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#PlayboySeLee: Eugenio Derbez

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Aunque el comediante pensó hacer un capítulo de dos horas de la Familia P.Luche como película, prefirió tardarse 12 años […]
#PlayboySeLee: Eugenio Derbez
Aunque el comediante pensó hacer un capítulo de dos horas de la Familia P.Luche como película, prefirió tardarse 12 años en escribir No se aceptan devoluciones, un drama que ha causado sensación en taquilla por ser su debut como director.
 
(1) Debo reconocer que imaginé que tu película sería un capítulo de dos horas de la familia P.Luche y sin embargo resultó otra cosa. ¿pasó por tu cabeza irte a lo seguro? 
– Sí, pero tengo muy claro que no le puedo exigir a la gente que pague por ir al cine a ver lo que puede ver gratis en la televisión. Hice cine porque quiero hacer algo diferente; si no, mejor me quedo en la tele. 
 
(2) Por lo visto se te da tanto hacer reír como hacer llorar, ¿cuándo descubriste que podías jugar con las emociones de las personas? 
– Lo descubrí cuando hice mi tesis, porque yo estudié para director de cine. Hice un corto muy dramático y la gente que lo veía, lloraba. Luego, a los 27 años, empecé mi carrera como comediante y me dije, soy chistoso pero puedo hacer cosas dramáticas. Sólo que no me lo permitieron; me hablaban sólo para que hiciera al chistoso. Yo traía el gusanito de contar historias más dramáticas, como en mi tesis. 
 
(3) Bueno, pero si tomamos en cuenta tu telenovela No tengo madre, tampoco te ayudabas mucho para que no te vieran como el chistosito. 
– Fue diferente. La telenovela No tengo madre fue un proyecto muy ambicioso que no salió al aire como debió ser, fue un proyecto mutilado, porque al productor le dio miedo y empezó a cortar. Yo me la pasaba encerrado en el foro y cuando salía y la veía, dije: con razón la gente no se está riendo, con razón no están entendiendo, ¡esto no es lo que yo grabé!
 
(4) En la proyección a la que asistí, no parabas de llorar. ¿qué tanto manejo tienes de de tus propias emociones? 
– No mucho, y es parte de lo que me hace estar en la profesión: tener los sentimientos a flor de piel. Llevo un año viendo la película hasta tres veces por día, pero hacía mucho que no lloraba. Lloré las primeras diez veces, pero después dejé de llorar. Algo pasó ese día.

(5) ¿Crees que tus hijos son lo mejor que no querías que te pasara? 
– Sí. Les dediqué la película porque es autobiográfica. Me pasó lo mismo que a Valentín (el protagonista). Cuando la paternidad llegó a mi vida yo estaba muy joven, así que la rechacé. Dije que no quería ser padre porque se iba a acabar mi carrera. Pensaba que los hijos iban a ser un obstáculo. 
 
(6) En la dedicatoria dices que el proyecto le robó tiempo a tus hijos. Ahora que la ves terminada, ¿valió la pena? 
– El Eugenio director diría claro que sí. Pero reconozco que no hay proyecto que pague las graduaciones, los cumpleaños y las primeras comuniones que me perdí por estar en un foro. Nunca valdrá la pena haber faltado a sus eventos de mis hijos por trabajo. Sólo me queda que cuando vean la película, sepan que por eso no estuve.
 
(7) En México, el humor televisivo suele ser mojigato. ¿Fue complicado romper con el paradigma para presentar una muerte tan cruda en la pantalla? 
– Sí, tuve muchos obstáculos. Había gente que me decía que la terminara distinta, que no fuera tan crudo. Hubo un par de distribuidores que dijeron que le entraban a la película, siempre y cuando cambiara el guión. Pero yo me rehusé. Yo estuve en películas donde el guión era muy fuerte y por suavizarlo, quedaba una película floja por culpa de un director débil. En la mía hubo escenas de humor, como las de los enanos, que en Estados Unidos resultaba absurda, incorrecta y con palabras muy fuertes (“no les puedes decir midgets”, me decían), pero la defendí a capa y espada. Samy era otro tema: cuando habla de la muerte y se cuelga hablando… Todo mundo me decía “córtala”, pero me impuse.
 
(8) Hablando de Samy. Él tiene una capacidad diferente, ¿cuánto falta para que sea políticamente incorrecto presentar a gente como él en pantalla para causar risa? 
– A Samy lo o conocí hace casi 18 años y trabajaba como extra, era un hombre que me caía muy bien. Samy ganaba casi nada, nadie lo conocía y lo sacaban de relleno. Lo único que hice fue enseñarlo. Cuando empezó a trabajar conmigo se inscribió en la ANDA y le pagaron regalías por sus programas. Nosotros le pagábamos, saliera o no al aire. Hoy es un hombre feliz. Reconozco que hay una parte, algo ahí por lo que me pudieran juzgar, pero lo tengo porque soy su fan. Cuando me preguntan “¿qué te hace reír?”, siempre digo que estoy tan saturado de los mecanismos de comedia que ya sólo me hace reír lo que es fresco y Samy es así, muy fresco. Nunca le doy un libreto. 
 
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(9) Tardaste doce años en escribir el guión, ¿qué tanto se parece a como lo empezaste? 
– Cambió mucho, porque primero era un drama terrible sin nada de humor. Luego le metimos humor y se convirtió en un programa de Eugenio Derbez en el que salían hasta los dobles de Michael Jackson, Britney Spears y hasta Salinas de Gortari. Se volvió muy fársico y entonces le bajamos el tono. ¡No sabes cuánta gente le metió mano!
 
(10) No cambiaste el final, pero pusiste una escena de más. 
– Sí, para que no te quedaras con un sabor de boca tan amargo. Pero no alteré la historia.
 
(11) Hay un dicho que sostiene: “El que te hará reír, te hará gemir.” ¿Qué tanto era tu vida como los primeros 10 minutos de la película, cuando Valentín se acuesta hasta con dos chicas al mismo tiempo? 
– Totalmente, él es un hombre que le tiene miedo al compromiso y pavor de la paternidad. Así brincaba yo de una relación a otra. Pero coincide que cuando me dan luz verde para filmar, es cuando tomé la decisión de casarme, ya siendo papá y enamorado de la paternidad.
 
(12) Demoraste hasta los 50 años en casarte y 12 más en escribir la película, ¿por qué te demoras tanto en tomar decisiones? 
– Es que pienso mucho las cosas, me lo critican mucho mis hijos y mi mujer. Quiero irme a la segura en todo. Pensaba, ¿y si esta mujer no es? Mejor me espero. Hasta que me di cuenta que no existe la pareja perfecta, siempre tendrás que acoplarte en algo.
 
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(13) Ajá, te gusta la seguridad, pero conduces autos de carreras. 
– Me encanta el deporte extremo. Soy muy tímido por un lado, no voy a fiestas, pero por otro lado necesito la adrenalina de arriesgar la vida. Acabo de ir al Polo Norte, por ejemplo. Había animales salvajes. Eso me encanta, como los fines de semana aventarme del parapente. Ahí no la pienso, sólo digo: ¡si me muero, fílmenme para que quede documentado!
 
(14) ¿Nunca quisiste ser stunt (doble), como tu personaje? 
– De hecho, a los 20 años decidí que quería ser stunt. Ese día me fui al Ajusco solito, hazme el favor, a entrenar. Al segundo brinco me rompí el tobillo y hasta ahí llegó mi carrera. Pero cada vez que hay escenas de peligro en las películas, las hago yo.
 
(15) ¿A tu mamá (Silvia Derbez) le gustaba tu adicción a la adrenalina? 
– No, ella era anti-peligro. Mi mamá me decía “ni me avises cuando corras carros, porque estoy en contra de eso”. Una sola vez me fue a ver al autódromo, porque se lo rogué, y se la pasó muy mal.
 
(16) ¿Mostrar una muerte tan cruda en pantalla te ayuda a superar tus propias muertes? 
– La muerte de mi mamá fue un parteaguas en mi vida. He sido una persona dura porque he tenido que serlo. Me acostumbré a ser el que no llora, el que nada le duele y todo lo resuelve. Ahora que empecé a hacer cosas dramáticas, tuve que ir al psicólogo, para desbloquearme, y de las pocas cosas que me movieron fue la muerte de mi mamá. Por eso, en la película, soy crudo. 
 
 
(17) ¿Por eso tus personajes cómicos siempre provocan el chiste, pero no se ríen? 
– Sí, de alguna manera aprendí que la comedia nace de la tragedia. Si un mesero pasa delante de ti y se cae, te ríes. Pero él se la pasa mal, está angustiado. Entre más mal la pase el otro, más te vas a reír. Aprendí que mis personajes la tenían que pasar mal para hacer reír a los demás. Cuando ves al Gordo y al Flaco o a Chaplin, son todas tragedias. Así es la comedia. La gente cree que me pongo a pensar en cosas chistosas para escribir un sketch, pero no, pienso en las cosas dramáticas que me suceden y las exagero. 
 
(18) Como el asesino de gatos al que denunciaste recientemente en twitter, ¿no te parece triste que un actor tenga que reclamar para que un gobernador (Rafael Moreno Valle, de Puebla) decida tomar cartas en el asunto? 
– Total y absolutamente. Me da impotencia y hasta tristeza, porque ahora siento una responsabilidad social. Resulta que si yo no alzo la voz, no pasará nada. No debería ser así la ley. ¡Pero que la fama sirva para otras cosas además de salir en revistas! 
 
(19) ¿De qué hablan Adam Sandler, Rob Schneider y tú cuando están solos? 
– Los comediantes estamos saturados de comedia. Muchos, desde un Héctor Suárez, Ortiz de Pinedo o un Adam Sandler son gente seria. Lo último que quieres, estando a solas, es echar chistes. Es como si fuera payaso y anduviera pintado todo el día. Además, luego metemos la pata. Por ejemplo, antes yo daba autógrafos con comedia. Me pedían un autógrafo para Dulce y yo ponía “para Dulce, el que prepara mi abuelita” e invariablemente, “¿por qué dice eso? Es que mi abuelita ya se murió…”. Ahora sólo soy chistoso en el escenario.
 
(20) Dicen que para cambiar al mundo hay que empezar por el lenguaje. Muchas de tus frases ya son parte de nosotros: “Que alguien me explique”, “¡Fue horrible!”. ¿A ti nunca te dijeron tus hijos, “por qué no eres un papá normal”? 
– Me lo dicen continuamente. El fin de semana pasado mi hija me lo dijo en un mensaje de texto. En la calle, siempre me recuerdan mis frwases. Voy al mecánico y le reclamo que me dejó mal el coche y él me dice: “ahora me dirá que fue horrible, fue horrible” y se empieza a reír. Y entre más me enojo, más se ríen. ¡La comedia se vuelve contra mí!
 

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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