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Un concierto de Caifanes antes de que los olviden

Por: Jafet Gallardo 16 Ene 2020
El concierto de Caifanes en el Auditorio Nacional, que incluyó dedicatoria a los 43 alumnos desaparecidos de Ayotzinapa, marcó punto […]
Un concierto de Caifanes antes de que los olviden

El concierto de Caifanes en el Auditorio Nacional, que incluyó dedicatoria a los 43 alumnos desaparecidos de Ayotzinapa, marcó punto final al reencuentro y abrió, ahora sí, la puerta a un futuro disco del grupo. El último concierto de Caifanes en 2014.

Por Arturo J. Flores (@arthuralangore)

Fotos Lulú Urdapilleta (@lulurdapilleta) / OCESA

Antes de que nos olviden, te pondré en un altar de veladoras. Nadie habló de tres altares decorados con muchísimas veladoras y otras tantas flores de cempasúchil. Menos aún de colocar a los honrados no en un pequeño portarretratos sino en tres pantallas gigantes delante de 10 mil personas; almas más, almas menos, que se congregaron en el Auditorio Nacional para presenciar el último concierto de Caifanes del año.

Hacia finales de la primera década de los dosmiles, cuando lo sometieron a más de 40 operaciones para extirparle los nódulos de la garganta, se dijo que Saúl Hernández ya no cantaba. El día que volvió a reunirse el grupo con su alineación original más Alejandro Marcovich durante el Vive Latino de 2011, quedó claro que no es que Saúl no cante, es que ya no lo dejamos cantar.

Aquel coro alimentado con nostalgia fue como un cohete a propulsión a chorro en medio del Foro Sol, que a duras penas dejaba oír los instrumentos en medio de la potencia de sus motores.

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El sábado 1 de noviembre, Saúl terminó por doblar las manos y reconocer que la gente no volverá a dejarlo cantar una canción de Caifanes. Así que mejor permitió al público desgañitarse sin interrupciones.

Concierto de Caifanes Playboy México

Pasó con Antes de que nos olviden, que dedicó a un gobierno “para que ya deje de hacerse pendejo” y aparezca a los 43 estudiantes normalistas de los que desde el 26 de septiembre no se sabe nada y paradójicamente, todos los conocemos. Por eso la gente cantó la letra a invitación de Saúl, incluso en sus más oscuras coincidencias con la realidad: “rasgaremos paredes/ y buscaremos restos/ no importa si fue nuestra vida”.

En las pantallas se sucedían, borrosas, las imágenes de los rostros de esas víctimas de un régimen que silencia a los inconformes con paladas de tierra. Porque esas fotografías tamaño credencial en blanco y negro debieron servir únicamente para pegarse en un documento, y no para amplificarse muchas veces con el fin de reclamar que sus propietarios sean presentados ilesos.

El reclamo de “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” siguió al final de la canción, mientras el escenario se vestía de luto para resaltar el parpadeo de los cientos de ojos anaranjados de las veladoras.

También en La célula que explota y Los dioses ocultos, el cantante se abstuvo de hacerlo, aunque sí se dirigía al proscenio para, con gran dramatismo, actuar la letra como lo hacían desde sus asientos los “aliados”, como les llama a los seguidores de Caifanes. En La célula, de plano giró el micrófono para que capturara de lleno el rugido de ese tsunami de personas que se le iba encima para bañarlo hasta la playa del escenario.

Igual que un quinteto de alimentadores de fieras, los Caifanes arrojaron, desde las nueve y media de la noche del sábado, canciones como peces que en vez de apaciguar el apetito de la ballena lo acrecentaban: Cuéntame tu vida, La vida no es eterna (dedicada por Saúl al padre de un fan que murió recientemente pero introdujo al hijo en el culto a la banda), Viento, Perdí mi ojo de venado (anunciada sin acento en las pantallas), Amanece, Te estoy mirando (“con esta canción abrimos nuestro primer concierto en el Auditorio, en 1989”), Nada (“dice Diego que nunca la hemos tocado en vivo”), Aviéntame, Nubes y Nos vamos juntos, entre muchas otras.

Desde su reencuentro, Caifanes se lo ha tomado con calma. Hasta el momento no se le conoce material nuevo. Sin embargo, la noche del día antes al Día de Muertos sirvió para que dos de sus canciones resucitaran con nuevos arreglos. Quisiera ser alcohol (ahora con guitarra) y Afuera, en un tempo mucho más tranquilo, con musicalidad más reservada y sin las extensas partes de guitarra otrora tejidas por Marcovich, pudieron ser escuchadas como preámbulo de lo que la banda pudiera tocar a partir de 2015, cuando se presume sea devuelto a la matriz del estudio.

Concierto de Caifanes Playboy México

“No creemos que las canciones sean esclavas”, expresó Saúl antes de tocar la segunda, “existen los arreglos, pero la canción es canción mientras se respete en su esencia”. Lo dijo, quién sabe si como justificación o velada dedicatoria al ex guitarrista del grupo, ahora sustituido en vivo por Rodrigo Baills, de The Melovskys, que a punta de rasgueos cumplió con el cometido de hacer sonar poderoso a Caifanes.

Al resto de la banda se le notaba en forma, dedicados a hacer sonido. El pulpo de Alfonso que no le dio a la batería un segundo de paz. Diego que acariciaba los teclados con la milimétrica precisión de un cirujano o daba respiración de boca a boquilla a un saxofón para hacerlo vivir. Sabo que lucía nervioso quizá por la presencia de su octagenario padre entre la audiencia y rara vez abría los ojos mientras digitaba las cuerdas del bajo, como quien pulsa cuatro tensados clítoris musicales. Todos, comendados por un Saúl que no dejaba de batallar con los efectos de su pedalera, mas no por eso emocionaba menos a los acólitos cuando aparecía en las pantallas, aumentado como la falla de San Andrés, el hueco familiar que exhibe entre los incisivos superiores.

Antes de que nos olviden, haremos historia, escribió Saúl hace ya muchos años y lo refrendó en el concierto de Caifanes en el Auditorio. No importa si lo hizo con arrogancia profética o por coincidencia histórica. La banda ya hizo historia y ahora, pasada esta última comparecencia de 2014, se le presenta el reto de arriesgarse a escribir un nuevo capítulo. Mientras, con el dolor vibrante por los 43 desaparecidos, con el escenario incendiado por veladoras y cempasúchil, la gente rezó: “y cuidaré de tu alma. Amén”.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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