VIVE LATINO
Por Jacqueline Ponce
Fotografías cortesía de Ocesa
“¿Por cuál banda vienes? Esa es la pregunta forzosa cuando vas a un Vive Latino. Al ver el cartel, definitivamente mis preferencias se inclinan hacia las bandas argentinas y al emotivo regreso de Jarabe de Palo a los escenarios. Sin embargo, en este festival hay variedad para todos.
Las personas que desfilan por el pasto y pavimento del Foro Sol traen el vaso de cerveza conmemorativo del festival en mano. Algunos fuman cigarro o marihuana. Parece que para muchas, el Vive Latino es la oportunidad perfecta para lucirse. Con shorts o vestidos a media pompa, otras con blusas ombligueras y tirantitos. Unas pocas deciden andar en brasier para atrapar las miradas de los hombres.
Vive Latino ofrece diversas actividades, por lo que muchos aprovechan para darse una vuelta por los stands para comprar la mercancía oficial de sus bandas favoritas, conocer sobre las propuestas que hacen las ONGs, reír un poco en la Casa Comedy con Carlos Ballarta, e incluso beber en los distintos bares distribuidos alrededor de la pista del Autódromo Hermanos Rodríguez.
Padres e hijos visitan El Parque para hidratarse y descansar bajo la copa de los árboles. Otros pequeños practican la serigrafía, se hunden en una alberca de pelotas o se divierten en el muro de escalado y tumbling. Hay quienes prefieren escuchar al cuentacuentos y maquillarse como sus estrellas favoritas.
Chavorrucos y unos cuantos jóvenes se reúnen en el Escenario Indio Pilsner Plata para ver a La Tremenda Korte y bailar con “Total”. No falta quien quiere estar en los hombros de su acompañante para que los músicos la vean y los chicos le griten: “Chichis pa’ la banda, chichis pa’ la banda”. Tampoco faltan los amigos que compiten para ver quien toma más y acumulan sus vasos en forma de torre.
En el camino para el escenario principal, personas caminan en direcciones opuestas. Ya sobre la pista, se toman fotos con el escenario de fondo o la típica captura con los papelitos de colores mientras esperan a Inspector. Las gradas están casi vacías y en la pista hay algunos huecos en los que la gente aprovecha para agitar sus manos al aire, menear las caderas y bailar ska.
Más tarde, en el escenario principal hay personas con playeras de Argentina, narices de payasos, pelucas con chinos y de muchos colores. Obviamente, es el momento de Los Caligaris, quienes traen un racimo de globos y al terminar “Todos Locos” los dejan ir. En el público se lanzan algunas pelotas y van circulando entre todas las personas. Los músicos se caracterizan como circenses. Algunos agitan sus playeras en el aire. En la pista hay mucho espacio para bailar, pero la mayoría se concentra en el centro y arman pequeños círculos de slam.
El horario de Jarabe de Palo se empalma con el final de la participación de Los Caligaris, por lo que decido salir para alcanzar una buena vista, pero ¡oh sorpresa! El Escenario Indio Pilsner Plata ya casi no había lugar. Muchos aplicaron la misma que yo.
“Ese güey se va a rifar”, “No ma, todos vienen a verlo antes de que enferme más”, “Con la música de ese carnal crecí”, son solamente algunas de las pláticas que se oyen entre los grupitos de amigos que quieren ver a Jarabe de Palo.
Las luces de los reflectores se dirigen hacia la esquina superior derecha de donde sale Pau Donés para cantar “Bonito”. En el público, algunas personas lloran. “Grita” es el momento de catarsis para muchos. Poco a poco baja su energía, ya no brinca como antes y empieza a interpretar canciones más tranquilas y tristes, por lo que muchos deciden marcharse para esperar a Los Fabulosos Cadillacs. Sí, otra vez en México.
De nuevo, se ve a la mayoría con playeras de Argentina. Hay desde niños hasta sus seguidores de hueso colorado. Pese a las bajas temperaturas, las chicas andan muy primaverales. A muchos ya se les subieron las copas y hay algunos drogados recostados sobre el suelo.
Comandados por Vicentico, Los Fabulosos Cadillacs dieron una pequeña probadita de su más reciente material discográfico, La Salvación de Solo y Juan, pero no dejaron de lado sus clásicos como “Matador” y “Mal Bicho”. Una parejita aprovecha para besarse con “Siguiendo la luna”. Puedo identificar a los millennials porque se la pasan grabando todas y cada una de las canciones, mientras que otros prefieren dejarse llevar por el compás de la música y disfrutar.
El frío cala en las mejillas. Algunos optan por retirarse, mientras otros se quedan a ver a Prophets of Rage y Bronco, que inimaginablemente el escenario estaba atestado. Las piernas ya están adoloridas de tanto saltar y cuesta trabajo caminar hacia la salida, donde muchos se amontonan. Hay novios que cargan a sus parejas porque se pusieron borrachas. Hombres y mujeres salen con su torre de vasos de cerveza. Afuera de la puerta 5 está lleno de taxistas que ofrecen sus servicios y yo solamente agradezco que hay puente para descansar después de tanto baile.
