EL COACHELLA DE LOS SURFERS
EL MEXI LOG FEST 2017 REPRESENTA UNA EXPERIENCIA QUE REÚNE DEPORTES EXTREMOS, COMIDA ORGÁNICA, MÚSICA TRENDY Y UN ACERCAMIENTO RESPETUOSO A LA NATURALEZA.
POR NAYELI HERNÁNDEZ
FOTOGRAFÍAS DE HEIDI ZUMBRUN, ABDUL ORTIZ Y EMMA LORRAINE/CORTESÍA DE LOOT
“¿Vas al Mexi Log Fest?”, le pregunté. “Sí”, contestó la chica bronceada de cabello rubio. De inmediato nació entre nosotras una conexión. Me presentó a sus cinco acompañantes e iniciamos la conversación. Desafortunadamente no era el grupo al que estaba buscando.
Pero seguro los vería en la fiesta. Saber que estás a unas horas de la playa genera gran felicidad. No hay nada como pasar unos días perdida en un lugar paradisiaco, donde te espera la música, la fiesta, el surf, surf y más surf. Sabes que te cobijará un ambiente relajado, en el que todo fluye con la mejor de las actitudes y por supuesto, a tu mente vienen los tatuajes increíbles, las pieles bronceadas y los cuerpos. Fue así como me acerqué a un grupo que esperaba despegar en la misma sala del aeropuerto. Todos con las características antes mencionadas. Sobre todo la rubia de piel bronceada.
El verdadero hombre mono
Por fin, el mar se observa desde mi ventanilla. Ya quiero estar dentro. Al aterrizar en Zihuatanejo me espera una experiencia en jeep que da inicio a la aventura. Bajan tres mujeres atractivas con todo el look playero. Amantes del surf y de la ecología, preocupadas por la región y conocedoras de La Ropa, una playa a sólo unos minutos del centro. Inés es la primera a la que saludo, que hace que sus invitados se enamoren del pueblo desde el primer momento, porque llegó a vivir aquí desde que era pequeña. No hay nada mejor que una guía que conoce los rincones más escondidos de un destino.
Es ella quien nos presenta al célebre Miguel Gálvez, mejor conocido en la región como Tarzán, un hombre de cabello largo y mentón pronuncia- do muy parecido al personaje creado por Edgar Rice Burroughs. Él también es reconocido por su forma peculiar de bailar y por ser el alma de las fiestas, tanto, que alguna vez Jamie Lee Curtis lo entrevistó.
Miguel imparte una breve clase para hacer paddle board y no morir en el intento, una variante del surf que se realiza de pie sobre la tabla y auxiliándonos con un remo. Tarzán, pese a mi temor inicial, me inyecto mucha seguridad con el mejor de los consejos: dejarme llevar. En menos de cinco minutos ya estoy dentro del agua, lis- ta para ver el atardecer sobre la tabla. Igual que en una cita a ciegas, el ocaso me regala el tiempo para experimentar, jugar con el mar y separarme cada vez más de la orilla.
La temperatura del agua es perfecta. Me recibe de una manera cálida, tal como lo haría un “zanca”, que así les llaman a los originarios de Zihua. Un amigo, un camarada o una pierna, como define a la palabra la Real Academia. Porque en ellos te apoyas para seguir adelante. Igual que Tarzán.
Un proyecto autosustentable
Muero de hambre. Llego al corazón del pueblo cercano a La Saladita, que curiosamente no tiene una iglesia en el centro sino una cancha que sirve como punto de reunión. Los niños juegan mientras sus madres conversan con las vecinas en una plática que parece interminable, rodeadas de puestos de frituras, elotes y cualquier antojo al alcance de tu imaginación. ¡Mucho más divertido que una misa!
Al caminar observo pequeños restaurantes, cada uno con un toque de cocina tradicional. Así nos decidimos a entrar a “Angustina”, donde nos sirven requesón al mezcal, aguachile de chapulines y mango, y un atún sellado.
De fondo está el mar. Atunes de más de un metro desfilaban delante de mis ojos, prueba irrefutable de que estoy comiendo algo muy fresco. Lo mismo los vegetales y la fruta que nuestro anfitrión se encargó de elegir en el tianguis orgánico de la región, un gran proyecto autosustentable que realizan los habitantes.
Principalmente Pato, de Azulita Project, que estableció un gran compromiso con su comunidad. Este hombre es el encargado de realizar la composta, del cuidado de los huertos y de la distribución de los productos en tianguis y restaurantes como “Angustina”.
Con el calor que hace, el Sorbete de guanábana con chilate le da la bienvenida a la noche, momento ideal para disfrutar de un mezcal acompañado de sal con jamaica y tamarindo. El cielo se pinta de pirotecnia pues el Torneo Internacional de Pesca del Pez Vela ha comenzado. La fiesta apenas va iniciando.
Orgasmos Múltiples
A 30 minutos del centro de Zihuatanejo se encuentra un tesoro para muchos amantes del longboard: La Saladita, una comunidad de surfistas en la que coexisten chalets de lujo con enramadas en las que se sirve comida orgánica. Para llegar a la playa hay que atravesar una calle en la que se exhiben impresionantes obras de art street, con murales de artistas como Mocre y Seher One.
Desde que entras al pueblo sabes que estas en territorio de surfers. Los anuncios de renta de cuartos con caligrafía de colores y tablas por doquier lo confirman. Lourdes, el bar de los surfers y sede del festival Mexi Log Fest nos recibe en su primera edición en tierras guerrerenses. La hermandad se respira en el ambiente. Circulan los tragos de mezcal con chile y albaca. Las risas y la música generan una atmósfera de camaradería. Los fans del longboard –estilo clásico del surf que tiene sus orígenes en la década de los 50 y 60– disfrutan de un escenario de libertad, igual que las olas. No hay poses, no hay prejuicios.
Me siento por minutos a observar la preparación que realizan los surfistas antes de entrar al mar. Unos calientan, otros meditan. Los podría observar por horas. Impacientes, toman su tabla y poco a poco se adentran en búsqueda de la mejor ola, take off –como se conoce al movimiento para dominar la tabla y sentirte listo para la explosión de emociones–. Cada uno cuida de su camarada para que no pierda su oportunidad de remontar una ola. Sólo existe una oportunidad. Veo salir del mar a Lola, una surfer de Sayulita. Llega lentamente a la playa, con una sonrisa enorme.
—¿Qué tal la experiencia? –le pregunto.
—Me tiemblan las piernas por la emoción. Cuando estoy sobre una ola me desconecto de todo y solamente disfruto, me siento como una niña de cinco años.
Igual que un orgasmo. Mi teoría se confirma.
Ningún competidor se siente obser- vado por los jueces, se dedican a ejecutar lo que tanto les apasiona.
CJ Nelson, quien obtuvo el primer lugar en la categoría Men’s pro, me comentó: “Nunca he querido competir para satisfacer un instinto, sólo deseo realizar un acto proveniente de un lugar de amor y un lugar de honestidad genuina, sin perjudicar a otras personas en el proceso de ganar”.
Un minuto para la foto perfecta
Después de unos tragos, no hay nada mejor que disfrutar del atardecer. Ese minuto con que cuentas para tomar la foto ideal y publicarla en tus redes
sociales. Llega la noche y con ella, el proyecto tapatío Salvador y el Unicornio se presenta en un escenario íntimo. Después, el dueto electrónico Timmy & the Monsters nos hacen sacar nuestros mejores pasos de baile, desatando un auténtico manicomio playero.
Mexi Log Fest se lleva a cabo en medio de un plan incluyente en la comunidad, convocando a los habitantes a sumarse desde su trinchera. Algunos colectivos como Azulita Project participaron en la separación de basura. Los vasos de plástico y los popotes, por ejemplo, son sustituidos por latas y vitroleros por doquier, de manera que el impacto al ambiente sea menor. Otra de las mentes detrás de este proyecto es Andrés Saavedra, fundador de Loot. Un espacio abierto para el diseño, la fotografía, la moda, la gastronomía, la arquitectura y la música.
De esta forma me queda claro que los tatuajes, las pieles bronceadas y los cuerpos esculturales son únicamente un cliché detrás de un estilo de vida en el que se privilegia el trabajo en comunidad. Tal como los surfers cuando se meten al mar.
