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Recordando nuestra charla con Alejandro G. Iñárritu: Del éxito, Hollywood y demás cosas hermosas

Por: Jafet Gallardo 29 May 2018
Esta entrevista fue originalmente publicada en nuestra edición de octubre del 2010. Alejandro González Iñárritu está acostado en un sillón. […]
Recordando nuestra charla con Alejandro G. Iñárritu: Del éxito, Hollywood y demás cosas hermosas

Esta entrevista fue originalmente publicada en nuestra edición de octubre del 2010.

Alejandro González Iñárritu está acostado en un sillón. Se levanta para darme la mano y saludarme. “Estoy madreadísimo, ¿no te importa si hago la entrevista acostado?”, pregunta.

Estoy de acuerdo y me siento enfrente de él, con la grabadora encendida y una libreta en las manos. “Cualquiera diría que me vas a psicoanalizar”, dice El Negro.

Desde aquí puedo ver negras las suelas de sus zapatos. Están muy gastadas. Infiero que Alejandro es un tipo al que le gusta caminar. Desde hace dos días, cuando llegó a México, no ha parado. La promoción de Biutiful, su más reciente película, lo tiene sujeto a una agenda sumamente apretada que le ha costado horas de sueño. De hecho, tuvo que retrasar su regreso a Los Ángeles, California, para atender más entrevistas.

Aunque cada incursión en el séptimo arte de este hombre, que en el año 2000 le cambió la vida al cine mexicano con una colección de tres historias entrecruzadas, causa revuelo; en particular ésta, protagonizada por Javier Bardem, lo ha puesto en el ojo del huracán. Se trata de su primer trabajo sin la colaboración del guionista Guillermo Arriaga, quien a su vez estrenó en septiembre pasado Fuego, su primera película como realizador. En 2007, ambos confirmaron su rompimiento, tanto como amigos como colaboradores. Se dice que todo se debió a un asunto de egos. Alejandro escribió en una revista capitalina que Arriaga deseaba ser reconocido como el único autor de Babel, la película que estrenaron un año antes.

La realidad es que, para esta aventura, Alejandro recurrió a dos nuevos colaboradores, Armando Bo y Nicolás Giacobone, además de repetir con otros viejos aliados: el fotógrafo Rodrigo Prieto y el productor musical Gustavo Santaolalla.

En este momento, algo que parece preocuparle mucho a Iñárritu es que existen escenas de Biutiful en el que el castellano de los españoles pudiera resultar no muy comprensible para los mexicanos. “Se me hace que tengo que subtitular un par de escenas”, comenta sin levantarse del sillón donde descansa.

La película es la conjunción, como sucede también en 21 Gramos y Babel, además de Amores Perros, de historias entrecruzadas: un hombre separado de su esposa alcohólica, que además posee poderes sobrenaturales y debe asegurar el porvenir de sus hijos después de enterarse que padece un cáncer terminal; una inmigrante africana que se queda desvalida después de que su marido es deportado luego de ser sorprendido vendiendo piratería; un comerciante chino que trafica con inmigrantes de su país para ponerlos a trabajar de forma clandestina.

Todo, ambientado en una España gris, oscura y sórdida que en nada se parece al brillante primer mundo europeo. Como dijo Bardem en una entrevista que Playboy realizó poco después: “Existe la Barcelona de Woody Allen, pero también la de Alejandro González Iñárritu”.

“A pesar de que Hollywood ha producido grandes películas, no ha madurado respecto a presentar a los buenos y a los malos. Tiene un miedo brutal a representar la complejidad de la naturaleza humana. No somos buenos ni somos malos, somos buenos y malos, y casi podemos ser buenos y malos en el mismo instante”.

PLAYBOY: Después de todo, quizá esto sí se trate de un psicoanálisis. ¿Por qué dedicaste Biutiful a tu padre?

IÑÁRRITU: Todas mis películas están dedicadas a mis familiares, desde Amores Perros. A veces les encuentro un sentido, un algo que relaciona la película con algo personal. Al final, eso me ayuda y motiva, porque las películas se vuelven como regalos. En el caso de Biutiful, el tema de la paternidad resulta central. Planteo la omnipresente figura paterna a través de la ausencia del padre o la breve permanencia del personaje de Bardem en la tierra, esa breve permanencia que hará que quizá no quede ni en la memoria de sus hijos. Cuando nos morimos, nos transformamos en la memoria de los otros, y él –Bardem– reacciona de manera particular al saber que, cuando muera, no quedará ni eso. Quizá lo inspiran sus propios padres, que están presentes en toda la película como un recuerdo en una suerte de carrera existencial, comparado con lo que el personaje no será para sus propios hijos; eso me parece central. Por eso se la dediqué a mi padre. Yo, como padre, me relaciono también con ese tipo de cosas.

PLAYBOY: Uxmal, el personaje que interpreta Bardem, puede hablar con los muertos. ¿Por qué incursionaste en el terreno fantástico, cuando tu cine se había caracterizado por el tono realista?

IÑÁRRITU: Me gustó acariciar el tema. Es apenas un perfume con base en la idea de la contradicción acerca de un hombre tan primitivo, tan básico (como Uxmal), que tiene un don tan complejo y espiritual. Se trata de una paradoja entre la posesión de una vida interna muy compleja en contraste con un personaje tan terrenal, tan de la calle. A veces, a la gente tan primitiva nos la presentan muy new age, pero esa gente dista mucho de este concepto. Yo conocí y entrevisté a muchas personas con el mismo don, gente muy de la calle. Una señora, por ejemplo, que tenía ese don, pero no lo explotaba. Por el contrario, para ella era una incomodidad tener esas visiones. Me parecía fantástico, además, que un hombre que va a morir supiera perfectamente hacia dónde iría. Era un espejo muy interesante para explorar.

Captura de pantalla 2015-02-23 a las 18.14.02

PLAYBOY: Lo que me parece paradójico es que, a partir del estreno de Amores Perros, pusieras de moda realizar un cine de corte mucho más realista. Incluso, muchos directores y cineastas mexicanos comenzaron a decir, a principios de esta década, que la gente ya estaba cansada de tanta fantasía. ¿Rompiste con tu propio paradigma?

IÑÁRRITU: Cada día me interesa menos la realidad. Es más, para mí la realidad no existe. En el cine, uno no hace cosas reales. Más que buscar la realidad, uno busca la verdad en el universo que está planteando. A mí me interesa buscar la verdad en cada escenario que propongo y, en este caso, este personaje (el de Bardem) pertenece a un universo barroco y más libre, en ese sentido. Me gustó la idea de asomarme, con cuidado, para que no se transformara el género y acabara haciendo una película neo-fantástica. Tampoco se trataba de eso. Biutiful es real, pero igual de verdadera que el universo.

PLAYBOY: Me parece oportuno preguntarte qué es un fantasma.

IÑÁRRITU: No lo sé, pero creo que los fantasmas son dos cosas posibles. O son la ilusión o la imagen de una aparición que, a través de un proceso inconsciente, proyecta el miedo de una forma real o, quizá, sean energías atoradas en el universo. Sí, energías que se apegaron a nosotros, que no aceptan irse de aquí.

PLAYBOY: ¿Tus fantasmas también hablan contigo?

IÑÁRRITU: Sí, he tenido un par de experiencias muy interesantes, muy íntimas y privadas. Creo en la presencia de seres cuya existencia no logramos entender.

PLAYBOY: Después de ver a Javier Bardem en Biutiful, me queda claro que no te importa que tus protagonistas sean bonitos en pantalla.

IÑÁRRITU: Siempre trato de buscar la naturalidad. La belleza estéril me parece patética y artificial. Yo busco que todo mundo parezca natural.

PLAYBOY: La película parece todo, menos “beautiful”.

IÑÁRITU: No comparto el concepto de la estética occidental, esa que se ha impuesto en la sociedad. No me gusta el canon que dicta lo que es bonito y lo que no. Para mí, esta película es semejante a un poema sórdido. Sórdido, pero no por eso menos poético. Esos escenarios barrocos, llenos de texturas, de vida y de tiempo, encierran una belleza muy humana. Huelen a imperfección y por eso son perfectamente humanos y resulta fácil que te adhieras a ellos. La falsa estética de la belleza aristocrática no lo es todo. Barcelona es hermosa, pero lo son también los barrios marginados porque están más vivos, más presentes y son más complejos. Para mí, mi película no es poco “beautiful”, sino que encuentra su belleza en otros lugares. Yo sí los veo bellos.

PLAYBOY: “Biutiful”, como lo deletrea Bardem en la película, y no “beautiful”, como lo escribiría un gringo.

IÑÁRRITU: Sí, es menos beautiful… estoy convencido que debemos encontrar la belleza en esos suburbios que se relacionan más con la complejidad y contradicción de la condición humana. La elección de la paleta de color y el trabajo de Rodrigo Prieto ayudaron mucho, porque tienen una belleza implícita.

PLAYBOY: Normalmente uno espera que le hablen de una Europa boyante. Quizá es la visión del turista, de un paraíso primer mundista. Sin embargo, Biutiful nos deja claro que también existe mugre, como una especie de tercer mundo en el primer mundo.

IÑÁRRITU: Sí, es una realidad que Europa sufre de una migración irreversible que está cambiando y transformando socialmente a las ciudades grandes y los suburbios. La de hoy es una comunidad multiétnica, compleja y hermosa, porque está llena de personajes que viven sus vidas al límite. Se trata de una realidad que no se puede esconder. En Inglaterra hay un millón de chinos, cabrón. Sería ridículo esconderlo. Yo intenté, más que señalar el punto, integrarlo a un drama humano en la sociedad española. Aunque no los quieran ver y los manden a un ladito, los migrantes son parte. Ahí están.

PLAYBOY. Aunque tú tengas papeles, al final también eres un migrante. Cuando se aprobó la Ley SB1070, fuiste uno de los personajes afincado en Los Ángeles a quienes más buscaron los periódicos para que opinara al respecto. ¿Sientes un lazo de solidaridad con cualquier migrante?

IÑÁRRITU: Sí, porque existe la conciencia del migrante, más allá de ser un migrante de lujo o no. El nómada, el huérfano geográfico, siempre estará más alerta y por eso siento empatía.

PLAYBOY: ¿Existió presión por tratarse de tu primera película sin Guillermo Arriaga?

IÑÁRRITU: No, en lo absoluto.

PLAYBOY: ¿Y emoción? Al fin, se trata de tu primera aventura en solitario. Además, no puedes negar que sí hay morbo de parte del público en cuanto al estreno.

IÑÁRRITU: Cada película es una aventura distinta. Todo este circo, la telenovela en sí, es una creación que me deja atónito por su morbosidad. Para mí, un director es alguien que participa con cientos de colaboradores. El guionista es uno más y si bien su contribución es de las más importantes, al final no es definitiva. Muchos directores, la mayoría muy importantes, como Alfred Hitchock (que en su vida escribió un guión), o Scorsese, Spielberg, John Ford, el mismo Buñuel o Fellini, trabajaban con otras personas o hacían sus propios guiones. La importancia que se le dio al rompimiento me deja atónito. Yo mismo he cambiado de colaboradores en otros departamentos. En este caso, trabajé con Armando Bo y Nicolás Giacobone, y fue fantástico. El escribir no es ajeno a mí, no fue algo que me causara demasiado shock.

Captura de pantalla 2015-02-23 a las 18.11.34

PLAYBOY: Biutiful está inspirada en un relato tuyo, ¿cuál es la historia detrás de él?

IÑÁRRITU: No es un libro, vaya, no una historia escrita. Es un cuento que escribí con diferentes biografías y una columna vertebral. Escribí un primer tratamiento y de ahí comenzamos a trabajar los tres, Armando, Nicolás y yo. La primera vez no supe si daría para un largometraje, pero yo sabía que ya tenía algo que podía explorar.

PLAYBOY: Me pareció interesante que plantearas a los personajes de una manera tan llena de contrastes. En las primeras secuencias, vemos a Uxmal gritándole a sus hijos, en la mesa, y al segundo siguiente, muerto de miedo cuando le diagnostican una enfermedad terminal. A lo largo de la película consigues que generemos empatía y antipatía con todos. ¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos?

IÑÁRRITU: Biutiful habla de la compleja y contradictoria naturaleza humana que nos caracteriza. Estoy en contra de la visión maniquea de las películas hollywoodenses. A pesar de que Hollywood ha producido grandes películas, no ha madurado respecto a presentar a los buenos y a los malos. Tiene un miedo brutal a representar la complejidad de la naturaleza humana. No somos buenos ni somos malos, somos buenos y malos, y casi podemos ser buenos y malos en el mismo instante. Yo me reconozco como un ser que tiene que ser contradictorio para ser congruente, porque sino perdería mi humanidad. Biutiful está llena de contradicciones: Bardem es un tipo que tiene una gran sensibilidad espiritual, pero es primitivo en la vida real. Incluso la ciudad, que es hermosa, pero es llevada a situaciones extremas. Un americano me preguntaba por el personaje del chino: “¿este güey explota o ayuda a los migrantes?”. No lo sé, cabrón. No los esclaviza. Los usa, pero también los ayuda. Esos cabrones no podrían sobrevivir de otra forma, no tienen papeles, no tienen educación ni tienen nada. El chino lo dice: “me mamarían la reata por venir aquí, porque les pago algo”. Tiene una gran contradicción, pero ésa es la gran contradicción humana. Si tú le preguntaras a un narcotraficante, él te argumentaría que con lo que hace está ayudando a la sociedad. Nadie te dirá yo soy el malo, y así es, todos somos buenos y malos simultáneamente.

PLAYBOY: Se cumplen ya diez años de Amores Perros. ¿Consideras que el cine mexicano es independiente? Al final, sus directores más conocidos, Cuarón, Del Toro y tú, están fuera de México.

IÑÁRRITU: Hay directores, como Carlos Reygadas, que pueden prescindir de la ayuda del estado mexicano para financiarse. Cuando cotizas en el mercado internacional, perteneces a una comunidad de cineastas internacionales y tu trabajo tiene impacto en otros países, evidentemente multiplicas las posibilidades de tu financiamiento para que tu película se haga realidad. Porque en el caso de Biutiful y de todas mis películas, fueron multifinanciadas a través de una preventa. Eso te libera de la dependencia de una unidad, sea el gobierno o un empresario. Sin

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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