SOL, ARENA Y JAZZ
Por Andrea Mendoza Galindo
Fotos cortesía
Concluyó la edición 2017 del Festival Oasis Jazz U, un evento que ve la luz en las playas de Cancún, organizado por Oasis Hotels & Resorts y con sede en sus instalaciones. Por sexta ocasión, y atendiendo a los principios fundamentales del evento, todas las ganancias de las entradas se destinarán a Fundación Oasis, la organización filantrópica perteneciente al grupo hotelero que busca contribuir a la comunidad en materia de cultura, desarrollo comunitario, discapacidad, educación y salud.
Como cada edición, el cartel estuvo encabezado por grandes exponentes del género, esta vez lideraron Marcus Miller y Esperanza Spalding. En lo personal, no sólo me quedo con un sabor de boca maravilloso, además me quedo con las ganas de ir el próximo año. Aquí es conveniente admitir que nunca me he considerado gran fanática del jazz, sí lo escucho y sí tengo alguna lista de reproducción con los exponentes más famosos pero no soy la más estudiada en el tema. Independiente a eso, disfruté mucho cada pieza tocada en la Oasis Arena.
Mi gran descubrimiento del festival fue Troker, una banda de Guadalajara que desde los primeros acordes captó mi energía y furor hacia el escenario. Sobra decir que de los instrumentos emana potencia cargada de jazz y de sonidos que recuerdan a la sonoridad típica mexicana, factores suficientes para que la música de éste sexteto permanezca en la memoria y gusto de quienes los escuchamos.
A Troker le siguió Esperanza Spalding, la cuatro veces ganadora del premio Grammy se paró ante la audiencia con melodías más tranquilas y una actitud relajada pero con gran ímpetu. Decidió sacarse los zapatos y empezar a hacer lo suyo con el bajo y el contrabajo, todos los sentidos de los asistentes estaban puestos sobre ella. Reinó la alegría y el talento durante el tiempo que cautivó a las tres mil almas que se fijaban en ella. Después la magia terminó y con el alma retacada de emociones uno a uno abandonamos el recinto.
Lo cierto es que la mezcla de playa y música me parece formidable para tomar una bocanada de placidez, y creo que es ese dúo el que hace tan interesante la experiencia completa. Incluso yo, que ya me declaré poco docta en cuanto a jazz se refiere, tuve un espacio para conectarme con mi instinto musical. A eso le sumé el agua de mar tocando mis pies de vez en vez, más el calor y desenfado que sólo Cancún ofrece.
