YOU SAY GOODBYE AND I SAY HELLOW… FESTIVAL
LA PRIMERA ACTUACIÓN DE KENDRICK LAMAR FUE EL PUNTO DE ÉXTASIS DE UNA FIESTA REGIOMONTANA QUE YA CUMPLIÓ 9 AÑOS.
POR ARTURO J. FLORES
Dice Kendrick Lamar que en su ADN lleva poder, veneno, dolor y gozo. Se lo dice a los más de 75mil personas que rompieron récord de asistencia a la 9na edición del Hellow Festival en el Parque Fundidora de Monterrey, Nuevo León.
El rapero originario de Compton sintetiza en la frase lo que han sido las últimas horas. El poder de la música. La hermosura de las mujeres que como veneno circulan por las venas del festival. El dolor de quienes se lo perdieron. El gozo en todas sus variantes. Incluso los que derrumbados por la cerveza se ven obligados a dormir la borrachera y perderse la primera actuación de Lamar en México. Algo que desprovisto de humildad él mismo califica como histórico. “Acompáñame a ser parte de la historia”, escupe a través del micrófono. Pero razón no le falta. Su presencia representa para los millennials el cumplimiento de una promesa. El pretexto para
atesorar un recuerdo más allá de una efímera historia de Instagram.
Con w de “wow”
Antes que Kendrick se aparezca en el West Stage en medio de un bombardeo de proyecciones, cortinas de humo y ráfagas de luz, en el East Weezer ha obsequiado una noche tan significativa como energética. El colmillo de su vocalista y guitarrista Rivers Cuomo arrastra por el escenario cuando antes de interpretar “Undone – The Sweater Song”, en la que como es tradición se pone una camiseta de los Tiburones de Veracruz con el emblema de la banda en la espalda. Alusiva, se cuenta, a los días en que vivió en el puerto bajo la tutela de una familia que lo alimentaba.
Pero también cuando acompañado sólo por su instrumentos sin distorsión entonó en español unos versos de “Quién como tú”, de Ana Gabriel. Y no menos cuando el cuarteto descargó clásicos alternativos como “Pork and beans”, “Beverly hills” o “Buddy Holly”, la última de un listado de 14 pastillas de nostalgia que a algunos se les cruzó con el alcohol, resultando una sobredosis de lágrimas que se atoraban en el cogote y no dejaban cantar.
¡Qué Horror!
Pero el Bud Light Hellow Festival es una celebración del presente. De ahí que el dueto Sofi Tukker imprimiera la necesaria dosis de juventud. Minimalistas, aunque no por eso menos explosivos, brindaron a una tarde calurosa, que rebasaba los 35 grados centígrados, el soundtrack perfecto para sudar entre los empujones de la multitud.
Sobre todo Sofi, que cuando no tenía colgada la guitarra, se contoneaba con una sensualidad y un candor refrescantes.
Y así, contado de atrás hacia adelante, no puede uno dejar de mencionar la furiosa comparecencia de los británicos The Horrors, que aunque con un sonido algo saturado –y con el tropiezo (no creo que haya sido su culpa) de salir al escenario cuando en el de junto aún no concluía su actuación Neon Indian y regresar a las tramoyas unos minutos– al final terminaron por descargar sobre la gente la dosis más heavy del Hellow. Una hora de exploraciones shoegaze. De atmósferas oscuras que servían para que el vocalista Faris Badwan, al que aún me corroe la duda si Tim Burton fue quien lo dibujó en su mesa, nos vomitara encima frases como: “tienes el sabor de un fantasma/ una helada simulación/ tan cercana a la verdad”.
Bailar hasta quemarnos
En los otros dos escenarios, EDM Stage y New Latin American Sound Stage sucedieron otros capítulos interesantes del festival, aunque de una forma más íntima. Porque como es común, las aglomeraciones se concentraron en los escenarios grandes además de las filas para comprar cerveza. Una representación bastante fiel de lo que pasa en la escena musical actual. Mención aparte merece Girl Ultra, que ofreció un set cercano a un acto de seducción masiva. Tuvo varios invitados, pero el más celebrado fue Jesse Baez, que más tarde ofrecería su mismo concierto en el mismo lugar.
La música para bailar fue la más socorrida después de la euforia desatada por Kendrick. Parafraseándolo, en el ADN mexicano existe, además del poder, el veneno, el dolor y el gozo, una voluntad irrefrenable por la fiesta. De ahí que Steve Aoki en el EDM, la vuelta del genial James Murphy a los escenarios mexicanos al frente de LCD Soundsystem, la alegría contagiosa de Kinky (“Bailar hasta quermarnos…”) , quien jugó de local, además del cierre de DJ Snake vacunaran a los sobrevivientes de la fiesta contra la sola idea de sentarse.
Por cierto, un día antes del Hellow Festival, tres integrantes de LCD Soundsystem animaron una fiesta privada en formato de DJ Set. Las palmas se las llevó Nancy Whang que casi a punto de encenderse las luces –lo que parece que en Monterrey ocurre a las 2 de la mañana exactas– puso “Lucy Star” de Madonna, haciendo que hasta los más jóvenes se transportaran a los 80.
Arriba el norte
Hace falta tener muy buena condición para resistir (y disfrutar) un Hellow Festival, que definitivamente va ganando terreno como uno de los más esperados en un México que (por fortuna) ya sufre de una (esperemos) irreversible Festivalitis.
Y aunque es posible que Kendrick Lamar regrese pronto a México –dicho sea de paso son pocas las estrellas del hip hop que nos visitan –nadie le quitará al Hellow el mérito de haberlo traído primero. De que sus primeras 15 canciones en nuestro país, entre las que destacaron “King Kunta”, “Money Trees” y “Bitch, Don’t Kill My Vibe”, aunque fueran cantadas sobre una pista y no con DJ en vivo, fueran escuchadas al pie del emblemático de la silla.
Quién sabe: tal vez Monterrey lo tenía escrito en su ADN.
FOTOGRAFÍAS DE ORQUÍDEA VÁZQUEZ, PABLO NAVARETE Y RUKES
