Por Vania Castaños

El punk no está muerto y no va a sucumbir mientras J Balvin siga existiendo; porque ya cualquiera puede ser rebelde y contracultural pero no hay nada más anticonvencional que perrear en el Auditorio Nacional.

Es más que claro que el venue no me parecía el adecuado para ver al artista colombiano, digo estoy acostumbrada a repegar mi trasero contra otra persona y no contra una butaca pero, J Balvin es actualmente uno de los grandes genios atrás del hip hop latino y obvio, ahí tenía que estar.

Supe que el momento sería más que épico cuando mi editor me avisó que le había salido trabajo sorpresa y no iba a llegar al concierto. “Invita mejor a alguno de tus amigos” me dijo. Traté de convencerlo que no se perdiera el momento pero me insistió y bueno, ¿quién soy yo para obligar a un no reggaetonero a ir a deleitarse con J Balvin?

La elección de acompañante fue bastante difícil, debo aceptarlo. Apenas unas horas antes había tenido una de los mejores perreos de mi vida con la mayoría de mis amigos escuchando canciones de J Balvin y ahora, verlo en vivo, sabía, era algo que todos iban a valorar.

Tomé la elección sin pensarlo mucho. Estaba en mi depa tomando chelas tranquis con una de mis mejores amigas, así que no fue difícil armar el plan. “Nos acabamos éstas, vamos por unas Cubaraimas al OXXO, a tu depa por una chamarra y nos vamos al Auditorio en taxi ¿va?” ¡va!

Puro veneno

Llegamos a las 7 de la noche. Nos pusieron nuestra estampa verde fosforescente de prensa, dimos nuestros nombres en una lista y pasamos a la barra por un par de bebidas más. Adentro nos encontramos con otro amigo y con él solté toda mi emoción.

“Weeeey no mames, estamos en J Balvin” y nos abrazamos. Desde que salió el más reciente disco de José -como le digo en mis más húmedos sueños- “Energía” me enamoré del señor y llevo muchos meses compartiendo este amor con mi amigo, sabíamos que el show iba a ser inolvidable.

¿Han escuchado la primer canción de dicho álbum? “Veneno” es una rola con beats muteados y una base rítmica extraña, al más puro estilo de Drake, es deliciosa y con esa empezó el show de ayer.

Balvin salió a las 8:30 de la noche. Llevaba puesta la playera del tour, jeans holgados, una chamarra que en toda la manga derecha mostraba la marca Supreme –santos millones que le han de pagar por esto- y un corte de cabello chaca-moderno.

No les voy a mentir, se veía delicioso. Junto a mí –y mi mejor amiga- teníamos una pantalla enorme donde podíamos disfrutar de Balvin en cerquita y confirmamos que tiene una cara perfecta.

Hace unos minutos busqué “rostro perfecto” en Google y como tercera opción me salió una nota de El Universal – ciencia; en donde afirman, que unos investigadores afirman, que las características de un rostro de hombre atractivo son: cara ovalada, cabello obscuro, labios medianos, nariz delgada y cejas rectas. ¡Por fin puedo decir que alguien es guapísimo sin temor a que me digan que no!

Después de “Veneno” sonó “Safari”; una rolaza que el guapo de Medellín armó junto a Pharrell Williams, otro gran productor de urban y new style. La base de éste tema es muy sencilla, me lo explicó el amigo con el que vivo, un clavado de los beats, que aunque todavía no sale del closet como amante del reggaeton, no tuvo mas que aceptar que la rola es, una rolaza –insisto-.

Para entonces ya habían salido 4 muy aptos bailarines que acompañaban a J Balvin aunque realmente no hacían falta porque el cantante tiene todo lo necesario para apropiarse del escenario igual, los chavos hacían lo suyo y ahí te medio entretenían.

Sonaron “Trrrrrrranquila” -léase cantando-, “Sin compromiso” y otros éxitos. Todas nos los sabíamos, todos los perreábamos.

-No mames, Vani, ¡tu sonrisa! Hasta parece que estás en tacha.

Me dijo mi mejor amiga y ésta vez, se los juro, estaba limpia pero mi sonrisa era firme y enorme. Estaba viendo al creador del que –para mí- fue el mejor disco del año pasado y de todas esas canciones que hacen mi día a día. Hasta lloré de la emoción.

Saludos, exroomie

A medio show Balvin cambió su outfit por algo más discreto, una chamarra de mezclilla con chorreadas de pintura roja, unas estrellas y una gorra roja. Después del cambio empezó con lo que yo llamé un “super ultra combo breaker”.

“QUIERO QUE SE REPITA LA OCASIÓN, QUIERO QUE SE REPITA TU MOVIMIENTO, BEBÉ QUE TAL SI PARAMOS EL TIEMPO Y MEJOR TENEMOS SEXO”. Lo escribo en mayúsculas porque no canté, grité toda “La Ocasión” de De la Ghetto, después de “Travesuras” de Nicky Jam y antes de “Sorry” de Justin Bieber.

La verdad es que, mi idea al principio era escribir todo el set, pero mi emoción me imposibilitó la misión. Igual les puedo decir que sonaron “Snapchat”, “Si tu novio te deja sola”, “Otra vez” y “Bobo”.

Con esta última rola mencionada no puedo evitar acordarme de mi exroomie, un dude alternativo, 100% anti-reggaeton a quien varias veces escuché tarareando “na-na-na-na no llores mi nena y vamos pa’ la disoqueca, mami” en la obscuridad de su habitación y con la puerta bien cerrada. Saludos, Iván.

Y es que, eso es lo que ha logrado J Balvin. O sea, porque sí, soy una purista del perreo, evangelizadora del reggaeton, dembownazi o como me quieran decir pero debemos aceptar que Balvin está llegando a sectores que nadie pudo imaginar. Rompió paradigmas con su música porque así lo hizo con su vida.

El muchacho era de esos que escuchaban Metallica y Nirvana pero reconoció la música de nicho que estaba haciendo Daddy Yankee y después de convivir con la comunidad latina en Nueva York, donde vivió un rato, decidió cambiar su estilo y armar algo mucho más sabroso. Desde entonces, hace música latina con mucho orgullo, bien producida, con calidad y natural.

En alguna parte del show estuvo Fuego, quien se echó “35 pa’ las 12” con J Balvin y el set terminó con “Sigo extrañandote” y yo seguí llorando de la emoción.

Después del concierto, me quedé horas tratando de explicarle a un trío de argentinos el porqué me sentía muy transgresora bailando reggaeton y explicando mi visión de que éste es el nuevo punk. No lo entendieron. Como supongo que muchos de ustedes no van a comprender hasta que pase el tiempo y confirmen que el trabajo de J Balvin y toda esta nueva oleada de ritmos ya va más allá de la mercadotecnia; está rompiendo tabús que, sin ésta música estaría muy difícil de superar.

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