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Juan Villoro en el Museo del Chopo: hey, ho, let’s go!

Por: Jafet Gallardo 17 Ene 2020
Las dos noches de Juan Villoro en el Museo del Chopo, el espectáculo de rock y letras en el que […]
Juan Villoro en el Museo del Chopo: hey, ho, let’s go!

Las dos noches de Juan Villoro en el Museo del Chopo, el espectáculo de rock y letras en el que el escritor se hizo acompañar por sus amigos rockeros, fue todo un éxito. Dejó huella Juan Villoro en el Museo del Chopo.

 Por Arturo J. Flores (@arthuralangore)

Fotografías de Rebeca Martell

“No estábamos preparados para el éxito, sólo para el fracaso”, expresa Juan Villoro en el Museo del Chopo atestado de sus lectores que por segunda noche consecutiva aplauden de pie. Con esta frase el autor de La noche navegable se justifica porque su banda de rock, integrada por los Caifanes Diego Herrera y Alfonso André, el Barranca Federico Fong y el “poseedor de la Excálibur”, como bautiza Villoro al guitarrista Javier Calderón, no tiene un tema con que complacer al grito unánime de “¡otra, otra!”.

Esa exigencia de encore, tan propia de los conciertos de rock, que quedará registrada en el disco que se grabó para dejar testimonio de que Mientras nos dure el veinte, el espectáculo de música y letras de Villoro y sus amigos, no estaba preparada para el éxito y sin embargo triunfó.

Pero es tanta la insistencia de quienes durante la última hora y media escucharon a Villoro en el Museo del Chopo leer los cuentos de su libro Tiempo transcurrido mientras los músicos le tendían un fondo apropiado, que en la tradición de los buenos jazzistas el sexteto se ve en la necesidad de improvisar. Villoro se echa, a cappella, un cuento de su libro Apocalipsis (todo incluido) inspirado en la vez que un taxista defeño quiso explicarle cómo es Chicago.

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Juan Villoro en el Museo del Chopo

Finalmente, el necaxista retira del escenario su descomunal altura, vestido de negro igual que la asombra que proyecta. Así, sin despedida. Igualito que los rockeros británicos a quienes su sangre azul apenas les concede decir “gracias” cuando la música termina. Y entonces la banda interpreta por segunda vez esta noche el tema de la serie Hawai 5.0, compuesto por Morton Stevens y grabado por The Ventures, como cerrojo de una experiencia cultural única.

Y tan contento queda que, ahora en la vena de las estrellas musicales de Estados Unidos, el escritor aparece nuevamente en el proscenio para firmar sus libros, tomarse fotografías y dejarse rozar la solapa del saco por los dedos ansiosos de sus fans. Incluso se permite el capricho de formar con los dedos la seña de cuernos que popularizara Roonie James Dio.

Juan Villoro en el Museo del Chopo

Está bien. Se lo ha ganado. Porque como si fuera Steve Vai haciendo una cirugía de corazón abierto a su guitarra, Villoro nos conmovió contándonos la historia de su Madona de Guadalupe, una historia sangrienta que pudo ser trágica pero acaba en risas. También nos metió en la filipina del chef que pretendía asesinar al Papa Juan Pablo II y la chamarra con cierres en diagonal de Phonsy Asshole, aka Poncho Ojete, el cantante de punk originario de El Pedregal. La velada alcanza un islote emotivo cuando el escritor, en su papel de rockstar de la pluma, invita a sus escuchadores a que cuenten del 1 al 43, como ya se ha vuelto tradición en las marchas, en honor a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

Incluso, después de mencionar que las bandas ensayan en casa del que tiene el instrumento más pesado y que por eso Mientras nos dure el veinte ensaya en casa de André, el escritor se avienta un cover: Oda al aire, de Neruda, en una versión unplugged acompañada por guitarra.

Juan Villoro en el Museo del Chopo

La tempestad de letras y sonidos

Juan Villoro no puede negar la cruz de su parroquia. Devoto del rock, mientras lee lo traiciona la pierna derecha que se mueve al ritmo de los tamborazos de André. En los puentes instrumentales se sostiene del pedestal del micrófono como si fuera el mástil de este barco al que debe conducir al puerto en medio de la tempestad de sonidos y letras. Parece que lo levantará por encima de su cabeza, poseído por el espíritu de Steven Tyler, de Aerosmith, pero se contiene.

Diego Herrera, orquestador –nunca mejor dicho- de todo este numerito, hace honor a figuras de la música como Richie Sambora, que sabores de su papel como genios de la composición, contribuye la escenografía ideal para el lucimiento de su carismático cantante. En el caso de Juan, un contador de historias. Diego, Alfonso, Javier y Federico transitan en los terrenos del jazz, del heavy metal y del blues, igual que una cuarteta de futbolistas driblando al silencio para anotarle un gol.

Juan Villoro en el Museo del Chopo

Concierto de rock mezclado con literatura, un escritor leyendo junto a sus amigos rockeros, un grupo de rock con narrador en vez de cantante, un performance que tiene por objeto quitarle la capa solemne a las letras o vestir de culto al mal portado ritmo de rock. Las formas de verlo son tantas como similares. Al final, los que asistimos durante dos noches vimos a Juan Villoro en el Museo del Chopo hacer realidad un anhelo tan largamente acariciado: tener su propia banda de rock.

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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