDAD

Campañas políticas van y vienen cada seis años, y ningún candidato ha cumplido la que seguramente será la “madre” de todas las promesas de la actividad proselitista de estos meses por venir: cerrar la brecha que cada vez es mayor en la sociedad entre quienes tienen mucho y quienes tienen casi nada.

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POR: Martín Espinosa
@martinespinosa

 

Y no precisamente es un tema de igualdad de condiciones, sino una cuestión que pasa por las oportunidades que hemos tenido quienes nacimos y vivimos en este país para conseguir a lo largo de nuestra vida mejores estándares de calidad en materia de vivienda, salud, educación y empleo mejor remunerado.

Dicen los estudiosos del Desarrollo Social que existe un interés en aumento entre los políticos por monitorear el progreso social de los países, especialmente a partir del reconocimiento generalizado de que el crecimiento económico no es suficiente para mejorar las condiciones de vida. De ahí la necesidad, consideran miembros de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de perfeccionar el diseño y evaluar el impacto de las políticas económicas y sociales sobre las condiciones de vida de la población, así como disponer de más y mejores indicadores que sirvan de guía para la toma de decisiones que superen el mayor problema que enfrenta la humanidad: la pobreza.

 

Pero aquí en México, parece que esto no importa, ya que desde hace muchos años los pobres sólo sirven para “rellenar” de contenido social el discurso político, primero de los candidatos que, luego ya elegidos, los olvidan fácilmente para continuar con la aplicación de un modelo que lleva mucho tiempo sin dar resultados, un modelo económico que sólo ha generado más pobres.

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Pero no piense que eso nos hace ser infelices o es algo que a los mexicanos nos quite el sueño. Como dice el clásico: aunque usted no lo crea, México es el cuarto país más feliz del mundo. La edición 41 de la Encuesta Anual Global de Gallup señala que México es uno de los cinco países más felices del mundo, sólo detrás de Islas Fiji, Colombia y Filipinas, pero a la vez es uno de los diez más pesimistas junto con Italia, Grecia, Bosnia, Irán, Papúa Nueva Guinea, Polonia, Turquía, Corea del Sur y Sudáfrica; reflejo sin duda de nuestra idiosincrasia. Sin embargo, las cifras son contundentes: la brecha de la desigualdad en México se ha acrecentado, al registrarse un mayor crecimiento del ingreso per cápita en las entidades más desarrolladas, en contraste con aquellas que se han rezagado.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y del Consejo Nacional de Población (CONAPO), entre 2003 y 2016 la Ciudad de México, Nuevo León, Sonora, Querétaro y Aguascalientes han tenido un crecimiento del indicador superior a aquellas entidades que tienen menor Producto Interno Bruto por habitante, y que son Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Tlaxcala y el Estado de México.

 

La capital del país registró 2.7 % de crecimiento promedio anual del PIB per cápita en el lapso mencionado; Nuevo León 1.7 %, Sonora 1.8, Querétaro 3 % y Aguascalientes, 2.9 %. En contraste, el promedio anual del PIB per cápita en Chiapas y Tlaxcala se contrajo 0.3 %.

 

En los últimos 13 años, las entidades federativas con mayor ingreso por habitante han registrado tasas de crecimiento más altas en este indicador que aquellas que se encuentran más rezagadas, lo cual ha agudizado las desigualdades regionales.

 

Algunas organizaciones de expertos en economía y académicos de la sociedad civil, como el observatorio “México, ¿cómo vamos?”, propone tomar acciones concretas para que los estados más atrasados puedan potenciar su crecimiento y, con ello, que las desigualdades en el país se puedan reducir.

 

En primer lugar, pide establecer un plan para llevar ductos de gas a dichas regiones para que las empresas vean atractivo invertir allí; en lo cual, la construcción del gasoducto Salina Cruz–Tapachula debe acelerarse para antes de 2019.

 

En segundo lugar, establece priorizar la infraestructura de transporte, el cual se debe modernizar y ampliar la ruta del ferrocarril Chiapas–Mayab, además de que los gobiernos estatales deben pavimentar más caminos al interior de sus territorios, financiado con mayor recaudación propia como puede ser el impuesto predial. ¿Sabrán todo esto o les importará a quienes aspiran a gobernar México?

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