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¿Qué #$&%# hacen los escritores cuando no escriben?

Por: Jafet Gallardo 06 Jun 2018
#LibrosAlDesnudo: ¿Qué #$&%# hacen los escritores cuando no escriben?  Por Jaime Garba Decía Carlos Fuentes en una entrevista que su rutina […]
¿Qué #$&%# hacen los escritores cuando no escriben?

#LibrosAlDesnudo: ¿Qué #$&%# hacen los escritores cuando no escriben?

 Por Jaime Garba

Decía Carlos Fuentes en una entrevista que su rutina diaria estaba perfectamente preestablecida: se levantaba a las seis de la mañana, escribía de ocho a doce, daba un paseo, y por la tarde se dedicaba a leer o  atender sus reuniones, entrevistas o demás menesteres de la república de las letras; mencionaba incluso que pasaba la mitad del año en Londres porque allá sí podía escribir sin nada que lo interrumpiera, mientras que en México por su ajetreada agenda le era mucho más difícil. Es sabido que la escritora belga Amélie Nothomb escribe religiosamente de cuatro a ocho de la mañana porque según ella de madrugada es cuando el ambiente y los sentidos son más propicios a la creación -yo una vez lo intenté y a los veinte minutos me quedé dormido sobre mi escritorio-. Así como ellos, se sabe de muchos autores que consagrados, se pueden dar el lujo de llevar estilos de vida enteramente literarios; sin embargo, hay otros que la escritura es sólo una minúscula parte de ellos o incluso dejan a pesar de contar con un talento increíble. El caso más conocido quizá es el del poeta francés, Arthur Rimbaud, quien desde muy joven comenzó a escribir, logrando a los diecinueve años publicar una de las obras más importantes de la literatura universal: “Una temporada en el infierno”. Aunque con la clara muestra de un futuro brillante en las letras, sin más abandonó la escritura por completo y se decidió por profesiones completamente antagónicas, pasando de ser soldado hasta traficante de armas.

La literatura como cotidianidad, nos hace entender que ésta se vincula con cualquier cosa, de tal manera que esa burbuja de que la carta de presentación del autor es la propia escritura es injusta, pues deja detrás toda una serie de elementos que constituyen al ser humano que sujeta la pluma. Curioso es preguntarse ¿qué diablos hacen los escritores cuando no escriben? Por ejemplo, muchos no saben que varios autores son apasionados de las artes plásticas; Fernando del Paso dibuja y pinta con frecuencia, llevando su arte a distintos recintos en el mundo en atractivas exposiciones, además contando con su propio museo en la ciudad de Colima. Otro ejemplo de diferencia diametral entre los elementos humanos es Leonard Cohen, este cantautor norteamericano de voz rasposa, de larga y reconocida trayectoria musical que a su vez es un estupendo poeta y novelista. Los que le conocen como músico poco saben que su incursión en la literatura no es un hobby; el dominio de la palabra lo llevó a obtener el premio Príncipe de Asturias de Letras 2011. Ha publicado más de una docena de libros, siendo tal vez “Flores para Hitler” el más aclamado.

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Otros autores en su camino al éxito literario han tenido que negarse a la utopía del escritor de tiempo completo que puede reposar sobre el sillón un par de horas antes de enfrentase a la hoja en blanco; uno de ellos fue Santiago Roncagliolo, premio Alfaguara de novela en el 2006 por “Abril Rojo”, que antes de ser la figura que hoy todo mundo reconoce, tuvo a su llegada a España, que trabajar de muchas cosas poco relacionadas con la literatura, así como otras cercanas pero no muy gratas, como la escritura de discursos políticos y la chamba como negro literario. En este tenor, tuve un amigo que durante cinco años laboró de cajero en un banco porque fue el único trabajo que encontró decentemente remunerado, quien lo veía allí durante ocho horas sentado frente a la computadora y saludando diplomáticamente a cuanto cliente se apareciera, vestido de camisa de vestir y corbata azul toda la semana, nunca imaginó que era un voraz lector y que dedicaba muchas horas nocturnas en escribir su novela con el único objetivo de ganar un premio que lo sacara de su asfixiante rutina. Al final de cuentas lo logró, obtuvo un premio nacional de novela y vivió libremente un año, después ya no supe de él.

La vida del escritor es enigmática, sin duda, pero también es interesante plantear la posibilidad de que el escritor es un tipo común y corriente, a veces más lo segundo que lo primero, alguien que, como James Ellroy se metía de joven a las casa de los vecinos del barrio para robar ropa interior de la señoras. El escritor, nunca perdamos de vista, nos da lo mejor de sí en cada libro, pero sus días se rigen por este mar llamado sociedad que a veces nos lleva desde un calmo paseo hasta una infernal tormenta.

Decía Daniel Cosío Villegas que se pensaba acostado, se hablaba de pie y se escribía sentado, pero el escritor vertiginoso de nuestra modernidad a veces tiene que intercambiar o improvisar esta premisa para moldear a sus propias necesidades tan bello arte que es el de escribir.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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