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NUESTRA PEOR PESADILLA: MIEDO AL MIEDO DEL DOLAR

Por: Jafet Gallardo 31 May 2018
EL PRÓXIMO 20 DE ESTE MES DONALD TRUMP TOMARÁ POSESIÓN COMO PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS. DE LA MANO DE ESTE SUCESO SOBREVIENEN TEMORES E INCERTIDUMBRES RELACIONADOS CON LA ECONOMÍA. UNO DE ELLOS TIENE QUE VER CON EL BILLETE CON EL ROSTRO DE GEORGE WASHINGTON.
NUESTRA PEOR PESADILLA: MIEDO AL MIEDO DEL DOLAR

POR ALEJANDRO LLANTADA /@ALEX_LLANTADA /PERSUASION.COM.MX

peso

Fui con un psiquiatra cuando tenía 18 años, me recomendó mi padre con el Dr. j. j. porque era su amigo. El problema era que me sentía sumamente incómodo estudiando ingeniería en una universidad de persignados … Y es que yo era persignado pero no tanto; y mi papá y abuelo habían sido ingenieros y yo… No tanto. Renunciaba a ponerme ceniza en la frente a media clase y a calcular cosas que los que sí terminaron esa carrera, juro por Dios, hoy no usan. Así que parecía que no estudiaría y esa era nuestra preocupación del momento: Pensábamos mis padres y yo, en secreto, que no haría nada de mi vida.

Le expliqué al psiquiatra la situación: “… Es gente rara para mí, vienen de escuelas no mixtas y todo es muy estirado… Me dan miedo… Por otra parte, me petrifico en los exámenes porque me dan miedo las matemáticas y me va mal… Cada noche sufro porque le tengo miedo al miedo”.

“¿Miedo al miedo?”, me preguntó lentamente el Dr. j. j. mientras sorbía su taza de café en un consultorio con una decoración verdosa y mesitas llenas de revistas muy viejas. “Este idiota no me entiende”, pensé mientras mi cara se encendía porque aparte de miedoso era enojón. Y de repente el Dr. j. j. bostezó largamente, gesto que me pareció ofensivo e hizo que terminara abruptamente la sesión. Mi arrebato lo molestó y me aclaró, mientras yo levantaba mi flaco cuerpo del raído sillón, que él me estaba cobrando la mitad de lo que normalmente pedía (por la amistad con mi padre) pero que no era el dinero lo que le importaba. Lo aclaró sin yo preguntarle. Entendí que al Dr. j. j. le faltaba un centivo para tragarse los botezos y que seguramente ambicionaba un paciente más redituable.

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Temor y ambición

“De lo que tengo miedo es de tu miedo”, dijo William Shakespeare sin sospechar que estaría describiendo lo que siento sobre el tema del dólar en México; fenómeno que podría llamarse también “El Coco que nos comerá”, en una economía que depende hoy mucho del miedo y de la ambición. El peso se deprecia con respecto al dólar, entre otras razones, porque si aflora temor en los mercados, los ambiciosos y ricos especuladores lo huelen como perros y acaparan dólares tempranito en la mañana, volviéndolo escaso… Poco después, los que no son tan ricos y temen que suba, corren despavoridos a comprarlo tarde… Mientras los especuladores lo revenden más caro. Así flotan los tipos de cambio en un océano donde la ambición y el temor generan mareas que la Luna envidiaría. ¡Qué miedo que a la gente le dé miedo!

Aumenta la ambición de los saudí árabes para quebrar competidores, baja el peso. Sube el miedo de la desaceleración de China, baja el peso. Sube el miedo a Trump, baja el peso. Como calzón de adolescente con su primer novio, baja el peso con cada arrumaco de estos dos instintos. La depreciación del peso con respecto al dólar depende, por supuesto, de la ley de la oferta y la demanda, y ya no se fija como antes. Dicen el exgobernador del Banco de México Agustín Carstens y otros economistas que no deberíamos de tener tanto miedo a esto, ya que la antigua política de tipo de cambio fijo era como dejar sin movimiento una brocha y mover una casa para pintarla. Hoy se deja que la brocha pinte libremente, moviéndose según lo dicte el mercado, como cuando un niño hace pipí, convirtiéndola en un precio de la economía que sirve de amortiguador para otras variables.

Dirán estos señorones lo que quieran, yo me quedo con lo que dijo alguna vez un filósofo sabio y tal vez alcohólico: “El miedo no anda en burro”, y es que el pavor al precio del dólar no es de a gratis. Los que somos de la generación que no vota por Brexit y Trump como los Baby Boomers (viejitos) pero que tampoco se abstiene de actuar como los Millennials (escuincles), o sea los maravillosos “Gen. X Men”, conocemos en carne propia cómo se siente la frase “subió el dólar”: Caras pálidas, quejas por deudas qué pagar sin dinero, inflaciones, quiebras, y uno que otro papá infartado.

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Psicología del miedo

Un aspecto de los trastornos de ansiedad es que puede haber una tendencia a desarrollar un miedo al miedo. Mientras la gente “de a pie” tiende a experimentar miedo sólo durante una situación que se percibe como digna de temerse, aquéllos que sufren de trastornos de ansiedad pueden tener miedo de experimentar una respuesta de miedo. Tienen temor al temor. Ellos perciben sus respuestas al miedo como algo negativo, y se las arreglan para evitar esas respuestas. La ansiedad es una de las fuerzas que modifica el precio del dólar, tanto la individual como la que tiene una manifestación social.

Gabriel Tarde concibió la sociología basada en pequeñas interacciones psicológicas entre individuos, siendo la fuerza fundamental la imitación (“Laws of Imitation”). La gente imita el comportamiento del miedo muchas veces sin saber exactamente a qué debe tener miedo:

“Ya subió el dólar, ¿qué vamos a hacer?”, pregunta una mujer.

“¿Y en qué te afecta?”, pregunta el curioso esposo.

“Pues va a subir todo…”

“¿Ya viste en IPNC? Las mercancías y servicios sí han subido un poco, pero se ven estables; los agropecuarios sí subieron mucho, ¡aunque en abril del año pasado estuvieron peor! Pero la inflación no subyacente, o sea la que no controla el Banco de México y luego se aloca, se ve bien… Ni qué decir de la subyacente”.

“Pues todo el mundo dice que está muy mal que suba el dólar, hasta los expertos, eso que dices es falso. De seguro es porque amas a Peña Nieto y te cae bien Trump”.

(Silencio).

Edward Bernays, sobrino de Freud y experto propagandista que entre otras monerías logró poner de moda que las mujeres fumaran y volcó la opinión pública de Estados Unidos a tenerle miedo a Alemania durante la Primera Guerra Mundial para que el pueblo quisiera pelear, habla en su libro “Propaganda” sobre la mente grupal:

“Trotter y Le Bon llegaron a la conclusión de que la mente del grupo no piensa en el sentido estricto del término. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. Al tomar decisiones su primer impulso suele ser el de seguir el ejemplo de un líder de confianza. Éste es uno de los principios más sólidamente fundamentados de la psicología de masas. Actúa cuando un lugar de vacaciones gana prestigio o lo pierde, actúa cuando los clientes de un banco corren a retirar todos sus depósitos o cunde el pánico en el mercado de valores, actúa convirtiendo un libro en un best-seller o propiciando un éxito de taquillas en el teatro”.

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Auri sacra fames, sacro metum (maldita sed del oro, maldito miedo) La psicología social y la crematística se juntan en el fenómeno del miedo al dólar. Mucha gente siente miedo y eso se aprovecha para ganar dinero para un puñado de personas.

Sentir miedo del dólar no sirve. Somos esclavos de los que tienen cantidades ingentes de dinero y especulan; somos esclavos de los que bajan el precio del petróleo por ambición; somos esclavos de los medios que nos influyen para temer y creer sin mayor reflexión al ver un noticiero o los memes del “Feis”.

¡Miedosos del mundo, uníos!

Tenerle miedo al miedo del dólar tampoco sirve, aunque es difícil evitarlo. Tal vez yo regrese con el Dr. j. j. , esta vez con más dinero para que me cure sin bostezos.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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