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Una entrevista de Playboy con Polo Polo (Incluye Chiste)

Por: Arturo J. Flores 23 Ene 2023
La de Polo Polo, o Leopoldo Roberto García Peláez Benítez que es su nombre de pila, es una curiosa transformación. […]
Una entrevista de Playboy con Polo Polo (Incluye Chiste)
La de Polo Polo, o Leopoldo Roberto García Peláez Benítez que es su nombre de pila, es una curiosa transformación. Cuando se trata de estar sobre el escenario, tres de cada cinco palabras que salgan de su boca serán “palabrotas”. Si acaso alguien osa llegar tarde a su espectáculo, no tendrá empacho en ridiculizarlo públicamente diciendo al micrófono: “¡qué bueno que llegaron! No podíamos comenzar sin ustedes. Nos tenían con un pendiente… ya habíamos hablado a todos los moteles”. Lo que sigue serán dos horas de aparentes anécdotas en las que Polo Polo será el protagonista de viajes a través del mundo o un sencillo día de campo en la carretera en el que tendrá que lidiar con el imberbe novio de su hija adolescente. Esos chistes quedaron registrados en discos LP, luego en casetes y CD’s, ahora en tuits y videos de YouTube, que representan un placer prohibido para adolescentes y algunos adultos víctimas del dictado de las buenas conciencias. En 40 de sus 70 años de vida, ha sido un precursor del stand up comedy en México, aunque muchos standuperos no lo reconozcan. Polo Polo se ha erigido como un personaje de culto y, sin querer, hasta en defensor de la libertad de expresión de un país que se ruboriza de su propio lenguaje o la forma en que se percibe socialmente el sexo.
Eso es sobre las tablas. Por el contrario, cuando se trata de charlar con Polo Polo en plan de entrevista, dirá muchas menos groserías y contará muchos menos chistes. De hecho, sólo para variar será él quien no pare de reír.

PLAYBOY: ¿Y a ti qué te hace reír?
POLO: Las cosas chuscas, aunque nada en específico. Me gustan los chistes, más contarlos que oírlos. Yo me levanto y me empiezo a reír ¿De qué? No sé, de tonterías, de babosadas. Me da risa despertar (risas).
PLAYBOY: ¡Qué envidia! Mira que en este mundo lo que sobra son razones para llorar.
POLO: Este mundo ha sido el mismo siempre. Los chistes y la comedia tienen que seguir a pesar de él. No es tan difícil. La película de Derbez te hace reír porque habla de cosas simples, así es con todo.
PLAYBOY: A diferencia de la música, no existe una escuela en donde te enseñen a contar chistes. ¿De dónde te viene a ti la vocación?
POLO: Del hambre (risas), pero del hambre de ser. Yo empecé a trabajar en esto de churro. Trabajaba en una zapatería en la Zona Rosa que se llamaba “Nupcial” y en la acera de enfrente estaba el café De Angelo’s. Yo cerraba la zapatería y me iba al café. Un día, no sé ni por qué, le pregunté al dueño: “¿Me da chance de subirme al escenario?”. “¿Y qué vas a hacer?”. “No sé (risas)”. Y me subí a cantar las canciones de Cri-Crí, pero deformadas:  ‘Allá en la fuente, había un churrito, na na ná, te meto el pi…’ (Risas)”. Y les cantaba una de José José. Les decía: “Se llama Chinga tu madre, ¿por qué? Porque se llama  ‘Anda y ve’ ”. Así era mi show, nada estudiado.
PLAYBOY: ¿Y abajo del escenario no te harta que te digan: Polo, cuéntame un chiste?
POLO: No, porque la gente entiende, y se los agradezco, que abajo del escenario ya se acabó. A dormir y punto. Hace mucho que nadie me pide un chiste. Y si lo hacen, “cuéntame un chiste”, yo les digo: “Échate una maroma” y santo remedio.
PLAYBOY: En 40 años de contar chistes, ¿cuál ha sido tu momento más rock star?
POLO: Con Ricardo Rocha. Yo tenía mi propio bar. Ahí trabajaba de lunes a lunes, ofrecía dos shows diarios. Y Coque Muñiz llevó a Rocha a un hotel en Acapulco, La Tormenta del Ritz. En aquel entonces yo trabajaba sólo con un banco y una guitarra. Y Ricardo me dijo: “eres una chingonería”. Yo le respondí: “eso le has de decir a todos, ¿me puedes pasar en tu programa?” Y no quería, porque yo hablo como hablo, pero le expliqué: “no te preocupes, yo sé lo que te estás jugando. No te meteré en una bronca, sólo dame una oportunidad”. Y lo entiendo. Yo era un pelagatos, pero la suya era una chambota. Total que fui a su programa. Me presentó a la una de la mañana y yo solito me hacía los “biiip”. “Llegaba un hijo de toda su biiiip…”, pero la gente las agarraba todas y se reía mucho. Total que terminé y querían otra. Ricardo me invitó a ofrecer 20 minutos más de chistes. Y el público: “¡Otra, oootra!”. Y Ricardo: “¿Nos regalas otro ratito?” Y el público: “¡Otra, oootra!” Total que se acabó el programa y me invitaron para dentro de ocho días. Me dijo Rocha que el programa había sido tan exitoso como cuando invitó a Vicente Fernández. Hice 5 programas al hilo y Ricardo hacía bromas como: “Yo soy el presentador del programa de Polo Polo”. Y mi bar, obvio, se fue a los cuernos de la Luna. Un día mi hermano llegó y le dijo al de la puerta: “Soy el hermano del señor Polo”. El tipo de seguridad le respondió: “Sí, y yo soy amigo de Superman (risas)”. ¡De ese tamaño se pusieron las cosas!
PLAYBOY: Paradójicamente, talvez la época menos AFORTUNADA fue cuando estuviste en televisión. Parecía que no te dejaban ser tú.
POLO: Hice un programa que se llamaba Con ganas. ¿Quieres saber cuál era la mejor parte? Cuando calentaba al público. Me pasaba entre las filas y se cagaban de la risa. Luego venían las personas que contaban los chistes y yo les aconsejaba: “Si vas a hablar como español, que sea con todas las letras y no sólo con dos, porque valdrás madre”. Al año, ya no daba para más. Dábamos unos premiazos: un coche último modelo al mes y luego, que un viaje al Mundial. Fui con Emilio (Azcárraga) y le dije: “se me ocurrió una idea, hagamos ahora Con ganas por detrás ”. Pero no aguantaron su propio éxito; se hicieron chiquitos. Al mismo tiempo, el Keops, mi lugar, se hizo enorme. Los meseros hicieron su agosto porque la gente les pagaba para que les reservaran una mesa. Yo me enteré muchos años después y la verdad, no me interesó (risas).
PLAYBOY: ¿A quién le debes entonces más tu popularidad: a la televisión que no hiciste o a la piratería que tanto te difundió?
POLO: Pues sí, a la piratería. En Tepito había cualquier cantidad de mis discos. Pero antes que la piratería, ni siquiera con los casetes, que llegaron en 1986 con Musart, que me ofreció la Luna y las estrellas, fue con las presentaciones. En vivo hacía dos shows en Keops y dos en Marraquech, diario. Y luego hubo un tercero: El Cantar de los Cantares. En total hacía tres shows diarios, de domingo a domingo. Me entró más dinero y me compré otro coche, luego otro, y luego uno más grande (risas). El cine no me gustó, no me dio nada. No soy actor, no sirvo y afortunadamente me di cuenta. Me hicieron tres películas bastante cargaditas de sexo en las que según yo era el galán, pero más bien parecía galón, porque soy muy gordito. Una vez una chica, una de mis coestelares, me mandó decir: “por favor díganle al señor que no me chupe los pezones”. Y yo así de: “¿Quién te los quiere chupar? (Risas)”.
PLAYBOY: En la biografía de tu página oficial reconoces una parte de misoginia en tu comedia.
POLO: Yo no, aunque en los chistes puede ser que haya algo. Pero no es una línea que me guste manejar. Si sale está bien, pero no es mi línea.
PLAYBOY: ¿Cómo lograste tener una fracción de público femenino a pesar de esa misoginia?
POLO: Es que no es misoginia. Les dábamos a las mujeres lo que les gustaría oír de sus galanes. Y se iban muy contentos todos, aunque yo era muy “cañón”. Un día llegó un cuate con su mujer y me dijo: “Polo”. “¿Sí?” “¡Qué feo estás, cabrón!” “Sí… pero me cojo mejores viejas que tú”. ¡Mocos! Se calló. Yo tenía unas respuestas muy cabronas que no sé de dónde sacaba. Si alguien me agredía, no le iba nada bien.
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PLAYBOY: ¿Así eras en la escuela cuando te molestaban?
POLO: No, no. En la escuela ni echaba desmadre ni nada. Tenía buenas puntadas pero nunca fui el tipo más popular del salón.
PLAYBOY: ¿Te ha funcionado en 70 años de vida la frase: “quien te haga reír, te hará gemir”?
polo: (Risas) No sé… no me ha llegado la gemida, pero la otra ya. He hecho reír a muchas… y a muchos también (risas).
PLAYBOY: En tus monólogos, de repente sueltas frases en otros idiomas. ¿Cuántos hablas?
POLO: Inglés y hubo un tiempo en que estudié francés pero no lo llegué a dominar. Y de inglés, no alcanzo a mantener un show con puro inglés pero tampoco me ha faltado hacerlo. En vez de eso, yo hice que algunos lugares en Estados Unidos que no eran para mexicanos se volvieran para mexicanos. Hice muchas fechas en el Gibson Amphitheatre, por ejemplo, pero en español.
PLAYBOY: Cuando me hablas de esos tres shows de domingo a domingo, me hablas de una vida nocturna que ya no existe. ¿Te duele?
POLO: No, porque ya pasó y no me preocupa si alguien más lo está haciendo. Ahora muchos comediantes que están haciendo el famoso stand up comedy que es lo mismo que hago yo pero con otro nombre. Estar parado con un micrófono delante de un público. Pero lo están reviviendo y vendrá una revolución, qué bueno que así sea.
PLAYBOY: Insisto: hay gente que ya no quiere salir de noche porque es peligroso.
POLO: Sí, ya no es tan sencillo. Imagínate, yo salía del Keops y me venía con el gerente y los cuates a La Veracruzana a echar unos tragos hasta las cinco de la madrugada. Nadie te molestaba. Ahora sí está muy difícil.
PLAYBOY: ¿Alguna vez un chiste te salvó el pellejo?
POLO: No, hasta eso no.
PLAYBOY: ¿Y te has de contar arrepentido de alguno?
POLO: Sí, fue un chiste que me contó una señora en San Luis Potosí: En el periódico decía que Dios iba a bajar a las 12 del día. Todo el mundo se preparaba para su llegada. A las 12 en punto, sonó en el cielo el tema de “Jesucristo Súper estrella” y apareció Dios, envuelto en un sarape de Saltillo, como un gesto de amistad al país que visitaba. “¿Ustedes saben a qué he venido?”  “Nooo”. “Pues como no saben, me voy”. Y que se esfuma. A la semana siguiente se publicó en el periódico, a tres páginas, que Dios regresaría. Y llegó con tenis, en un plan mucho más relajado. Y otra vez preguntó: “¿Saben a qué he venido?” “Síiiii”. “¿A qué?” “No, pues no sabemos”. “Pues como no saben, ¡me voy!” Y a la tercera se pone de acuerdo la gente para que unos dijeran que sí y otros que no. Total que Dios bajó nuevamente y preguntó: “¿Ustedes saben a qué he venido?” Y unos gritaban que sí y otros que no. “Pues los que no saben les preguntan a los que sí, ¡porque yo me voy!” La gente se reía mucho cuando lo contaba, pero un día en el Hotel Fiesta Palace, una señora se enojó tanto que me aventó su vaso. Pero no supo aventarlo bien, así que pegó en una orilla del escenario y rebotó hasta romperle un Rolex a otra señora que tenía una mesa de pista. Ahí decidí que mejor no me iba a meter con eso.
PLAYBOY: ¿Y contar un chiste delante de un Secretario de Estado, no te generó problemas similares?
POLO: No, había un señor que fue Regente, Ramón Aguirre (Velázquez, de 1982 a 1988), que me contrataba para ir a su rancho a contar chistes. Padrísimo. Iba y regresaba sin ningún problema.
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PLAYBOY: ¿Por qué nunca has hecho sátira política? Con el público que arrastras podrías influir EN mucha gente, si quisieras.
POLO: No sólo no me gusta, sino que no me siento lo suficientemente informado para hacerlo. Ni quiero estarlo, la verdad. No me gusta nada la política, no la uso ni la veo. Me da coraje lo que pasa, pa’ qué.
PLAYBOY: Te lo pregunto otra vez, ¿el país está para llorar o para reír?
POLO: Sí, para llorar. No veo que esto repunte. Hoy leí que la economía mexicana estaba creciendo mucho, ¿En dónde? ¡Cuéntenme para irme para allá! (Risas).
PLAYBOY: En 40 años de trabajo le has contado chistes a muchas generaciones. El padre compró tus casetes, el hermano mayor se los heredó al chico y el chico ahora a sus hijos. ¿Te sorprende el fanatismo que provocas?
POLO: No, al contrario. Lo gozo. Me fascina que la gente se quiera tomar una foto conmigo. Hoy en la mañana estaba por salir, y no paraba de haber gente que me decía “tómese una foto conmigo”.  Antes era con cámaras, pero ahora todos traen una en el celular ¡y es una chinga! “Tómese una foto conmigo”. “Sí, cómo no”. Y en puro “Sí, cómo no” se me va el día. Pero jamás le he dicho a nadie nada. Sólo una vez en el aeropuerto, un güey me dijo: “Cuéntame un chiste”. Pero estaban por entregarme mi coche, entonces le dije: “No, pérame, ahorita no”. “Qué mamón”, me reclamó. “Pues bye”. Es la única vez que tuve problemas.
PLAYBOY: ¿Te enorgullece ser quizás el único adulto al que los adolescentes quieren escuchar?
POLO: Me encanta, porque me ven como si tuviera su edad aunque obviamente los rebaso por mucho. Va a sonar estúpido, pero soy buena gente. No soy Dios, ni nada, pero trato bien a las personas.
PLAYBOY: Pero muchos papás no lo creen así. ¿A Polo Polo le pasa como a Playboy, que por hablar de sexo asusta?
POLO: Ya no asusta tanto el sexo, creo (risas). De mí dicen que soy grosero más que enfocarme al sexo.
PLAYBOY: Tienes página de Internet y tuiteas todo el tiempo… ¿por qué no te quedaste en el pasado?
POLO: Por culpa de mi hijo, que le gusta hacer esas cosas. Él me hizo la página y me abrió el Twitter.
PLAYBOY: Debe ser simpatiquísimo ser hijo de Polo Polo.
POLO: ¡Mucho! Aunque también lo es ser la esposa (voltea y le sonríe a su mujer, que se ha pasado gran parte de la charla recordándole los datos que se le escapan de la cabeza), pero con mi hijo pasa mucho que le dicen sus amigos: “¿Me presentas a tu papá?”. Pues claro, vengan todos, no hay problema.
PLAYBOY: Hace poco se dio a conocer que Jack Nicholson se retiraba de la actuación debido a que estaba perdiendo la memoria. A ti, que memorizas más de dos horas de show, ¿te atormenta que te pase lo mismo?
POLO: Sí, no es fácil lidiar con ello. A los 20, los 30 o los 40 la memoria está muy fresca, pero a los 50 ó 60 empieza a fallar. Dices: ¡Ay, güey! Y lo que queda es estudiar, repasar mucho lo que vas a decir. No es que se me olvide del todo, pero ya no tengo la misma agilidad para contestar que en aquel tiempo. En todo caso ahora lo hago mucho más pensado.
PLAYBOY: ¿Quién llenará el lugar que dejes?
POLO: Mucha gente. Insisto, viene la ola del stand up. No sé si lo hagan muy bien, porque los gringos lo hacen de muchos años y lo tienen dominadísimo, pero a mí me da hueva cambiar a esa tendencia. Puedo hacerlo un poco, pero no cambiar de lleno al stand. Por ahí vienen muchos.
PLAYBOY: Y ahora que lo mencionas, muchos standuperos te adulan y otros no te quieren nada.
POLO: Stand es parado y comedy es comedia, no nos hagamos. Yo puedo hacer un chiste de 40 minutos, si es que eso es ser stand up. ¿Pero a poco si me siento ya no lo soy? Me vale madre lo que piensen.
PLAYBOY: Hace dos décadas, programas como Platanito show o Guerra de chistes hubieran sido impensables. ¿abriste tú la puerta para que programas así aparecieran en televisión?
POLO: Creo que sí. Nadie lo soñamos hace muchos años y ahora muchos las dicen. Qué bueno. Es mejor eso que reprimirnos. Si en un chiste contamos que alguien se cogió a la hermana del tío del primo y a ti te dio risa, pues ya, cumplió su cometido.
PLAYBOY: ¿Cuando se te ocurrió meterte a ti en tus propios chistes?
POLO: No sé por qué lo hice, talvez lo hago porque me gusta situarme. “Estaba yo en Acapulco…” y no es cierto que estuviera yo en Acapulco, “cuando llegó una chava…” y desemboca todo en una historia que yo ya tenía preparada. Me gusta ser el personaje.
PLAYBOY: ¿Los escribes?
POLO: No y me hubiera gustado, porque tengo muchos chistes en la computadora, cientos, y por no haberlos escrito ahora tengo una lista de títulos, pero ya no sé cuáles son. Pero el show dura lo que tiene que durar, sin guión. Yo tengo una gama de 20, 30 chistes y ésos los cuento en una noche. Si hago una hora con 40 minutos o con 50, no me importa. La orquesta toca siempre la misma musiquita, el mismo remate. Más les vale estar atentos a lo que digo.
PLAYBOY: ¿Te gustó hacer una canción con Micky, de Molotov? (“Bomba Molo Polo”, para la película Crónicas chilangas). Fue representativo escuchar juntos a la banda de rock más grosera con el comediante más grosero.
POLO: Sí, mucho. Pero la rola ni siquiera es grosera, aunque la verdad es que ni me acuerdo cómo va (risas).
PLAYBOY: ¿El público es el respetable, aunque pareciera que no lo respetas cuando te burlas de los que llegan tarde a tus shows?
POLO: Sí, así debe ser, porque no me meto con ellos en mal plan. Sólo una vez, hace poco, en el Cuevón, había un güey chingue y chingue. Soy muy tolerante, pero ahí sí le dije: “¿Por qué no te vas?” Y pues llegaron los meseros por él… Y se fue (risas).
PLAYBOY: ¿Te lavaron la boca con jabón cando eras niño?
POLO: ¡Nunca, ni lo mande Dios! (Risas).
PLAYBOY: De todas las groserías, ¿cuál es tu favorita?
POLO: Pues no sé, pero las que más digo son “pendejo” y “puto”. Bueno, “chinga tu madre” es el top.
PLAYBOY: En estos tiempos políticamente correctos, se argumenta que ya no debemos decir la segunda de ellas.
POLO: Pues yo sí la digo y me vale madre (risas).
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