RISE AGAINST EN CONTRA DEL MUNDO
Por Jacqueline Ponce
“Rompamos el muro, amantes mexicanos”, se lee sobre una bandera de México que alza McIlrath, vocalista de Rise Against. “México. Se siente bien estar aquí. Te queremos y esta noche estamos aquí por una muy buena razón: por ti”, menciona el cantante en su concierto en Pabellón Cuervo.
Gotas de sudor y cerveza vuelan en el aire al escuchar a “Prayer of the refugee”, la canción más conocida de Rise Against, gracias a que estuvo incluida en un Guitar Hero. El escenario está muy abajo. No todos alcanzan a ver. Los vendedores de chelas pasan continuamente como si te quisieran emborrachar a fuerza. No hay un segundo en que no veas a uno. Obstruyen la vista de las personas.
Chelas pa la banda
En las primeras filas todos están apretados. Algunas chavas en top. Tipos altos vestidos de negro, en su mayoría tatuados y con algunas expansiones. Algunos traen bermudas y playeras holgadas. Otros parecen que acaban de salir de la oficina y van medio formales. Parejas que deciden quedarse casi hasta atrás para echar romance.
La banda telonera es Tungas. “¡Rise Against!, Rise Against!, Rise Against!”, grita la gente, chela en mano. A las 9:40 PM la banda de Chicago sube al escenario e inicia un recorrido balanceado a lo largo de sus dos décadas de trayectoria musical. Las primeras rolas son “Ready to fall” y “The Good Left Undone” del disco The Sufferer & The Witness (2006).
Give my tenis
“Güey, esto está bien fresa”, dice una chava mientras camina entre la gente y avienta unos cuantos empujones para acercarse al escenario. La gente sigue llegando. Suenan “Re-education (through labor)” y “Satellite”. Una pareja se pelea y la chava intenta ligarse a un extranjero. Los fans de antaño reconocen las notas de “The Violence” y siguen el ritmo. Algunos se avientan para que surfear entre las personas y el personal de seguridad los baja al llegar a la valla. En el escenario hay una bandera de México.
Parece que un chico perdió su tenis al meterse al mini slam que arman unos cuantos hasta el frente con “Welcome to the Breakdown”. Una mano sobresale en el público y alza el tenis. Un tipo ya drogado brinca sin que nada a su alrededor le importe, va pasando un vendedor con cuatro cervezas, no lo ve, salta y le tira todo el alcohol encima a una chica. El vocalista se acerca a la gente y se deja tocar mientras los de seguridad le sostienen las piernas en la valla.
Hasta el piso resiente todas las ondas sonoras de Rise Against, si te quedas quieto, sientes como vibra. El concierto sigue con “Help is on the way”, “Give it all”y “Black Masks & Gasoline”. Ya huele a mota, pero otros optan por fumar tabaco. McIlrath aprovecha para mostrar su rechazo a las políticas intolerantes de Donald Trump. Insiste en que estos tiempos son los correctos para alzar la voz y escuchar a los demás.
Final acústico
Se apagan las luces y la banda abandona el escenario. Tim regresa con una guitarra acústica. “Hero of Way” y “Swing Life Away” son una pausa para recuperar toda la energía. Nos remiten al momento más tranquilo de la banda. El público alumbra con sus celulares y mueven sus manos de izquierda a derecha. “Mira, esos son de mis tiempos”, dice un chico al ver que varios alzan sus encendedores y los prenden para seguir la canción. Otros graban la canción en notas de voz para enviársela a sus novias.
Regresan las canciones rápidas como “Blood-Red, White & Blue”, donde literal, algunos armaron el slam hasta que sus narices sangraran. Continúan con “Audience of One”. La gente pide más canciones como “Injection”, pero no la tocan. De nuevo, algunos surfean, puños levantados para cerrar esta velada de punk con “Savior”. El cantante agradece la cantidad de amor que le brinda la Ciudad de México e incluso presume haber ido a Las Pirámides.
“Este es el mejor concierto que hemos dado en la gira”, dice el vocalista. Mientras muchos se la creen un hombre grita: “Eso les dices a todos”. Rise Against se despide de la gente.
Fotografías de Salvador Bonilla /Cortesía de OCESA
